Extraídos por el escritor Jerome German en torno a la cita «tiempos fáciles crean hombres débiles»
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¿Quién de nosotros está preparando a sus hijos para la batalla que se libra a nuestro alrededor? |
Reflexionando sobre el letargo de los católicos en el combate espiritual, al
ingeniero y autor de Crisis Magazine Jerome German le llamó
profundamente la atención una cita cada vez más visible en los quotes
publicados en redes sociales. Aquella que el escritor Michael Hopf definió
en su novela Those
who remain: “Los tiempos difíciles crean hombres
fuertes. Los hombres fuertes crean buenos tiempos. Los buenos tiempos
crean hombres débiles. Los hombres débiles crean tiempos difíciles”.
En base a ella, German ha publicado los motivos por los que
considera que la consecuencia actual de esta cita entre los católicos es "un círculo vicioso" que
sin duda afectará a las
generaciones venideras. El primero -y para él, uno de los más relevantes-
es "la falta de abnegación" por la que "continuamente queremos
satisfacernos" y dejarnos llevar "con demasiada facilidad por nuestras
debilidades y concupiscencias".
"En pocas palabras, la mayoría de nosotros vivimos sin una disciplina, sin un
plan de estilo de vida para mantener la fuerza espiritual y ninguna fuerza
militar tiene éxito sin ella", observa.
El problema no es únicamente que ese círculo vicioso se mantenga
en la generación actual, sino que con toda seguridad afectará a los hijos.
"Si no [les] estamos dando ningún ejemplo de disciplina
física, ¿cuál es la probabilidad de que lo estemos haciendo en el plano
espiritual? ¿Estamos criando niños espiritualmente fuertes o hombres y mujeres
débiles que crearán malos tiempos? ¿Quién de nosotros está preparando a sus hijos para la batalla que
se libra a nuestro alrededor?", plantea.
Siguiendo la cita, concluye que "si hemos creado una vida
espiritualmente indisciplinada y hedonista y producido descendencia con ese
mismo molde, la próxima
gran catástrofe cultural está servida y la culpa será
nuestra".
Sin embargo, se muestra convencido de que revertir el proceso
depende de cada uno: "Somos
los únicos que podemos terminar con este círculo vicioso, y solo se puede
lograr mediante un arduo trabajo espiritual, creando nuestros propios `tiempos
difíciles´" con cualquier cosa que tenga potencial para hacernos
santos".
Recuerda que "alcanzar la santidad es una batalla contra
nuestra tendencia a buscar el placer egoísta" y para ello, ofrece 12 consejos que pueden ayudar a
fortalecer la voluntad y cambiar la dinámica de "hombres débiles
que crean tiempos difíciles" por la de "hombres fuertes que crean
buenos tiempos".
1º Fortalecer la propia
determinación
En primer lugar, observa que "conseguir la fuerza espiritual
se logra del mismo modo que con la fortaleza física. El primer paso de
cualquier superación personal es fortalecer la propia resolución. El esfuerzo
en cualquier campo fracasará sin determinación, ingrediente básico del
éxito".
Como si de un ejército se tratase, la fortaleza, determinación y
obediencia en familia, entre matrimonios y a la Iglesia es fundamental para
hacer frente al combate espiritual.
2º Más allá de la misa
del domingo
"La misa de los domingos es un hecho pero, ¿qué hay de la
misa diaria? Puede que no todos puedan [acudir], pero es una posibilidad para
muchos más de los que la aprovechamos actualmente", menciona.
3º Acudir las escrituras
El escritor también sugiere que no podemos subestimar la
contemplación y lectura de la Sagrada Ecritura, pues esta es "la materia de la santidad".
4º Acudir a la adoración
eucarística
"Pasar tiempo con el Señor no tiene precio. Es una
oportunidad de silenciar el ruido que envuelve nuestras vidas y poder escuchar con el corazón".
La Adoración al Santísimo tiene innumerables beneficios para
familias, matrimonios e hijos. Tantos que se está extendiendo hasta las adoraciones para
niños.
5º El examen de
conciencia diario
Para German, el examen de
conciencia diario y un acto de contricción por las culpas del día a
día puede ser muy provechoso para fortalecerse en el combate espiritual: "Si la
disciplina espiritual tuviese un mínimo, sería este".
6º Una buena confesión,
fuente de virtudes
"Este poderoso sacramento alimenta una multitud de virtudes -entre las que
destaca la humildad- e inundará nuestros exámenes de conciencia con la luz de
la Verdad", menciona.
7º Ofrecimiento de obras
Las mañanas son "el momento perfecto para hacer la oración
del ofrecimiento de obras", así como "una oportunidad para preparar o
revisar el plan de batalla del día, evitar el pecado y agradar a Dios".
8º El Rosario o la
Coronilla de la Divina Misericordia
En su caso, los paseos o la noche son buenos momentos para rezar
el Rosario o
la Coronilla, pero cada
uno debe buscar el suyo: "La contemplación de los misterios de la vida de
Cristo es la mejor
medicina para el alma".
9º El sacrificio y la
abstinencia fortalecen el alma
No solo pone como ejemplo la abstinencia de carne los viernes para
recordar el sacrificio de Cristo -"una antigua tradición de la
Iglesia"-, sino también "abstenerse de cualquier cosa como medio de
abnegación para templar la voluntad. El sacrificio nos hace fuertes".
10º Aquí y ahora… de
inmediato
También menciona la inmediatez y la rapidez en las labores, algo
que "puede no ser posible para algunos cuyo sustento requiere un trabajo
físico arduo, pero para el resto es un arma formidable de abnegación: un
ganar-ganar tanto para el alma como para el cuerpo".
11º La pureza y
virginidad, la mejor defensa del matrimonio
"Si hay un
arma que salvará matrimonios, es la virginidad. Requiere una autodisciplina
y diligencia inquebrantables", pero de cara a los matrimonios su
efectividad es un hecho del que casi nadie habla: por lo general, quienes se casan habiendo
mantenido la castidad no se divorcian: "Tu virginidad es el regalo más
grande que podrías darle a tu pareja, y como monje o célibe, el mayor que
puedes darle a tu Creador. La pureza del estado de vida de cada uno es el
comienzo de la perfección".
12º Lo más duro… y
necesario
El escritor de Crisis Magazine concluye
su listado con la obediencia, el aspecto "más duro" y necesario para
el buen funcionamiento de la familia. "Si permitirnos que nuestros hijos desobedezcan estaremos
destruyendo su futuro. ¿Y qué hay de nuestros cónyuges? Prometimos
obedecerles", aunque "nadie nos haya advertido de que sería un
sacrificio. ¿Y la obediencia a la enseñanza de la Iglesia?". De no
hacerlo, concluye, estaríamos "creando nuestra propia Iglesia
blanda".
Fuente: ReL