El Santo Padre agradeció la labor “competente y gratuita” que esta institución realiza y ha realizado poniéndose a disposición de las familias y personas más frágiles y vulnerables
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El Papa recibe a los voluntarios del Servicio de Protección Civil italiano: "Artesanos de esperanza" (Vatican Media) |
Tres puntos de
reflexión sugirió Francisco a los miembros del Servicio Nacional de Protección
civil italiano: Proteger del aislamiento social, de las catástrofes
medioambientales y prevenir son todas formas de cuidar como lo hace Dios Padre
con sus hijos.
“Artesanos de
la esperanza”, un calificativo y un llamado al mismo tiempo dirigió, este
mediodía, el Papa Francisco a unos 400 voluntarios del Servicio Nacional de
Protección Civil, reunidos en la Sala Clementina del Vaticano, en una audiencia
donde a la palabra protección se sumaron pandemia, guerra, refugiados,
medioambiente, enfermos, vulnerabilidad. Y es que el “encomiable” trabajo que
realiza la Protección Civil se hace con empeño y en silencio: “El bien no hace
ruido, sino que construye el mundo”.
El Santo Padre
agradeció la labor “competente y gratuita” que esta institución realiza y ha
realizado poniéndose a disposición de las familias y personas más frágiles y
vulnerables durante “las fases más agudas” de la pandemia, desde la atención a
los enfermos, la colaboración en la campaña de vacunación y, ahora, con su
compromiso en la ayuda humanitaria y la acogida en Italia de los refugiados de
Ucrania, especialmente de las mujeres y los niños que huyen de esta “guerra
absurda”.
Protección en
primera línea
El Pontífice
parte de la palabra que define este servicio voluntario, la protección, para
recordar que es una misión que recuerda a la del buen samaritano del Evangelio,
pues es dedicar tiempo, atención y las propias capacidades y habilidades al
servicio de las personas y de la sociedad.
“El verbo
‘proteger’ indica el cuidado del hermano hacia el hermano, una fraternidad
concreta, salvaguardar la vida, preservarla, velar por ella”, dice Francisco al
plantear tres ámbitos de reflexión que van desde preservar a los más frágiles
del aislamiento social, de las catástrofes medioambientales y la educación a la
prevención.
No nos salvamos
solos
El preservar a
las personas del aislamiento social es para el Papa una forma muy importante de
dar voz a la esperanza, como en “la reciente pandemia” en la que la entrega, el
temor y la solidaridad hicieron comprender que “realmente no nos salvamos
solos”.
“Tenemos que
entender y ver que nuestra vida depende de la de los demás y que la bondad es
contagiosa. Estar cerca de nuestros hermanos y hermanas nos hace mejores, más
útiles y solidarios. Y al mismo tiempo, nuestra sociedad se vuelve un poco más
habitable”, subraya el Papa
Nunca más la
guerra
Pero más allá
de la pandemia están las emergencias casi siempre provocadas por las guerras o
los cambios climáticos, y que implican la acogida de refugiados, de personas
que necesitan “encontrar a alguien que tienda la mano, que ofrezca una sonrisa,
que pase el tiempo libremente, que haga que uno se sienta como en casa”.
“Todas las
guerras marcan una rendición de la capacidad humana de protección. Una negación
de lo que está escrito en los compromisos solemnes de las Naciones Unidas”,
advierte Francisco y recuerda, además, las palabras del Papa Pablo VI ante la
ONU, en 1965: "¡Nunca más la guerra!”. Una invitación a repetir esta
frase especialmente ante la guerra de Ucrania: “Protejamos el sueño de paz de
los pueblos, el sagrado derecho de los pueblos a la paz”.
El grito de la
tierra: protegerla y no saquearla
Promover la
protección contra las catástrofes ambientales es el segundo punto planteado por
el Papa que se rehace a un viejo dicho español: "Dios siempre
perdona, los hombres a veces perdonan, la naturaleza nunca perdona". Esto
para decir que los cambios climáticos que se han multiplicado en los últimos
tiempos y que han causado estragos en las poblaciones, es producto del “grito
de la tierra”.
“Cuando
forzamos la mano, la naturaleza muestra su rostro cruel y el hombre se ve
aplastado, obligado a gritar su miedo”, explica el Santo Padre al reconocer que
la intervención de la Protección Civil italiana ha sido fundamental en el caso,
por ejemplo, de los terremotos, en su vocación de proteger a los afectados por
estas tragedias.
“La protección
es un signo de cuidado del territorio que habitas: estás ahí para salvar vidas
y promover comunidades. Estamos llamados a proteger el mundo y no a saquearlo”,
enfatiza Francisco.
Formar
conciencias en la prevención
La prevención,
último argumento expuesto por el Papa no solo tiene que ver con el cuidado y el
amor que cada quien debe tener hacia el prójimo y hacia la tierra, sino la
necesidad de que esto se convierta en una responsabilidad y parte de la
educación ciudadana.
“La prevención
puede lograrse implicando a las distintas partes responsables de la
administración de un territorio. Hay que formar conciencias para que los bienes
comunes no se abandonen o sólo beneficien a unos pocos. Y vigilar para que los
acontecimientos adversos no desencadenen desastres irreparables en la
población”, sostiene el Pontífice.
Es una
educación en sentido positivo, que lleva a valorar la belleza, las historias de
vida, las tradiciones y culturas. “Al hacerlo – afirma el Papa – nos convertimos
en “artesanos de esperanza”, esa virtud que como él mismo dice en Fratelli
tutti, “es audaz, que sabe mirar más allá de la comodidad personal, de las
pequeñas seguridades y compensaciones que estrechan el horizonte, para abrirse
a los grandes ideales que hacen la vida más bella y digna”.
El Santo Padre
concluye sus palabras a los voluntarios del Servicio Nacional de Protección
Civil italiano recordando que proteger es cuidar: “Dios es Padre, nos cuida y
no deja que nos falte su amor”. Y con esto, un llamado a continuar su labor
entre los más necesitados, según el luminoso testimonio de su patrono San Pío
de Pietrelcina.
Alina Tufani
Díaz- Ciudad del Vaticano
Vatican News