Hay formas de ayudar a católicos que abandonaron la Iglesia para que vuelvan a la parroquia
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Foto referencial. Dominio público |
Seguro
que conoces a una, varias o incluso muchas personas que han abandonado la práctica religiosa o que incluso ahora
reniegan de la fe aún habiendo vivido muy insertados en la Iglesia.
Ante
esta situación surge un gran interrogante: ¿cómo se puede ayudar a estas
personas? ¿Cuál es la
mejor forma de hacer que regresen a la Iglesia? No siempre es fácil,
pues los motivos que han llevado a estas personas a alejarse de la fe pueden
ser desde un enfriamiento religioso a una dura experiencia en el seno de la
Iglesia.
Marcel Lejeune es muy consciente
de esta realidad y de la delicadeza con la que hay que volver a presentar la fe
católica a estas personas.
Lejeune
es una autoridad en evangelización y estrategia parroquial. Casado y con cinco
hijos, preside los programas de formación apostólica de Catholic Missionary Disciples,
un ministerio católico con sede en Texas que fomenta la formación de
evangelizadores y parroquias evangelizadoras, también con técnicas de coaching
personalizado.
Para
ello, a través de Catholic Missionary Disciples presenta
algunas sugerencias
concretas para acercarse a estas personas que abandonaron la Iglesia:
1. No respondas preguntas que no tengan.
Lejeune
asegura que con demasiada frecuencia escucha auténticos monólogos de los
católicos a aquellos a quienes están tratando de evangelizar. Recuerda que una
vez se le preguntó a un evangelista qué haría si tuviera una hora para
evangelizar a un ateo. Su respuesta fue: “escucharía durante 50 minutos y respondería apropiadamente durante
10”.
“Estoy
de acuerdo y necesito trabajar personalmente en esto. Necesitamos saber lo que
los otros necesitan para ayudarle realmente. A nadie le gusta escuchar a otro predicarles, cuando primero no
se sienten escuchados. La mayoría de la gente moderna no hace preguntas
sobre el purgatorio o María. Hacen preguntas sobre la identidad, el significado
y la existencia de Dios. Están haciendo grandes preguntas existenciales que
muchos católicos no tienen respuestas adecuadas para ellos mismos”, explica
2. Sé lo suficientemente respetuoso como
para escuchar la verdadera razón por la que se fueron, no la que tú les asignas
Nuevamente
recomienda hacer preguntas que lleguen al meollo del asunto. “¿Qué te hizo irte?”, “¿qué le da
sentido a tu vida ahora?”, “¿qué echas de menos de la Iglesia?”, etc.
Una vez que se haya escuchado lo suficiente como para comprender su situación,
es posible que tengas una mejor comprensión de lo que se puede hacer para
ayudarlos. “Además, ¿a quién no le gusta ser escuchado y verdaderamente
valorado, en lugar de convertirse en un proyecto? Una de mis máximas favoritas
es: puedes entender sin estar de acuerdo. Esto debería practicarse con nuestros
amigos y familiares que se han ido de la Iglesia”, afirma Lejeune.
3. Apuntar a curar la enfermedad,
no tratar los síntomas
Este
experto en evangelización señala que “Dios es el Médico Divino, que quiere
sanar lo que nos aflige (es decir, el pecado y la muerte). Él hace esto por su
gracia, que recibimos y elegimos cooperar. Esta gracia está fácilmente
disponible para nosotros (especialmente en los Sacramentos). Entonces, lo que
queremos hacer es lograr que alguien tenga una relación correcta con Dios, no
preocuparse por tratar los síntomas (su pecado) antes de tratar esta relación.
En otras palabras, las relaciones normalmente preceden al cambio de
comportamiento. La
conversión precede al arrepentimiento. La respuesta al Evangelio precede a la
transformación de los hábitos. Dios es el médico que sana, no nosotros. No
podemos curar el pecado y la muerte. Pero Jesús puede... si tan solo lo
dejamos”.
4. Si está herido, entonces dale espacio
para expresar sus heridas
Hacer
saber a alguien que lo echan de menos puede ser lo que les dé espacio para
regresar. La gente quiere ser atendida. Una vez que sepan que te importa, puedes ganarte el derecho a
ser escuchado por ellos.
5. Invierte en relación antes de volver
a invitarle a los sacramentos
Esto puede parecer contradictorio para muchos católicos, pero funciona. La mayoría de los católicos que se fueron abandonaron la recepción activa de los sacramentos porque faltaba algo no sacramental. Por lo tanto, Lejeune considera que se debe apuntar a reemplazar ese elemento que falta. En la mayoría de los casos es una relación.
6. Rezar
“No
creo que deba profundizar en esto, pero baste decir que si no rezas, entonces no tienes acceso al poder espiritual
de Jesús. No solo necesitas cuidarte a ti mismo, sino que no puedes
ocuparte de las necesidades espirituales de los demás sin la ayuda de Dios”,
recuerda Marcel Lejeune.
7. Ofrece tu testimonio
Cuando
sea el momento adecuado (y esto será diferente en cada situación), da tu testimonio del poder de Dios
en tu vida.
8. Nunca subestimes el poder de proclamar
la Buena Noticia acerca de Jesús
Pero
se debe quedar únicamente proclamarla, sino también en invitar a una respuesta por parte del oyente.
Sin
embargo, Marcel Lejeune ofrece también tres puntos sobre 3 cosas que no hay que
hacer:
1. Impaciencia con los tiempos de Dios
"No
permitas que la impaciencia se interponga en tu trabajo de hacerlo lo mejor que
puedas para amar a los demás. Recuerda
que Dios siempre quiere lo mejor para los demás, más de lo que puedas
imaginar”, recuerda Lejeune.
2. Nunca regañes, despotriques ni seas
demasiado crítico
Las
razones de una persona para alejarse de la Iglesia pueden parecer que no tienen
mucho sentido para ti y eso puede ser cierto. Pero no necesitan tener sentido
para ti para que otros se vayan. Por lo tanto, por mucho que sientas la tentación de regañar (especialmente a
los miembros de la familia), quejarse, discutir, despotricar o criticar,
resiste esta tentación a toda costa. No ayuda, solo aleja más.
3. No esperes a que vengan a ti
Dice
Lejeune que “todos deseamos amigos que tomen la iniciativa, nos inviten a
lugares, nos cuiden, se comuniquen con nosotros, etc. Bueno, sé tú ese amigo (o
miembro de la familia) para los demás y descubre que ser un buen amigo
significa que eventualmente tendrás buenos amigos”.
J. L.
Fuente: ReL