
Hace algún tiempo me regalaron unos
cascos que son inalámbricos, van por bluetooth. Y cada vez que los uso me
gustan más: son muy pequeños, cada uno como la yema de un dedo, y vienen en una
“cajita” también portátil (que en realidad es su cargador) que, al abrirla,
tiene dos huequitos con la forma exacta de los cascos.
Cuando voy a escuchar una canción o una
charla, me los pongo, y, al acabar, los coloco en su caja, y ahí mismo se
cargan. Aquello me sorprendió mucho, porque me di cuenta de que esa caja es “su
descanso”. Ellos pueden funcionar gracias a esa cajita que les llena sus
baterías y los mantiene siempre disponibles para estar activos.
Y me surgía inmediatamente una pregunta:
“¿Cuál es mi descanso?”. Solo existe un verdadero descanso: el Señor.
Sin embargo, cuando corres el “riesgo”
de dejar tu vida en Sus manos te das cuenta de que eres feliz... ¡no importa lo
que te pueda pedir si sabes que estás con Él!
El descanso no solo es dormir, ni solo
es tiempo libre, ni tampoco es un vaciamiento de uno mismo, sino que es una
entrega, un descubrir que Alguien te espera con los brazos abiertos para llevar
todo lo tuyo y, a cambio, llenarte de lo Suyo. Él es nuestra cajita, en Quien
podemos descansar.
Esta experiencia es la que suelta el
corazón, es la que nos hace sentirnos amados, acogidos tal como somos, pues Él
mismo nos ha dado forma, y es lo que nos libera para poder dejar de
preocuparnos por lo nuestro y ocuparnos en los demás.
Hoy el reto del amor es dejar eso que te
inquieta en manos del Señor. Él transforma nuestra debilidad en amor para los
demás. Solo Él puede hacer este trueque increíble.
VIVE DE CRISTO
Fuente: Dominicas de Lerma