Escuchar: el desafío más grande la Iglesia en estos momentos. El 9 de octubre se abre un proceso querido por Papa Francisco y que durará dos años
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Antoine Mekary / Godong |
El Papa Francisco impulsa el Sínodo, el
«caminar juntos» de una Iglesia que pone a mujeres y a hombres de nuestro
tiempo, incluidos pastores, y, al mismo Sucesor de Pedro, a ‘escuchar’ al
Espíritu Santo.
De hecho, el Sínodo que se abrirá el próximo mes de octubre y se
extenderá hasta 2023 lleva como titulo: Por una Iglesia Sinodal: Comunión,
participación y misión.
La sinodalidad representa el
camino a través del cual la Iglesia puede renovarse por la acción del Espíritu
Santo, escuchando juntos lo que Dios tiene que decir a su pueblo. Sin embargo,
este camino recorrido juntos no sólo nos une más profundamente los unos a los
otros como Pueblo de Dios, sino que también nos envía a llevar adelante nuestra
misión como testimonio profético que abarca a toda la familia humana, junto con nuestras denominaciones
cristianas y otras tradiciones de fe.
El Papa remarca que la escucha es primordial para la sinodalidad:
«Tener oídos, escuchar, es el primer compromiso. Se trata de escuchar la
voz de Dios, de captar su presencia, de interceptar su paso y su soplo de vida»
(18.09.2021).
Sinodalidad es trabajar en equipo
La sinodalidad es el camino que Dios espera de la Iglesia del
tercer milenio. ‘Caminar juntos’, laicos, pastores y obispo de Roma. El Papa
indica que es un concepto fácil de expresar a palabras pero no es fácil de
poner en práctica (Papa Francisco, 17.10.2015).
Y el principio sinodal de ser ‘pueblo de Dios’ es escuchar lo que
dicta el Paráclito. El Papa quiere que los pastores se escuchen entre sí, y no
solo: escucharse entre hermanos cristianos, escuchar a los alejados, escuchar a
los más débiles y escuchar a los desheredados.
Es un invito a los 5000 obispos del mundo a pensar menos en sí
mismos y, también es un llamado a la responsabilidad de todos los bautizados
a trabajar
en equipo junto a sus pastores.
«El cristianismo debe ser siempre humano y humanizador,
conciliando las diferencias y las distancias y transformándolas en
familiaridad, en proximidad. Uno de los males de la Iglesia, o más bien
una perversión, es este clericalismo que separa al sacerdote y al obispo del
pueblo«, papa Francisco (18.09.2021).
En efecto, la sinodalidad – explicada por el cardenal Mario Grech
– nos remite a la esencia misma de la Iglesia, a su realidad constitutiva, y
está orientada a la evangelización.
Es una forma de ser eclesial y una profecía para el mundo de hoy.
«Como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del
cuerpo, aunque son muchos, forman un solo cuerpo, así es también el de Cristo»
(1 Cor 12,12).
Es lo que San Agustín llama el Cristo total (cf. Sermón 341),
cabeza y miembros en unidad indivisible e inseparable. Sólo desde la unidad en
Cristo Cabeza cobra sentido la pluralidad entre los miembros del cuerpo, que
enriquece a la Iglesia, superando cualquier tentación de uniformidad.
A partir de esta unidad en la pluralidad,
con la fuerza del Espíritu, la Iglesia está llamada a abrir caminos y, al mismo
tiempo, a ponerse en marcha”, ha explicado el cardenal Grech, Secretario
General (21.05.2021).
Símbolismo y
realidad de la sinodalidad
En efecto, el logo del evento es significativo para comprender de
qué se trata la sinodalidad. Está realizado por la artista Isabelle de Senilhes.
Pues, retrata un gran árbol majestuoso, lleno de sabiduría y de
luz. En alto un sol resplandeciente, símbolo de la Eucaristía.
Abajo vemos a un pueblo que camina junto, no se detiene, reflejo
de la etimología de la palabra sínodo. 15 figuras resumen la humanidad y su
diversidad de vida, generación y origen.
