Controlar el volumen, modular adecuadamente la voz y entender la densidad de lo que contiene la Biblia es fundamental para acompañar a los feligreses durante la Eucaristía
Dominio público |
Bien podrían ser estos los consejos aplicables a cualquier
orador en algún curso de coaching o de habilidades
para hablar en público. Y bienvenidos son estas técnicas las que propone el
periodista y locutor de radio Ángel Manuel Pérez.
Hace
cinco años decidió embarcarse en esta aventura y son decenas de personas de las
diócesis de Madrid, Toledo, Sevilla, Getafe, Cuenca y
Alcalá de Henares las que han querido contar con sus servicios.
«Procurar
leer despacio, alto y claro, con ritmo y vocalizando, hace que el sonido llegue
bien al oyente», asegura Pérez en su página web. «El lector comunica la Palabra
de Dios no solo al pronunciarla correctamente sino también en el
convencimiento, el tono, el volumen... Son factores clave para entender el
mensaje».
Una de las causas que ha detectado el creador de Voz en Misa para una mala dicción es la vergüenza y los nervios de tener que hablar en público, que pueden jugar una mala pasada.
Leer mal las escrituras de los profetas, los salmos o el corpus
paulino, puede ser una experiencia poco agradable para quien
tiene que hacerse cargo de esta responsabilidad y especialmente incómodo para
los oyentes. «El lector en nuestras Misas hace como Jesús en la sinagoga, y
debe procurar hacerlo tan bien como él lo hizo», cuenta Pérez.
La
Palabra, como uno de los elementos de transmisión de la fe más destacados,
requiere «ser leída cada vez mejor» y para ello «educar la voz es como
aprender a tocar un instrumento; no basta el talento, hay que trabajar y
esforzarse cada día».
Fuente: El Debate