El Papa vuelve a reiterar la urgencia del desarme
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El Papa en el Memorial de Hiroshima durante su viaje a Japón de 2019 |
Mensaje del
Papa Francisco, leído por el arzobispo Gallagher en la primera reunión en Viena
de los Estados miembros del Tratado sobre la Prohibición de las armas
nucleares: "Es inmoral el uso de las armas nucleares, pero también lo es
su mera posesión. Es engañoso y contraproducente pensar que la seguridad y la
paz de algunos esté desconectada de la seguridad y la paz de otros"
La
Santa Sede no tiene dudas: un mundo libre de armas nucleares, una
"responsabilidad costosa y peligrosa", es "necesario y
posible". Su uso, pero también su mera posesión, es "inmoral".
Mientras
continúa el conflicto en Ucrania, que ha hecho resurgir el temor a la amenaza
atómica, el Papa vuelve a reiterar la urgencia del desarme, "un objetivo
exigente y clarividente", especialmente en un momento en que la humanidad
se encuentra en una "encrucijada", así como la necesidad de respetar
los acuerdos internacionales:
“No son una forma de debilidad, sino fuentes de fortaleza”
El Pontífice hace su doble llamamiento en un mensaje dirigido al embajador Alexander Kmentt, presidente de la primera reunión de los Estados miembros del Tratado sobre la prohibición de las armas nucleares, que se lleva a cabo desde hoy hasta el 23 de junio en Viena.
Un mundo diferente
El
mensaje del Papa fue leído en la apertura de los trabajos por monseñor Paul
Richard Gallagher, secretario vaticano para las Relaciones con los Estados. En
el documento, Francisco destaca que la situación se ha derrumbado en
comparación con lo que sucedía hace cinco años, cuando se convocó la
conferencia diplomática para negociar el Tratado. Y escribe:
“El mundo parece estar en una encrucijada. La valiente
visión de este instrumento jurídico, fuertemente inspirado por argumentos
éticos y morales, parece cada vez más actual”
El precio del incumplimiento pagado por vidas
inocentes
Si
bien en el contexto actual hablar de desarme o apoyarlo puede parecer
"paradójico", según el Papa Francisco no debemos pasar por alto los
"peligros de los enfoques miopes de la seguridad nacional e internacional
y los riesgos de proliferación".
“El precio del incumplimiento se paga inevitablemente
con el número de vidas inocentes y se mide en términos de matanza y
destrucción”
Silenciar todas las armas
El
llamamiento, por tanto, reiterado con fuerza por el Papa, es el de
"silenciar todas las armas y eliminar las causas de los conflictos
mediante el recurso incansable a la negociación". "Los que hacen la
guerra se olvidan de la humanidad", reitera, como lo hizo desde la ventana
del Palacio Apostólico en el primer Ángelus tras el estallido del conflicto en
Ucrania.
“La paz es indivisible y, para ser verdaderamente
justa y duradera, debe ser universal. Es un razonamiento engañoso y
autodestructivo pensar que la seguridad y la paz de unos está desconectada de
la seguridad y la paz colectivas de los demás”
El futuro de los hermanos y hermanas
La
pandemia de Covid-19 debería habernos dado ya una lección en este sentido,
demostrando "trágicamente" que "la seguridad de nuestro futuro
depende de que se garantice la seguridad pacífica de los demás, porque si no se
establece la paz, la seguridad y la estabilidad a nivel mundial, no se
disfrutarán en absoluto".
“Individual y colectivamente, somos responsables del
bienestar presente y futuro de nuestros hermanos y hermanas”
Consecuencias catastróficas
En
este sistema de seguridad colectiva, Francisco reitera que "no hay lugar
para las armas nucleares y otras armas de destrucción masiva". Son
"una responsabilidad peligrosa y costosa", escribe, y las
consecuencias humanitarias y medioambientales que se derivarían de cualquier
uso de armas nucleares serían "catastróficas", con "efectos
devastadores, indiscriminados e irreprimibles, en el tiempo y en el
espacio".
"Equilibrio del terror”
Al
mismo tiempo, advierte el Obispo de Roma, no se puede ignorar "la
precariedad que se deriva del simple mantenimiento de estas armas: el riesgo de
accidentes, involuntarios o no, que podrían conducir a escenarios muy
preocupantes". En este sentido, la energía nuclear bien puede definirse
como un "multiplicador de riesgos" que "sólo proporciona la
ilusión de una 'especie de paz'".
Tratar
de defender y garantizar la estabilidad y la paz mediante una falsa sensación
de seguridad y un "equilibrio del terror", apoyado en una mentalidad
de miedo y desconfianza acaba, inevitablemente, por envenenar las relaciones
entre los pueblos y obstaculizar cualquier forma posible de diálogo real.
La posesión de armas atómicas, además, conduce fácilmente a la amenaza de su uso: se convierte entonces en "una especie de 'chantaje'", dice el Papa, "que debería repugnar a las conciencias de la humanidad".
Que todos cooperen para prohibir la guerra
Por
ello, el Papa pide a todos, cada uno según su papel o condición, que cooperen
"sinceramente" en el esfuerzo por "desterrar de la mente de los
hombres el miedo y la ansiosa anticipación de la guerra". La
responsabilidad es "a nivel público, como Estados miembros de la misma
familia de naciones", pero también "a nivel personal, como individuos
y miembros de la misma familia humana y como personas de buena voluntad".
Los tratados de desarme son fuentes de estabilidad
Por
último, una reflexión final del Pontífice sobre los tratados de desarme
existentes que "son algo más que obligaciones legales":
“La adhesión y el cumplimiento de los acuerdos
internacionales de desarme y del derecho internacional no es una forma de
debilidad. Por el contrario, es una fuente de fuerza y responsabilidad, ya que
aumenta la confianza y la estabilidad”
Cercanía a las víctimas de los bombardeos y las
pruebas nucleares
Al
concluir su mensaje, Francisco expresa su cercanía a los Hibakusha,
los supervivientes de los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, y a todas las
víctimas de las pruebas de armas nucleares. Y anima a los representantes de los
Estados, a las organizaciones internacionales y a la sociedad civil a
"promover una cultura de la vida y la paz basada en la dignidad de la persona
humana y en la conciencia de que todos somos hermanos y hermanas".
“La Iglesia católica se compromete irrevocablemente a
promover la paz entre los pueblos y las naciones y a fomentar la educación a la
paz en todas sus instituciones”
Salvatore
Cernuzio – Ciudad del Vaticano
Vatican News