Salvada por los matices
Estos días he estado pintando una
Virgen. Cuando ya tenía los colores dados, preparé la goma laca para
barnizarla.
Al final, para poder barnizar
bien la base, alcé la figura. Y, cuando ya había terminado, quise ponerla de
nuevo en la mesa, pero... ¡se me resbaló!
Vale, no se llegó a caer, porque
rápidamente eché la mano... pero, en el sitio donde la toqué, ¡se levantó la
pintura!
Me llevé un buen disgusto. El
color estropeado era una parte de la túnica, bastante complicado, pues se logra
mezclando varios colores. En fin, había que arreglarlo.
Pensaba que iba a ser muy difícil
dar con el mismo tono de color, pero de pronto me di cuenta de que la túnica no
era de un color sólido. La había pintado con matices, dándole muchas luces y
sombras... así que, en realidad, ¡tenía muchísimos tonos! El color que hiciese
para arreglarla sería, simplemente, uno más. ¡Y quedó estupenda!
Quizá es eso lo que piensa Jesús
cuando nos elige. ¿Has mirado tu Comunidad, tu parroquia o tu grupo de fe?
¡¡Somos muy distintos unos de otros!! Y esto no es casualidad; Cristo lo ha
querido así desde el principio: ¡no hay más que ver al grupo de los Doce!
Es cierto que esas diferencias a
veces pueden dar lugar a malentendidos, o pueden hacer que se avance más
despacio, ¡que se necesite más diálogo! Jesús cuenta con ese trabajo extra,
pero sabe que merece la pena: el resultado final será rico y luminoso, ¡lleno
de colores y matices!
Y, en una Iglesia así, ¡cabe todo
el mundo! Por muy peculiar que sea tu color, ¡Él no te dejará fuera! Eres un
matiz más que enriquecerá la obra.
Hoy el reto del amor es acoger.
Te invito a que, en tu oración, des las gracias a Cristo por las peculiaridades
y dones que ha puesto en ti, ¡Él cuenta con ellas! Y hoy ábrete a descubrir la
riqueza del punto de vista y la opinión de otra persona. Si cada uno aportamos
nuestro matiz, ¡el resultado final será espléndido! ¡Feliz día!
VIVE DE CRISTO
Fuente: Dominicas de Lerma