No hay jerarquía o distancias entre estas personas, caminan en la
horizontalidad del mismo plano (de Dios): jóvenes, viejos, hombres, mujeres,
adolescentes, niños, laicos, religiosos, padres, esposos, single, sanos,
discapacitados; el obispo y la religiosa no están delante a ellos, sino entre
ellos.
Y un dato por resaltar: Muchos del pueblo, los niños y los
adolescentes abren el camino, esto en referencia a las palabras de Jesús en el
Evangelio: “Yo te alabo, Padre, Señor del Cielo y de la tierra, porque has
mantenido ocultas estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la
gente sencilla. Sí, Padre, pues así fue de tu agrado” (Mt 11,25).
En otras palabras, el punto clave no es el pontificado, o la
iglesia como estructura institucional, sino Jesucristo que ama a su pueblo y apacienta la esperanza.
55 años de camino
Desde hace 55 años (Concilio Vaticano II), esta Asamblea se ha
propuesto tener raíces en las primeras comunidades cristianas y,
al mismo tiempo, caminar juntos para no dejar a nadie en el camino, ni detener
el camino o pararse al margen del sendero para añorar tiempos mejores o las ‘cebollas de
Egipto’, parafraseando al Papa; más bien se trata de enfrentar
los problemas, los sueños y las ilusiones, encarnadas en la vida de cada
miembro del cuerpo de la Iglesia. Custodiar el fuego y no las cenizas, explicó
el Papa a los fieles de su diócesis, Roma, recientemente (18.09.2021).
Vivir una experiencia
El Sínodo es una experiencia. Descubrir vivencias personales y
observar buenas practicas, escuchar testimonios, dar luz a
otros puntos de vista para escapar de la autoreferencialidad y el clericalismo,
el cinismo de decir: ‘siempre se ha hecho así’; es sanar de la llaga de la
hipocresía que carcome la fe de los más pequeños.
Puesto que una Iglesia que está plegada en sí misma para mirar su
propio ombligo, como dijo el Papa al clero en Eslovaquia, es un sepulcro
blanqueado, anquilosada y distante de la realidad profética a la que está
llamada.
La propuesta es de una sinodalidad que tenga también el rostro
del pueblo, porque el problema es prescindir de una parte del cuerpo de la
Iglesia y así la esposa de Cristo pareciera mutilada, pálida y desolada.
El sínodo es proseguir en el camino de una Iglesia inspirada en el
ejemplo de los doce discípulos de Jesús. Una
iglesia siempre en salida, misionera y fraterna. Un hospital de campaña y no un
parlamento.
Los discípulos de Jesús fueron servidores del plan de Dios, dado
que pisaban el polvo de las calles para ir a encontrar al pueblo: “porque el
más pequeño de ustedes, ese es el más grande” (Lucas 9, 46-50!)”. Escuchar al
más pequeño para que los discípulos sean grandes.
Participación de los laicos, parresía…
En este sentido, el Papa ha impulsado la participación de los
laicos en reuniones
pre-sinodales, más allá del aula de los obispos en el Vaticano,
a través de varios mecanismos: fases previas a las Asambleas en Roma o en los
obispados y las iglesias locales.
Por ejemplo, se ha implementado el envío de cuestionarios a
las parroquias, la posibilidad de recibir respuestas vía online, recoger la voz
de expertos en varios ámbitos. Además de momentos de reflexión y encuentro
comunitario en cada parroquia, iglesia local, etc, acompañados de momentos de
oración y de celebración (Eucaristía).
El objetivo es también crear un ambiente en el Aula del Sínodo y
fuera, propicio al diálogo, porque las Iglesias locales
también deberán activarse para ello con sesiones ‘modelo’ a lo que sucederá en
Roma. En los Sínodos celebrados en el Vaticano, el Papa ha querido más tiempo
para el débate, y la reflexión.
Parresía: es una
palabra clave lanzada por el Papa. Él ha pedido que se hable con valentía y
escuchar con humildad a los demás. Esto para ayudar y profundizar cada
tema tratado aplicado a la sinodalidad. Incluso se han escuchado las voces de
protestantes, las iglesias orientales o profesionales laicos.
