Dejando marca
Durante
los Ejercicios he estado usando un boli para tomar nota. En una de las charlas,
de repente, comenzó a picarme el codo un montón. ¿Sería una picadura, una
basurilla?
Estaba
escribiendo, el picor seguía... En fin, en un movimiento reflejo, me llevé la
mano al codo para rascarme, pero se me olvidó soltar el bolígrafo. En otras
circunstancias habría dado lo mismo, pero, con las anchuras de nuestro hábito,
la cosa cambia. Me “enredé” en la tela y acabé pintándome un grafiti en la
manga.
Al
principio me dio muchísima rabia (¡mi hábito limpísimo!), pero, como tengo la
pintada delante de forma continua, al final, he descubierto algo impresionante:
el boli no necesitó más que un suave roce para ir dejando marca.
Jesús
no se impone, sino que llama a tu puerta y espera. ¡Pero no espera de brazos
cruzados! Se interesa por ti mucho más de lo que imaginas, y va poniendo miles
de pequeños regalos a lo largo de tu jornada queriendo llamar tu atención,
sorprenderte... rozarte.
Creo
que, ahora que se acerca el final de los Ejercicios, eso es lo que me da más
miedo: ¡qué fácil me resulta meterme en la actividad! ¡Y yo no quiero dejar de estar
pendiente de Sus guiños!
Hoy
el reto del amor es pedirle al Señor unos ojos nuevos para poder descubrirLe a
tu lado, en todo lo que hagas. ¡Él está contigo, deseando marcar tu día con Su
amor! De Su mano, querido bolígrafo, tú también podrás ir dejando una marca
distinta a todos los que “roces” a lo largo de tu jornada. ¡Que hoy tu día vaya
escrito con la tinta del amor! No necesitas hacer grandes cosas, sino las cosas
pequeñas... ¡con gran amor! ¡Feliz día!
Fuente:
Dominicas de Lerma
