La cuestión es cuál será la respuesta de la Iglesia si el ministro le propone a Francisco una reforma pactada de los acuerdos Iglesia-Estado
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| El cardenal Omella y Félix Bolaños. Dominio público |
Es
indudable que la política de audiencias del Papa Francisco ha superado los
estándares protocolarios vaticanos. Al margen de los saludos personales, el
interlocutor habitual de un ministro de la Presidencia sería el responsable de
las relaciones con los Estados del Vaticano, en este caso, monseñor Paul
Richard Gallagher. En determinadas circunstancias ha sido el secretario de
Estado, cardenal Parolin, quien también ha recibido a políticos en misiones
especiales cuando mediaba alguna circunstancia relevante.
Así
como el Papa recibe habitualmente a Reyes, Jefes de Estado y de Gobierno, no
es frecuente que reciba, para abordar temas de relaciones bilaterales, a un
ministro de la Presidencia. Aunque si por algo se ha
caracterizado el Papa Francisco es por su capacidad de acogida y su
disponibilidad.
Esta singular situación protocolaria da pistas sobre lo que el ministro Bolaños
lleva en cartera para su encuentro con el Papa. Un encuentro que no se puede
calificar como protocolario.
Bolaños
llega al Vaticano además en los primeros compases de la nueva
embajadora, la polémica exministra de Educación
socialista, Isabel Celaá, que se ha estrenado
con una fiesta pagana a las puertas de una embajada que cumple
400 años, ante la atónita mirada del cardenal Lorenzo
Baldisseri, enviado por el Papa.
El
último cambio en la interlocución de la Conferencia Episcopal Española no
parece que haya sentado muy bien al ministro. El cardenal Omella dejará de
prodigarse en las fotos con Bolaños. Este aviso de la Conferencia Episcopal es
fruto de un “enrarecimiento” en las relaciones a propósito del empeño del
Gobierno con revisar ahora todas las inmatriculaciones de la Iglesia y
de seguir insistiendo en la necesidad de un cambio en la fiscalidad de la
Iglesia.
Pero
la gran cuestión que se va a dilucidar esta mañana es cuál será la respuesta de
la Iglesia si el ministro le propone al Papa una reforma conjunta, pactada, de
algunos aspectos de los Acuerdos Iglesia-Estado, la eterna amenaza
socialista. Una cuestión, la de los Acuerdos, que el Gobierno puede poner sobre
la mesa ahora que a Pedro Sánchez se le están complicando mucho la política,
con una campaña electoral en el horizonte no muy lejano.
El
Gobierno socialista, con el apoyo de Podemos y sus confluencias, sabe que sacar
a pasear los Acuerdos Iglesia-Estado siempre tiene réditos electorales en la
izquierda. Sobre todo porque lo que parece descartado en el ministerio de
Bolaños, al menos en esta legislatura, es una reforma de la ley de libertad
religiosa.
La
otra vía para provocar una reforma de los Acuerdos, un método que tiene el
inconveniente de la reacción del resto de confesiones
religiosas, sobre todo los judíos y protestantes, que no están
muy contentos con algunas leyes del Gobierno. Muestra de ello es el estado de
la latencia en el que ha entrado la Comisión Asesora de Libertad Religiosa del
ministerio de Bolaños.
Otro de los temas en el que hay un auténtico choque de trenes entre el gobierno
y los obispos españoles es la Obra Pía de Roma.
Sorprendería que Bolaños le lleve al Papa la cuestión de la Obra Pía, que, al
fin y al cabo, es un litio que acabará dirimiéndose en los tribunales.
En
la Conferencia Episcopal Española, según fuentes consultadas por Religión
Confidencial, se muestran cautos sobre la visita que
consideran algo más que protocolaria. Son conscientes de que la estrategia de
los gobiernos socialistas de recurrir a Roma cuando se estacan los problemas
con los obispos en España no les ha dado muchos frutos.
Por
más que Bolaños venda la entrevista como un momento de encuentro y coincidencia
en la búsqueda de la paz en Europa, en las políticas de acogida, en el papel
asistencia de la Iglesia, lo que no podrá esconder en su visita es que España
se ha puesto a la cabeza de los países con un proyecto de
ingeniería social, aborto, eutanasia, ideología de género, que preocupa mucho
en Roma.
Fuente: ReligiónConfidencial