Las fases
Cada fase es importante: la apertura del Sínodo en Roma (octubre
2021), luego la fase en las Iglesias y realidades eclesiales (octubre
2021-abril 2022), a continuación con una fase continental (sept. 2022- marzo
2023) y por ultimo una fase de la Iglesia universal (octubre 2023).
“El objetivo es la consultación del pueblo de Dios, para que el
proceso sinodal se realice en la escucha de la totalidad de los bautizados,
sujetos del sensus
fides infalible in credendo”, explicó lanzando
el Sínodo, el cardenal
Mario Grech, Secretario General del Sinodo de los Obispos
(07.09.2021).
ABC para aplicar la sinodalidad:
En varias ocasiones, el Papa Francisco ha compartido su visión
sobre cómo se expresa concretamente la práctica de la sinodalidad.
Las palabras clave del Sínodo
- Compartir: Estamos invitados a
hablar con auténtica valentía y honestidad para integrar la libertad, la
verdad y la caridad. Todos pueden crecer en comprensión, a través del
diálogo.
- La humildad en
la escucha debe corresponder a la valentía en el hablar: Todos tienen
derecho a ser escuchados, así como todos tienen derecho a hablar. El
diálogo sinodal depende de la valentía tanto al hablar como al escuchar.
No se trata de entablar un debate para convencer a los demás. Se trata más
bien de acoger lo que dicen los demás como un medio a través del cual el
Espíritu Santo puede hablar para el bien de todos (1Co 12,7).
- El diálogo nos
lleva a la novedad: Debemos estar dispuestos a cambiar nuestras opiniones
a partir de lo que hemos escuchado de los demás.
- Apertura a la conversión y al cambio: A menudo nos
resistimos a cuanto el Espíritu Santo nos está inspirando para emprender.
- Discernimiento: El discernimiento
se basa en la convicción de que Dios actúa en el mundo y que estamos
llamados a escuchar lo que el Espíritu nos sugiere.
- Somos
signos de una Iglesia que escucha y que está en
camino: Al escuchar, la Iglesia sigue el ejemplo de Dios que escucha el
grito de su pueblo.
- Deja atrás los prejuicios y los estereotipos: Podemos estar
agobiados por nuestras debilidades y nuestra tendencia al pecado. El
primer paso para escuchar es liberar nuestra mente y nuestro corazón de
los prejuicios y estereotipos que nos llevan por el camino equivocado,
hacia la ignorancia y la división.
- Superar la plaga del clericalismo: La Iglesia es el
Cuerpo de Cristo enriquecido por diferentes carismas, donde cada miembro
tiene un rol único que desempeñar. Todos somos interdependientes los unos
de los otros y todos compartimos una misma dignidad dentro del santo
Pueblo de Dios.
- Combatir el virus de la autosuficiencia: Todos estamos
en el mismo barco. Juntos formamos el Cuerpo de Cristo.
- Superar las ideologías: Hay que evitar
el riesgo de dar más importancia a las ideas que a la realidad de la vida
de fe que viven las personas de forma concreta.
- Hacer nacer la esperanza: Hacer lo que es
justo y verdadero no está destinado a llamar la atención o a aparecer en
los titulares, sino que tiene como objetivo ser fiel a Dios y servir a su
Pueblo. Estamos llamados a ser faros de esperanza, no profetas de
desventuras.
- Una mirada innovadora: Desarrollar
nuevos enfoques, con creatividad y una cierta dosis de audacia.
- Ser inclusivos: Una Iglesia
participativa y corresponsable, que sabe apreciar la rica variedad y
abrazar a todos aquellos que a menudo olvidamos o ignoramos.
- Una mente abierta: Evitemos las
etiquetas ideológicas y utilicemos todas las metodologías que hayan dado
sus frutos.
- Escuchar a todos sin olvidar ninguno: Aprendiendo los
unos de los otros, podemos reflejar mejor la maravillosa realidad
polifacética que está llamada a ser la Iglesia de Cristo.
- Entender el “caminar juntos”: Recorrer el
camino que Dios llama a la Iglesia para el tercer milenio.
- Llegar
a las personas a través del diálogo ecuménico e interreligioso:
Soñar juntos y caminar juntos con toda la familia humana.
Ary Waldir Ramos Díaz
Fuente: Aleteia