«LLEVABA CINCO AÑOS SIN CONFESARME»

El Año Jacobeo comenzó hace una semana con la conversión de su primer peregrino, Luis Cañas, que sufrió «una crisis profunda cuando mi mujer se divorció de mí en 2013» y que se confesó el mismo día que llegó a Santiago

 

Luis Cañas. Foto cedida por Luis Cañas
Luis Cañas salió a pie de Triacastela un día después de Navidad y llegó a la plaza del Obradoiro, después de hacer una última etapa de 40 kilómetros, el 30 de diciembre, un día antes de que diera comienzo el Año Santo Compostelano.

Se dirigió entonces a la Oficina del Peregrino. Allí recibió el último sello en su credencial –el primero data de la Semana Santa de 2019 y sitúa a este peregrino conquense en El Campello (Alicante)– y se dispuso a acceder a la capilla de la oficina para asistir a la Misa de las 12:00 horas.

 «Cuando abrí la puerta, el padre Manny acababa de comenzar la Eucaristía y estaba completamente solo», asegura Cañas a este semanario. Pero a pesar del podéis ir en paz, el peregrino no abandonó el oratorio, sino que le pidió al cura que le escuchara en confesión. «Tuve una crisis profunda cuando mi mujer se divorció de mí en 2013» y «llevaba más de cinco años sin confesarme», asegura Luis, quien define esta experiencia como «una de esas cosas que te regala el Camino».

 

Con los sacramentos de la Eucaristía y la Reconciliación, Cañas tan solo aspiraba ya a cruzar la Puerta Santa. Estaba previsto que la abriera unas horas después el arzobispo de Santiago.

 

La ceremonia comenzó a las 16:30 horas. En la homilía de la Misa que siguió a la apertura, monseñor Julián Barrio instó a «afrontar» las «circunstancias especiales» de este Jacobeo marcado por la COVID-19 con una «esperanza cristiana» que «es audaz y sabe mirar más allá de la comodidad personal, de las pequeñas seguridades y compensaciones que acortan el horizonte, para abrirse a grandes ideales que hacen la vida más digna».

 

El Año Santo, añadió el prelado, «no es una huida espiritualista sino un compromiso para discernir cristianamente la realidad, en medio de la crisis antropológica, espiritual, cultural y sanitaria en la que se han visto radicalmente sacudidas las certezas fundamentales que conforman la vida de los seres humanos». Ante este panorama, aseveró, «hacer presente a Dios es un bien para la sociedad».

 

20 peregrinaciones

 

Sin embargo, el peregrino no pudo acercarse al templo jubilar. La Policía Nacional le impidió el paso. «Tenían la catedral cerrada perimetralmente y solo levantaron el cerco poco después de las 20:00 horas». Entonces Luis Cañas pudo ganar el jubileo. Fue la quinta persona en atravesar la Puerta Santa, pero el primero en hacerlo en calidad de peregrino.

 

Un día después, este bibliotecario que trabaja en el centro asociado de la UNED de Cuenca asistió a su primera Misa de 2021 en la recién restaurada catedral compostelana. «La Eucaristía estaba programada para las 12:00 horas, pero yo accedí a la nave central de la catedral a las 10:00 horas y estuve esperando todo ese tiempo». Allí recibió la comunión de manos del nuncio apostólico del Papa en España, Bernardito Auza. Solo después emprendió el camino de vuelta a casa. A la física, porque a la espiritual ya había llegado con su «conversión en el Camino de Santiago», asegura.

 

Con este último periplo, Luis Cañas ya ha peregrinado 20 veces a Santiago. Su primera caminata fue en el 2000. Un año antes –Año Santo también–, «me había topado de casualidad con varios peregrinos en Asturias». Además, «soy licenciado en Historia, especializado en Historia del Arte». Ambas experiencias se juntaron y «me picó el gusanillo jacobeo».

 

Aquel año, el peregrino conquense echó a andar desde su casa, pero tuvo que abortar la caminata por la falta de señalización y de preparación. Entonces, se trasladó en coche a Burgos y, desde allí, continuó andando a Santiago. A partir de entonces «me metí en la asociación de Amigos del Camino de Santiago de Cuenca –de la que hoy es vicepresidente–» y ha peregrinado anualmente a la catedral, a pesar incluso del coronavirus.

 
José Calderero de Aldecoa

Fuente: Alfa y Omega