En el marco de la fiesta del mártir San Lorenzo, patrono de los diáconos, aquí 5 datos que debes saber sobre estos ministros, incluyendo el por qué algunos se pueden casar si son parte del clero.
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Foto referencial de diácono. Crédito: Javier Ocampo Zuluaga en Pixabay |
La
palabra diácono viene del griego “diakonos” que significa ministro o servidor.
Según relata los “Hechos de los Apóstoles”, los apóstoles convocaron a una
asamblea y expresaron que no estaba bien que ellos desatendieron la Palabra de
Dios y la oración por servir en las mesas.
Por
ello pidieron buscar a 7 hombres virtuosos para que sirvieran en esta tarea. De
esta manera la asamblea eligió a San Esteban y otros seis compañeros, a quienes
los Apóstoles les impusieron las manos.
Deben
ser puestos a prueba
El
Apóstol San Pablo en su “Primera Carta a Timoteo”, señala que “los diáconos
deben ser hombres respetables, de una sola palabra, moderados en el uso del
vino y enemigos de ganancias deshonestas”.
En
este sentido, el Santo propone que primero se ponga a prueba a los candidatos y
“si no hay nada que reprocharles”, entonces podrán ser admitidos al diaconado.
¿Quiénes se pueden casar?
Desde
antiguo los diáconos pueden casarse, tanto es así que San Pablo señala que “los
diáconos deberán ser hombres casados una sola vez, que gobiernen bien a sus
hijos y su propia casa”.
Sin
embargo, con el avance histórico de la cristiandad, la Iglesia en su sabiduría
reconoce dos tipos de diáconos: el permanente y el transitorio. Los permanentes
son aquellos que reciben este ministerio para toda la vida, mientras que los
transitorios lo reciben como un paso previo al sacerdocio.
De
acuerdo a un documento
explicativo sobre el diaconado de la Diócesis de Burgos, España, los
diáconos permanentes se pueden casar, pero si enviudan ya no volverán a
contraer matrimonio.
“El
diaconado permanente puede ser recibido por varones célibes o casados. Incluso
lo pueden recibir miembros de institutos de vida consagrada. Si lo reciben
célibes han de permanecer así durante toda su vida. Si el que lo recibe es
casado no podrá volver a casarse si enviuda”, describe.
Cabe
resaltar que un candidato casado no puede ser ordenado diácono permanente sin
la aprobación de su esposa. Además, el que enviudó puede pedir ser evaluado
para ser ordenado sacerdote, pero sólo se le consagrará como presbítero si sus
hijos pueden valerse por sí mismos y si es admitido por el Obispo.
Forman
parte del clero
Los
diáconos son del clero, incluso los casados, pero no son sacerdotes y tampoco
laicos. De acuerdo a la “Lumen
Gentium”, constitución dogmática sobre la Iglesia del Concilio
Vaticano II, “reciben la imposición de las manos ‘no en orden al sacerdocio,
sino en orden al ministerio’”.
Es
decir, reciben el tercer grado del Sacramento del Orden “para realizar un
servicio y no para ejercer el sacerdocio”. Por lo tanto, sus funciones son “el
ministerio de la liturgia, de la palabra y de la caridad”.
En
términos prácticos, ellos pueden “administrar solemnemente el bautismo,
reservar y distribuir la Eucaristía, asistir al matrimonio y bendecirlo en
nombre de la Iglesia, llevar el viático a los moribundos, leer la Sagrada
Escritura a los fieles, instruir y exhortar al pueblo, presidir el culto y oración
de los fieles, administrar los sacramentales, presidir el rito de los funerales
y sepultura”.
¿Existieron las “diaconisas”?
En
los últimos años se ha hablado mucho en la Iglesia sobre las diaconisas e
incluso algunos han insistido en que se restablezca supuestamente como en el
pasado. Lo cierto es que sí existieron en los primeros siglos del cristianismo,
pero no tenían el mismo servicio de los diáconos de ese entonces, ni de los
actuales.
Según
el documento de 2002 “El diaconado:
evolución y perspectivas”, de la Comisión Teológica Internacional,
por el siglo III en algunas regiones de la Iglesia, como Siria oriental y
Constantinopla, había diaconisas.
Al
respecto, la Comisión habla de una compilación canónico-litúrgica llamada
“Didascalia de los Apóstoles” (DA), que por ese entonces fue el primer
documento eclesiástico que hablaba de las diaconisas, cuya misión era solamente
al “servicio de las mujeres”.
“La
diaconisa ha de proceder a la unción corporal de las mujeres en el momento del
bautismo, instruir a las mujeres neófitas, visitar en sus casas a las mujeres
creyentes y, sobre todo, a las enfermas. Le está prohibido conferir el bautismo
como tal y desempeñar una función en la ofrenda eucarística (DA 3, 12,
1-4)”.
Al
respecto, cabe resaltar que el Papa
Francisco en su vuelo de regreso de Macedonia a Roma, en 2019, se
pronunció sobre la posibilidad actual de ordenar diaconisas para la Iglesia
Católica, y determinó que “hasta este momento no va”.
“Lo
fundamental es que no hay certeza de que fuese una ordenación con la misma
forma y la misma finalidad de la ordenación masculina. Algunos dicen que hay
duda. Sigamos adelante a estudiar. No tengo miedo al estudio, pero hasta este
momento no va”, expresó.