Durante los días en que todo ha
estado nevado, los pájaros tenían gran dificultad para encontrar comida.
Normalmente en la ventana de nuestra cocina siempre hay algún currusco de pan
duro para ellos, aunque hay épocas del año en que no les resulta de gran
interés... Sin embargo, estos días de atrás hemos podido llegar a ver 10 o 12
pájaros a la vez peleándose por el pan.
Era impresionante de ver y,
cuanto más les ponías, más acudían, y siempre que volvías estaba vacío, por lo
que les poníamos un poco más... ¡realmente tenían hambre!
Sin embargo, si querías
contemplarlos, solo podías hacerlo a través del cristal, dado que, en cuanto
abrías la ventana, aunque solo fuera para sacarles un trocito más, salían todos
espantados. Ni siquiera esperando pacientemente a ver si alguno se acercaba con
confianza lograbas verlos de cerca.
Aquello me impactaba mucho,
porque me surgió a pensar: “Pero... si les estamos dando de comer... si solo
les vamos a hacer bien, no les vamos a hacer daño...”. Y, sin embargo, ellos no
se fían.
Y cuántas veces nos pasa esto en
la vida diaria. Cuando alguien nos da algo gratis nos extrañamos, e incluso a
veces pensamos “qué querrá”, “qué esperará de mí a cambio”. Incluso muchos de
nuestros actos son como un modo de pago en el que esperamos recompensar lo que
los demás hacen por nosotros, o para que los demás piensen esto o aquello de
nosotros, o un modo de ganarnos la confianza de los demás...
Y nos sucede también con el
Señor. Es Él mismo quien experimenta esto con nosotros: que nos lo da todo
gratis y, sin embargo, nosotros no nos damos cuenta o pensamos que a cambio
pide algo de nosotros...
Sin embargo, el Señor nos ha
llamado a algo mucho mejor. Él nos lo da todo simplemente porque nos quiere. Y
no necesita que nosotros hagamos nada para conquistarnos su Amor. Él nos ama
porque quiere amarnos, porque somos suyos, y nada más. Ni siquiera nos quiere a
cambio de una respuesta de nuestra parte, lo que sucede es que sabe que, cuanto
más cerca de Él estemos, más plena irá siendo nuestra vida. Y Él probará a
abrirnos su ventana, a ganarse nuestra confianza, para que al fin entremos en
Su casa, vayamos acogiendo su Amor y seamos siempre de los suyos. Él siempre
seguirá amándonos por más lejos que nos hayamos llegado a ir, porque no sabe hacer
otra cosa que no sea Amor.
La gratuidad es sentirse hijo y
no esclavo, y el que es hijo es libre, porque se sabe querido por ser quien es,
de modo que puede ser él mismo sin miedo al rechazo. Así es su Amor, un amor
que libera, que quita el miedo, que llena de sentido mi propia vida.
Hoy el reto del amor es soltar
las “deudas” en Cristo. Aquellas cosas por las que crees que debes pagar, o
aquellas tallas que tú mismo u otros te han puesto... todo eso déjaselo a Él.
Deja que te libere de cualquier temor, déjate querer gratuitamente por Él y,
sencillamente... ¡vive!
VIVE DE CRISTO
Fuente: Dominicas de Lerma