
En
la iglesia, cuando nos ponemos en pie para comenzar a rezar, la puerta de
entrada desde la clausura queda a mi espalda. Entonces me gusta tratar de
adivinar qué hermana es la que está entrando, a partir del sonido de su rosario
o por la velocidad de sus pisadas...
Ayer
por la mañana, poco antes de comenzar, percibí el ruido de pasos. Sin embargo,
no lograba saber quién era. Eran pasos rápidos, podría ser sor Carmen... pero,
por el sonido de la madera, eran pisadas fuertes, así que igual era Lety... ¡no
me encajaba nada!
Poco
después, el misterio se resolvió: ¡¡sor Carmen y Lety entraron juntas por la
puerta!! El sonido de sus pisadas se había entremezclado, ¡las había reconocido
y confundido a la vez!
De
pronto me di cuenta de que esto mismo es lo que el Señor sueña de cada uno de
nosotros.
¿Y
tú? ¿Sigues el sonido de las pisadas de Cristo? Sus invitaciones, sugerencias,
esa sutil voz en tu corazón...
A
veces es difícil estar dispuesto a cambiar el paso, poner un nuevo ritmo...
pero, cada vez que le dices “Sí”, cada vez que eres Su instrumento para llevar
Su amor a un hermano, dejas que se escuchen Sus pisadas entre las tuyas, ¡hasta
que llegue a ser un único sonido, un mismo paso! ¡Ojalá lleguemos un día a
decir con san Pablo: “Ya no soy yo quien vive, es Cristo quien vive en mí”!
Hoy
el reto del amor es comenzar la jornada sabiendo que Jesús camina en tus
zapatos. ¡Él va contigo! Y, contigo, quiere llegar a una persona a lo largo del
día. Abre los ojos y deja que Él te indique: ¡alguien necesita tu ayuda, tu
escucha o tu compañía! ¿Dispuesto a caminar al ritmo que te marque el Señor?
¡Feliz día!
VIVE
DE CRISTO
Fuente: Dominicas de Lerma