Que
la Virgen María nos ayude a hacer de la corrección fraterna un hábito saludable
El
Pontífice habla de la corrección fraterna y asegura que es un hábito saludable
“para que en nuestras comunidades se puedan establecer siempre nuevas
relaciones fraternas, basadas en el perdón mutuo y, sobre todo, en la fuerza
invencible de la misericordia de Dios”
Este
mediodía el Papa Francisco se ha asomado desde el balcón del Palacio Apostólico
para reflexionar sobre la “corrección fraterna” de la que habla Mateo en el
Evangelio de hoy, tomado del cuarto discurso de Jesús conocido como discurso
"comunitario" o "eclesial".
Francisco
ha asegurado que nos invita a reflexionar sobre la doble dimensión de la
existencia cristiana: “aquella comunitaria, que exige la protección de la
comunión, y aquella personal, que requiere la atención y el respeto de cada
conciencia individual”. Además ha pedido “que la Virgen María nos ayude a hacer
de la corrección fraterna un hábito saludable, para que en nuestras comunidades
se puedan establecer siempre nuevas relaciones fraternas, basadas en el perdón
mutuo y, sobre todo, en la fuerza invencible de la misericordia de Dios”.
3 intervenciones para
corregir al hermano que se ha equivocado
El
Santo Padre señala que para corregir al hermano que se ha equivocado “Jesús
sugiere una pedagogía de recuperación, articulada en tres pasajes”:
Repréndelo entre tú y él
solo
En
el primero, Jesús dice: "Repréndelo entre tú y él solo". Francisco
explica que aquí lo que Jesús nos quiere decir es que “no debes poner su pecado
delante de todos”. “Se trata – añade – de ir al hermano con discreción, no para
juzgarlo, sino para ayudarlo a darse cuenta de lo que ha hecho”.
“Cuántas
veces hemos tenido esta experiencia que alguien viene y nos dice mira en esto
te has equivocado, tendrías que cambiar esto”, quizás al principio nos
enfadamos – dice el Papa – pero luego agradecemos porque es un gesto de
hermandad, de comunión, de ayuda y de recuperación”.
El
Papa explica además que “no es fácil” poner en práctica esta enseñanza de
Jesús, por varias razones: “Porque existe el temor de que el hermano o la
hermana reaccione mal”, porque “a veces no hay suficiente confianza con él o
ella”. Así mismo explica que, “puede suceder que a pesar de mis buenas
intenciones, la primera intervención fracase” en este caso – puntualiza – “es
una buena idea no desistir, sino recurrir al apoyo de algún otro hermano o
hermana”.
Si no te escucha: toma
contigo uno o dos testigos
En
el segundo pasaje, Jesús dice: "Si no te escucha, toma todavía contigo uno
o dos, para que todo asunto quede zanjado por la palabra de dos o tres
testigos" (v. 16). El Papa señala que este es “un precepto de la Ley de
Moisés” y que aunque parezca contra el acusado, “en realidad servía para
protegerlo de falsos acusadores”.
“Pero
Jesús va más allá – dice el Papa - los dos testigos son pedidos no para acusar
y juzgar, sino para ayudar”. De hecho, añade: “Jesús considera que este enfoque
con testigos también puede fracasar, a diferencia de la Ley de Moisés, para la
cual el testimonio de dos o tres era suficiente para la condena”.
Si las anteriores han
fracasado: díselo a la comunidad
Por
último, el Pontífice indica que las anteriores intervenciones pueden fracasar
porque “el amor de dos o tres hermanos puede ser insuficiente” y es por eso que
en este caso, Jesús añade: “díselo a la comunidad", es decir, “a la
Iglesia”.
Si
la primera intervención fracasa, Francisco considera que es una buena idea “no
desistir y que se las arregle, me lavo las manos, no, esto no es cristiano”,
sino “recurrir al apoyo de algún otro hermano o hermana”.
Francisco
subraya que incluso esto “puede no ser suficiente” y tengamos que recurrir a
“poner a nuestro hermano de nuevo en las manos de Dios”, de hecho Jesús dice:
"Y si hasta a la comunidad desoye, sea para ti como el pagano y el
publicano".
El Papa exhorta a no
chismorrear de los defectos u errores de los demás
Además,
pone un ejemplo: “Cuando nosotros vemos un error, un defecto, un desliz, de un
hermano o una hermana, generalmente la primera cosa que hacemos es ir a
contárselo a los demás, a chismosear. Y las habladurías cierran el corazón a la
comunidad y cierran la unidad de la Iglesia”. Francisco se detiene para
explicar que “el gran chismoso es el diablo”, “que siempre va diciendo las
cosas malas de los otros, porque es el mentiroso que busca desunir a la Iglesia
y de alejar a los hermanos y no hacer comunidad”. Es por eso que ha pedido por
favor “que hagamos un esfuerzo para no chismosear”: “El chismorreo es una peste
más fea que el Covid, peor, hagamos un esfuerzo, nada de habladurías, nada”.
Por
lo tanto – concluye – “no se trata de una condena sin apelación, sino del
reconocimiento de que a veces nuestros intentos humanos pueden fracasar, y que
sólo estando solo ante Dios puede poner a nuestro hermano ante su propia
conciencia y la responsabilidad de sus actos”. “Si la cosa no va – puntualiza –
silencio y oración por el hermano y hermana que se equivoca pero jamás
chismorreo”.
Mireia
Bonilla – Ciudad del Vaticano
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