Al concluir el rezo de la oración mariana del Ángelus este domingo en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco se dirigió “a los esposos de todo el mundo”, a quienes ofrece un especial regalo de Navidad.
El Papa Francisco saluda a una familia en una audiencia general en el Vaticano. Crédito: Daniel Ibáñez / ACI Prensa |
El
Santo Padre ha escrito una carta en
ocasión del Año de la Familia Amoris laetitia,
que se celebra del 19 de marzo
de 2021 al 26 de junio de 2022, en ocasión de los cinco años de la
exhortación apostólica postinodal que publicó en 2016 .
Al
concluir el Año de la Familia Amoris
laetitia, se celebrará en Roma el Encuentro Mundial de las
Familias, un evento que el Papa invita a preparar “especialmente con la
oración, y a vivirlo en sus diócesis, junto a otras familias”.
En
su carta publicada hoy, el Papa Francisco reflexiona sobre varios temas que
atañen de cerca a la familia, especialmente en estos tiempos de pandemia.
“Por
ejemplo, aumentó el tiempo de estar juntos, y esto ha sido una oportunidad
única para cultivar
el diálogo en familia. Claro que esto requiere un especial ejercicio
de paciencia, no es fácil estar juntos toda la jornada cuando en la misma casa
se tiene que trabajar, estudiar, recrearse y descansar”, escribe Francisco.
“Que el cansancio no les gane, que la fuerza del amor los anime para
mirar más al otro —al cónyuge, a los hijos— que a la propia fatiga”, alienta.
Para
poder lidiar con este desafío, dice el Papa, es necesario el ejercicio de la
caridad como en la Sagrada Familia. “De
este modo, estar juntos no será una penitencia sino un refugio en medio de las tormentas”.
“Que
el hogar sea un lugar de acogida y de comprensión. Guarden en su corazón el
consejo a los novios que expresé con las tres palabras: ‘permiso, gracias,
perdón’. Y cuando surja algún conflicto, ‘nunca terminar el día en familia sin hacer las paces’”.
El
Papa anima a no avergonzarse “de arrodillarse juntos ante Jesús en la
Eucaristía para encontrar momentos de paz y una mirada mutua hecha de ternura y
bondad. O de tomar la mano del otro, cuando esté un poco enojado, para
arrancarle una sonrisa cómplice. Hacer
quizás una breve oración, recitada en voz alta juntos, antes de
dormirse por la noche, con Jesús presente entre ustedes”.
A
los matrimonios que han pasado por la ruptura, el Papa los anima a “buscar ayuda para que los conflictos
puedan superarse de alguna manera y no causen aún más
dolor entre ustedes y a sus hijos. El Señor Jesús, en su misericordia infinita,
les inspirará el modo de seguir adelante en medio de tantas dificultades y
aflicciones”.
“Recuerden que el perdón sana toda
herida. Perdonarse mutuamente es el resultado de una decisión
interior que madura en la oración, en la relación con Dios, como don que brota
de la gracia con la que Cristo llena a la pareja cuando lo dejan actuar, cuando
se dirigen a Él”.
“Cristo ‘habita’ en su matrimonio y
espera que le abran sus corazones para sostenerlos con el poder de su amor,
como a los discípulos en la barca”.
El
Papa también alienta a los jóvenes que se preparan para el matrimonio y
reconoce los desafíos que deben afrontar.
“Si
antes de la pandemia para los novios era difícil proyectar un futuro cuando era
arduo encontrar un trabajo estable, ahora aumenta aún más la situación de
incerteza laboral. Por ello invito
a los novios a no desanimarse, a tener la ‘valentía creativa’ que tuvo San José,
cuya memoria he querido honrar en este Año dedicado a él”.
“Cuando
se trate de afrontar el camino del matrimonio, aun teniendo pocos medios, confíen siempre en la Providencia,
ya que ‘a veces las dificultades son precisamente las que sacan a relucir recursos
en cada uno de nosotros que ni siquiera pensábamos tener’”.
El
Papa Francisco pide a estos jóvenes que “no duden en apoyarse en sus propias
familias y en sus amistades, en la comunidad eclesial, en la parroquia, para
vivir la vida conyugal y familiar aprendiendo
de aquellos que ya han transitado el camino que ustedes están comenzando”.
Tras
enviar un saludo especial a los abuelos, el Papa hace votos para que los
esposos, con el ejemplo de San José y Santa María, “vivan intensamente su
vocación. No dejen que un semblante triste transforme sus rostros. Su cónyuge
necesita de su sonrisa. Sus hijos necesitan de sus miradas que los
alienten. Los
pastores y las otras familias necesitan de su presencia y alegría: ¡la alegría
que viene del Señor!”.
“Me
despido con cariño animándolos a seguir viviendo la misión que Jesús nos ha
encomendado, perseverando en la oración y ‘en la fracción del pan’. Y por
favor, no se olviden de rezar por mí, yo lo hago todos los días por ustedes”,
concluye el Papa Francisco.