Los captores han soltado a las religiosas, que pertenecen a las Hermanas de Jesús Salvador, sin condiciones. «Hoy es un día memorable para nosotras»
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Hermanas de Jesús Salvador |
Johannes Nwodo,
Christabel Echemazu, Liberata Mbamalu y Benita Agu. Las cuatro religiosas
secuestradas en Nigeria este domingo cuando iban a una Misa de acción de
gracias han sido liberadas «sin condiciones». Así lo ha asegurado Zita Ihedoro,
secretaria general de las Hermanas de Jesús Salvador, congregación a la que
pertenecían las monjas.
«Con el corazón
lleno de alegría, las Hermanas de Jesús Salvador desean anunciar la liberación
sin condiciones de nuestras cuatro hermanas secuestradas en la carretera Obigwe-Umulolo
el 21 de agosto de 2022», se lee en el comunicado de la superiora, quien ha
asegurado que «hoy es un día memorable para nosotras».
En el
comunicado, la congregación comparte su alegría «con todos los hombres y
mujeres de buena voluntad que de una forma u otra han contribuido a la pronta y
segura liberación de nuestras queridas hermanas», y agradece «con sinceridad
sus oraciones y apoyo moral en estos difíciles momentos».
Ihedoro
concluye invocando a Jesús el Salvador, «a quien hemos venido a servir», para
que «os bendiga, os proteja y os dé consuelo especialmente en los momentos de
dificultad».
Aumento de
secuestros
Las zonas de
Okigwe y Leru, entre los Estados de Imo y Abia, se han visto afectadas en los
últimos meses por crecientes episodios de secuestro. De hecho, el último
incidente se prujo hace dos semanas escasas, cuando hombres armados
secuestraron a un sacerdote católico y a un seminarista. Los dos hombres fueron
liberados poco después.
Las Hermanas de
Jesús Salvador son una congregación religiosa fundada en 1985 en la diócesis de
Port Harcourt, Estado de Rivers, al sur de Nigeria. Su carisma se centra en
atender compasivamente al pueblo de Dios que está enfermo y sufre de manera
especial, sobre todo a los minusválidos, a los pobres, a los ancianos y a los
abandonados económicamente, espiritual, educativa, psicológica y mentalmente.
José Calderero de Aldecoa
Fuente: Alfa y
Omega