El P. Pier Luigi Maccalli, que fue secuestrado por radicales islámicos durante dos años, peregrinó al Santuario de Fátima (Portugal) este domingo 1 de agosto para agradecer a la Virgen por su liberación.
P. Pier Luigi Maccalli. Foto: Misiones Africanas |
El misionero indicó a la Pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada
(ACN) que si bien fue liberado el jueves 8, recibió la noticia de su libertad
la noche anterior, cuando la Iglesia celebra a Nuestra Señora del Rosario.
“Era esta conexión, aunque simbólica, la que quería honrar al
venir a Fátima, estos días, para rezar el Rosario y agradecer a María por su
intercesión, agradecer a Dios por mi liberación, que fue, en mi opinión, fruto
de tanta oración, no solo mía sino la de mi familia, mi pueblo”, agregó.
El P. Maccalli señaló que desde el día en que fue secuestrado, las
personas han rezado el Santo Rosario todos los días en su diócesis y en varias
partes del mundo, y resaltó que este “río de oración” es el que “abrió la
puerta a mi liberación”.
Además, señaló que durante su secuestro también estuvo rezando
todos los días con un rosario improvisado y resaltó que esta oración fue
siempre su compañía.
“Hice (un rosario) con un paño que me cubría la cabeza del sol, y
todos los días le rezaba a Nuestra Señora Desatanudos, encomendándole este gran
nudo y pidiéndole que intercediera por mi liberación, por mi familia, por mi
comunidad y por la paz en el mundo”, agregó.
El misionero indicó que la Virgen y el Espíritu Santo fueron su
apoyo en esos momentos difíciles “cuando experimenté la noche oscura y sentí el
silencio de Dios” y subrayó que la oración fue su fortaleza todos los días.
El P. Maccali afirmó que el momento más difícil fue el 5 de
octubre de 2018, “después de ser llevado en moto por todo Burkina Faso”.
“Ese día llegamos a una cueva y allí me esposaron a un árbol. Fue
un momento muy incómodo. Lloré. Clamé a Dios: ‘Dios mío, Dios mío, porqué me
has abandonado’”, agregó.
Para el misionero italiano, los terroristas “estaban organizados”,
pues fue secuestrado por jóvenes de la etnia fulani, que profesan el Islam,
cerca de Burkina Faso.
“Después de mi captura, al día siguiente, los vi llamar.
Ciertamente enviaron mis datos y se les ordenó llevarme hacia Malí. Cuando les
pregunté adónde me llevaban, dijeron: ‘Para los árabes’. Los árabes son una
población que vive en Mali”, indicó.
El P. Maccali indicó que después de ser entregado lo llevaron a
“otra zona donde se encuentran los tuareg”, una etnia nómada que habita el
desierto del Sahara.
“En el primer video que hicieron, el 28 de octubre, me obligaron a
decir que el primer grupo que me había secuestrado era el grupo de apoyo al
islam y a los musulmanes. Este grupo dirige varias asociaciones que están
vinculadas a al-Qaeda”, subrayó.
El misionero señaló que en varias ocasiones se preguntó qué había
motivado el secuestro, pero resaltó que no ha encontrado nada que “haya hecho,
dicho”, que haya ofendido a alguien.
“No se me puede acusar de nada. Solo creo que la misión Bomoanga
es una misión aislada, donde es fácil secuestrar a alguien y desaparecer en la
selva”, declaró. Como misión “somos presa fácil de personas que, sin
escrúpulos, tienen otras intenciones”, agregó.
Además, señaló que tiene sospechas que los secuestradores no se dieron cuenta
de que era un sacerdote, sino que solo buscaban a alguien que representara a
Occidente.
“No me conocían por mi nombre, no sabían quién era, qué estaba
haciendo o por qué estaba allí. Simplemente vieron a un individuo blanco, y
para ellos esto ya era un emblema de Occidente. Creo que buscaban un símbolo
para alimentar su guerra y su necesidad de ser reconocidos internacionalmente”,
añadió.
A pesar de los momentos difíciles que atravesó durante los dos
años del secuestro, el P. Maccali mantiene la esperanza de que la persecución
de los cristianos en África traiga frutos de paz y libertad al continente en el
futuro.
“Estoy convencido de que este momento difícil para mí, para mi
comunidad y para las comunidades africanas que viven en este tiempo de
terrorismo traerá frutos de paz, frutos de libertad, frutos de vida nueva y
quizás de nueva conciencia en tantas comunidades probadas”, remarcó.
Finalmente, señaló que mantiene contacto con sus comunidades e
indicó que ellos viven esta inseguridad.
“Muchas veces los invitan a no reunirse para no dar idea de
provocación, rezan en los hogares, algunos tuvieron que salir de sus pueblos,
pero siguen rezando, esperan y me piden que les siga apoyando en este momento
de prueba. Todos tenemos que rezar juntos para que realmente reine la paz y el
Reino de Dios entre en vigor”, concluyó.
Traducido y adaptado por Harumi Suzuki. Publicado originalmente en ACI Digital.
Fuente:
ACI