Ningún enfermo debería sentir que
es una carga para los demás, sean con ellos "oasis de misericordia",
pide el arzobispo de Barcelona
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David Herraez Calzada | Shutterstock |
Debido a su estado, esta hermana fue
trasladada urgentemente desde su comunidad hasta el hospital. Por esta razón,
no pudo llevarse algunas cosas que usaba a diario: sus gafas, su rosario y una
pequeña cruz que siempre llevaba encima.
Eran los peores días de la pandemia.
Los hospitales estaban colapsados y las visitas a los enfermos eran muy
restringidas. Una mañana, pocos días antes
de morir, la religiosa pidió a una enfermera si le podía conseguir una pequeña
cruz.
La enfermera, al no encontrar
ninguna cruz en su despacho, buscó una por
internet, la imprimió y la colgó en la pared de la habitación de la enferma.
Aquel gesto tan bonito y sencillo
llenó de paz y alegría a la religiosa. Y todo gracias a una persona sensible
que tenía claro que hay que ponerse siempre
del lado de los que sufren.
Cuaresma de ternura
La Cuaresma es un tiempo para dar
limosna. Y qué mejor limosna que tratar
con delicadeza y amor a las personas enfermas, tal como lo hizo esta
enfermera.
El papa Francisco, en su mensaje de
Cuaresma de este año, nos anima a tratar con ternura a los enfermos. Nos pide
que ofrezcamos palabras de confianza a los necesitados, para que sientan que
Dios los ama con un amor entrañable.
Ningún enfermo es una carga
El Evangelio nos muestra muchos momentos en los que Jesús cura a
los enfermos.
El Evangelio
según san Marcos recoge un episodio en que un día Jesús
predicaba en una casa y se le acercaron cuatro personas que llevaban a un
paralítico en una camilla.
Jesús, en cuanto les vio, interrumpió la predicación para atender
al enfermo, se dirigió a él con ternura y le liberó del mal que le hacía sufrir
(cf. Mc 2,
1-12).
En ese relato se narra que, como había tanta gente en aquella
casa, los acompañantes del enfermo hicieron un agujero en el tejado,
descolgaron la camilla y presentaron el paralítico a Jesús.
Los acompañantes de este paralítico podemos ser cada uno de
nosotros, cuando tratamos de ayudar a nuestro hermano enfermo y vulnerable y lo
acercamos al Señor.
Jesús nos enseña que ningún enfermo debería sentir que es una
carga para los demás. No podemos arrinconar a las personas
que han perdido la salud.
Ideas para alegrar a los enfermos
Es por ello que Dios nos llama a mirar con cariño a los que sufren, a captar
sus necesidades y a ser para ellos, tal como dice el Papa, un «oasis de
misericordia» (Misericordiae vultus, 12).
Para estar al lado de los enfermos, a veces basta tan solo con
pequeños gestos de afecto.
Aunque
la situación sanitaria que estamos viviendo nos impide acercarnos físicamente a
los demás, siempre
podemos acompañar a los enfermos con nuestra oración, con una llamada
telefónica, con una carta, con una videoconferencia, con una sonrisa o palabra
amable.
Queridos hermanos y hermanas, que María, salud de los enfermos,
nos ayude a cuidarnos los unos a los otros. Que la Virgen, Madre de
misericordia, nos anime a estar siempre al lado de los que sufren y
de sus familias.
Por Juan José Omella, arzobispo
de Barcelona
Fuente: Aleteia