Imprime en el alma del cristiano una marca espiritual indeleble, por eso se recibe una sola vez en la vida
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Se llama
sacramento de la «madurez cristiana». La Confirmación perfecciona en nosotros la gracia
bautismal, pidiéndonos que la confirmemos.
Por eso es
importante cuidar que nuestros jóvenes reciban este sacramento y reciban la
fuerza del Espíritu Santo. Papa Francisco
¿Qué es la
Confirmación?
Con el Bautismo
nos volvemos «nuevas criaturas». Con la Confirmación, el Espíritu nos une
más fírmemente a Cristo y a la Iglesia a través de sus dones: sabiduría,
entendimiento, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios.
Sin la
Confirmación, el Bautismo sigue siendo válido y eficaz, pero la iniciación
cristiana se queda incompleta.
Desde la
Antigua Alianza los profetas anunciaron que el Espíritu Santo sería dado al
Mesías y a todo el pueblo de Israel.
Después del
Bautismo en el Jordán, el descenso del Espíritu Santo sobre Jesús indicaba que
Él era el Mesías.
Los apóstoles
recibieron el Espíritu el día de Pentecostés y desde ese momento
impusieron las manos sobre los nuevos bautizados para invocar al Espíritu sobre
ellos.
La Iglesia
identifica este gesto como el origen del sacramento de la Confirmación. Y por
eso el celebrante de la Confirmación siempre es el obispo o su delegado.
El origen
Hasta el siglo
V la Confirmación se celebraba junto al Bautismo. Como la tradición de bautizar
a los niños se volvió más popular, en Occidente los dos sacramentos fueron
separados.
La Confirmación
se movió a la edad del discernimiento, alrededor de los 12 años o más. Este
sacramento se llama Confirmación, porque confirma y fortalece la gracia
bautismal.
También se le
llama «Crisma» del latín «chrisma» que es el aceite o ungüento
perfumado que se usa en el sacramento.
El corazón del
sacramento es la unción en la frente del confirmado con el aceite santo, con la
imposición de las manos y el rezo de la fórmula:
Recibe el sello
del Espíritu Santo que se te ha dado como don
El crisma es un
aceite que cada obispo consagra para su diócesis el Jueves Santo de cada año.
En el Antiguo
Testamento era usado para consagrar a los reyes, sacerdotes y profetas, pero
también los escudos para la defensa del Pueblo de Dios y el Tabernáculo.
Hoy es usado en
la Confirmación, en la ordenación de los obispos y también para ungir el altar
y las paredes cuando se consagra una iglesia.
Soldados de
Jesús
La Confirmación
nos vuelve también «soldados» de Jesús: el Espíritu nos dona una fuerza especial
para dar testimonio de la fe.
Esto está
simbolizado en el ritual de la «bofetada», un gesto tomado de los militares: el
obispo abofetea suavemente la mejilla del confirmado, enviándolo al mundo
a «luchar» por la fe.
La Confirmación, como el Bautismo, imprime en el alma del cristiano una marca espiritual indeleble, por eso se recibe una sola vez en la vida.
Marinella Bandini
Fuente: Aleteia