Cuando los apóstoles se
reunieron en Jerusalén para el primer Concilio o reunión de todos los jefes de
la Iglesia, fue este apóstol Santiago el que redactó la carta que dirigieron a
todos los cristianos (Hechos 15)
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Dominio público |
Escritores
de la Iglesia primitiva y Eusebio, historiador de la Iglesia, afirman que San
Felipe predicó el Evangelio en Frigia y murió en Hierápolis. Papías, obispo de
este lugar, supo por las hijas del apóstol, que a Felipe se le atribuía el
milagro de la resurrección de un muerto.
A
Santiago se le llama "el Menor" para diferenciarlo del otro apóstol,
Santiago el Mayor (que fue martirizado poco después de la muerte de Cristo).
El
evangelio dice que era de Caná de Galilea, que su padre se llamaba Alfeo y que
era familiar de Nuestro Señor. Es llamado "el hermano de Jesús", no
porque fuera hijo de la Virgen María, la cual no tuvo sino un solo Hijo,
Nuestro Señor Jesucristo, sino porque en la Biblia se le llaman "hermanos"
a los que provienen de un mismo abuelo: a los primos, tíos y sobrinos (y
probablemente Santiago era "primo" de Jesús, hijo de alguna hermana
de la Sma. Virgen).
En
la S. Biblia se lee que Abraham llamaba "hermano" a Lot, pero Lot era
sobrino de Abraham. Y se le lee también que Jacob llamaba "hermano" a
Laban, pero Laban era tío de Jacob. Así que el decir que alguno era
"hermano" de Jesús no significa que María tuvo más hijos, sino que
estos llamados "hermanos", eran simplemente familiares: primos, etc.
San
Pablo afirma que una de las apariciones de Jesús Resucitado fue a Santiago. Y
el libro de Los Hechos de los Apóstoles narra cómo en la Iglesia de Jerusalén
era sumamente estimado este apóstol. (Lo llamaban "el obispo de
Jerusalén"). San Pablo cuenta que él, la primera vez que subió a Jerusalén
después de su conversión, fue a visitar a San Pedro y no vio a ninguno de los
otros apóstoles, sino solamente a Santiago.
Cuando
San Pedro fue liberado por un ángel de la prisión, corrió hacia la casa donde
se hospedaban los discípulos y les dejó el encargo de "comunicar a
Santiago y a los demás", que había sido liberado y que se iba a otra
ciudad (Hech. 12,17). Y el Libro Santo refiere que la última vez que San Pablo
fue a Jerusalén, se dirigió antes que todo "a visitar a Santiago, y allí
en casa de él se reunieron todos los jefes de la Iglesia de Jerusalén"
(Hech. 21,15). San Pablo en la carta que escribió a los Gálatas afirma:
"Santiago es, junto con Juan y Pedro, una de las columnas principales de
la Iglesia". (Por todo esto se deduce que era muy venerado entre los
cristianos).
Cuando
los apóstoles se reunieron en Jerusalén para el primer Concilio o reunión de
todos los jefes de la Iglesia, fue este apóstol Santiago el que redactó la
carta que dirigieron a todos los cristianos (Hechos 15).
Hegesipo,
historiador del siglo II dice: "Santiago era llamado ‘El Santo’. La gente
estaba segura de que nunca había cometido un pecado grave. Jamás comía carne,
ni tomaba licores. Pasaba tanto tiempo arrodillado rezando en el templo, que al
fin se le hicieron callos en las rodillas. Rezaba muchas horas adorando a Dios
y pidiendo perdón al Señor por los pecados del pueblo.
La
gente lo llamaba: ‘El que intercede por el pueblo’". Muchísimos judíos
creyeron en Jesús, movidos por las palabras y el buen ejemplo de Santiago. Por
eso el Sumo Sacerdote Anás II y los jefes de los judíos, un día de gran fiesta
y de mucha concurrencia le dijeron: "Te rogamos que ya que el pueblo
siente por ti grande admiración, te presentes ante la multitud y les digas que
Jesús no es el Mesías o Redentor".
Y
Santiago se presentó ante el gentío y les dijo: "Jesús es el enviado de
Dios para salvación de los que quieran salvarse. Y lo veremos un día sobre las
nubes, sentado a la derecha de Dios". Al oír esto, los jefes de los sacerdotes
se llenaron de ira y decían: "Si este hombre sigue hablando, todos los
judíos se van a hacer seguidores de Jesús". Y lo llevaron a la parte más
alta del templo y desde allá lo echaron hacia el precipicio. Santiago no murió
de golpe sino que rezaba de rodillas diciendo: "Padre Dios, te ruego que
los perdones porque no saben lo que hacen".
El
historiador judío, Flavio Josefo, dice que a Jerusalén le llegaron grandes
castigos de Dios, por haber asesinado a Santiago que era considerado el hombre
más santo de su tiempo.
Este
apóstol redactó uno de los escritos más agradables y provechosos de la S.
Biblia. La que se llama "Carta de Santiago". Es un mensaje hermoso y
sumamente práctico. Ojalá ninguno de nosotros deje de leerla. Se encuentra al
final de la Biblia.
Allí dice frases tan importantes como estas: "Si
alguien se imagina ser persona religiosa y no domina su lengua, se equivoca y
su religión es vana". "Oh ricos: si no comparten con el pobre sus
riquezas, prepárense a grandes castigos del cielo". "Si alguno está
triste, que rece. Si alguno se enferma, que llamen a los presbíteros y lo unjan
con aceite santo, y esa oración le aprovechará mucho al enfermo" (de aquí
sacó la Iglesia la costumbre de hacer la Unción de los enfermos). La frase más
famosa de la Carta de Santiago es esta: "La fe sin obras, está
muerta".
Fuente:
ACI