Una mirada diferente
Hola, buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un
feliz día.
Ayer me estuve confesando, en un breve diálogo con el sacerdote,
le pregunté si no le costaba tener que escuchar sobre todo “lo malo” de las
personas.
Sin embargo, su respuesta me dejó muy sorprendida. Me dijo: “No,
de verdad. Nosotros recibimos un regalo del Señor porque Él nos deja ver el
corazón y eso va mucho más allá”.
Aquello se me quedó completamente clavado, porque se sentía
privilegiado, sabiendo que el Señor ve el corazón. Y que además a ellos, en
este sacramento, Él les permite asomarse un poquito, en Su nombre, a un terreno
sagrado: nuestro corazón.
De pronto se me hizo fácil abrir el corazón. Podía sentir la
mirada de Cristo desde el otro lado del confesionario, que es siempre
acogedora, que siempre te abraza y te toma sobre Sus hombros.
Con su respuesta, aquel sacerdote, también me hizo ver que así
debe ser siempre mi mirada, porque así es la de Cristo. Que no se pasa el día
diferenciando entre lo bueno y lo malo, sino que ve el corazón de la persona, y
lo ve amándolo. Por eso Su Amor salva, restaura, porque siempre está atento y
dispuesto para cada uno.
Hoy el reto del amor es mirar con los ojos de Jesús. Sintiendo así
Su mirada sobre mi vida me doy cuenta de qué bien me hace, y cómo lo necesito,
lo cuál me lleva a darme cuenta de que también los demás lo necesitan de igual
modo.
VIVE DE CRISTO
¡Feliz día!
Fuente: Dominicas de Lerma