Ella es la ‘llena de gracia’ (Lucas 1, 28); la ‘bendita entre todas las mujeres’ (Lucas 1, 42), a la que todas las generaciones llamamos y llamaremos ‘bienaventurada’ por antonomasia (Lucas 1, 48)”.
Asunción
de la Virgen María realizada por Guido Reni. |
Fray Nelson Medina, sacerdote dominico y doctor en Teología
Fundamental conocido por su apostolado en redes sociales, hace un recorrido en
la Biblia para responder a la pregunta sobre si el dogma de la Asunción de la
Virgen María, cuya fiesta la Iglesia celebra el 15 de agosto, está en las
Sagradas Escrituras.
Una respuesta previa al fundamentalismo
“Una búsqueda directa en la Biblia, tratando de encontrar
los versículos en que se diga que María la Madre de Jesús fue asunta al Cielo
será infructuosa”, precisa el sacerdote en un artículo titulado “Sobre las
fuentes bíblicas del dogma de la Asunción de la Virgen María”, publicado en
su sitio web.
Fray Nelson señala luego que eso, “según algunos
fundamentalistas de la Biblia, implicaría que la Asunción de María es una
creación o fantasía solamente humana, típica además del catolicismo: una
especie de mito o fábula”.
Sin embargo, prosigue, “es lícito preguntar por la validez
de semejante sistema de interpretación de la Sagrada Escritura. ¿Es que acaso
tendríamos que considerar como falso o dudoso todo lo que no esté
explícitamente en la Biblia? Por ejemplo, la Biblia no dice que murió el
apóstol Juan; no hay versículo que lo afirme”.
Esta respuesta, resalta el experto teólogo, “implica admitir
algo muy importante: No todo tiene que estar explícitamente en la
Escritura. Las deducciones válidas que se deriven de los textos nos
conducen a elementos propios de nuestra fe”.
Fray Nelson explicó que por eso el venerable “Papa Pío XII
siguió un camino muy sólido y claro antes de declarar, el 1 de noviembre de
1950 el dogma de la Asunción de la Santísima Virgen María”.
Ese proceso, dijo el doctor en teología fundamental, fue de
tres pasos:
1.- Verificar que no hay contradicción con las
Escrituras;
2.- Aún más, mostrar que, a pesar de lo inusual
que puede sonar al principio afirmar la Asunción de María, es posible y lógico
comprenderlo a partir de la Biblia; y
3.- Escuchar ampliamente el testimonio de las
comunidades católicas por todo el mundo, y en particular, escuchar a sus
hermanos obispos.
Algunos fundamentos de la Biblia
Como señala Romanos 6, 23; “la muerte, y por tanto, la
corrupción propia de la muerte, son consecuencia del pecado; no pertenecían al
plan original de Dios”, recuerda Fray Nelson.
Ante ello, “Cristo ha venido para deshacer las obras del
demonio (1 Juan 3, 8). Por eso la redención que hemos recibido en Cristo supone
victoria sobre el pecado y sobre la muerte (véase Romanos 6, 3-4)” y “la obra
redentora de Cristo puede describirse y resumirse como una vida nueva, una vida
abundante (Juan 10, 10)”.
El experto resaltó que “esta vida nueva la experimenta el
cristiano ya desde esta tierra, y se manifiesta en los frutos propios del
Espíritu de la Pascua de Cristo (Gálatas 5, 22-23; Romanos 6, 11)”.
“La plenitud de esa novedad de vida, contiene nuestra plena
participación en la resurrección del Señor (1 Corintios 15, 19-20)”, prosigue.
Sobre la resurrección de los fieles, Fray Nelson explica que
“no es un acontecimiento puramente ‘espiritual; al contrario, así como el
pecado arruinó alma y cuerpo, la victoria de la Resurrección de Cristo implica
la vida nueva de la gracia en el alma y la resurrección real y cierta de
nuestros cuerpos, como de hecho decimos en el Símbolo de los Apóstoles. En 1
Corintios 15, 20 San Pablo no está hablando de un acontecimiento solamente
espiritual”.
Así pues, “todos los discípulos del Señor estamos llamados a
vivir en gracia y santidad en esta vida, y luego a resucitar para toda la
eternidad”, como dice 2 Timoteo 2, 11.
Fray Nelson detalla asimismo que la Biblia “proclama con
elocuencia y abundancia la santidad de María, siempre presentándola como quien
recibe de Dios y de la gracia de Cristo. Ella es la ‘llena de gracia’ (Lucas 1,
28); la ‘bendita entre todas las mujeres’ (Lucas 1, 42), a la que todas las
generaciones llamamos y llamaremos ‘bienaventurada’ por antonomasia (Lucas 1,
48)”.
En ese sentido, subrayó, “es evidente que tal abundancia de
la obra de la gracia redentora en Ella significa una victoria más y más
plena en contra del pecado”.
Además, “al reconocerla como auténtica madre del Hijo de
Dios (Lucas 1, 35.42), madre que por consiguiente tiene un modo de autoridad
sobre su Hijo (Lucas 2, 51), y al ver lo que la Escritura muestra de Ella, los
cristianos, ya desde los primeros siglos han visto en Ella la victoria
perfecta de Dios sobre el pecado”.
Fray Nelson destacó que “por eso han hablado y confesamos la
impecabilidad de María así como la libertad de su alma purísima frente a las
consecuencias comunes del pecado original; de otro modo, el pecado, a través de
la autoridad de la madre sobre el Hijo, tendría algún género de poder sobre el
Hijo Eterno de Dios, lo cual repugna a toda la enseñanza cristológica de todos
los tiempos”.
Entonces, la Virgen María “quedó libre de las consecuencias
del pecado original y que vivió sin pecado, no tenía impedimento alguno para
recibir toda la obra de la gracia, que, como hemos dicho, culmina en la
perfección de la gracia en el alma y en la resurrección del cuerpo”.
Conclusión
De ese modo, “afirmar la Asunción de la Virgen María no
es otra cosa que afirmar la realización de la resurrección de Cristo en Ella”.
Fray Nelson precisa también que “las obras de Cristo son
solamente buenas y quedaron grabadas en su Cuerpo resucitado y glorioso: son de
hecho sus llagas gloriosas. Por eso la Resurrección del Señor pudo suceder poco
después de su muerte porque no es mixta”, es decir que no hay cosas malas,
“sino solo bondad”.
“¿Qué sucede entonces si las obras de una persona son
solamente buenas, está libre del pecado original y no ha cometido pecado
personal?”, cuestionó el doctor en teología fundamental.
“Lo lógico es afirmar lo que afirma la declaración del
dogma de la Asunción”, resaltó.
El numeral 44 de la constitución apostólica Munificentissimus
Deus del Papa Pío XII señala: “pronunciamos, declaramos y definimos
ser dogma de revelación divina que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen
María, cumplido el curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y
alma a la gloria celeste”.
POR WALTER SÁNCHEZ SILVA
Fuente: ACI