No quiero ni pensar lo que sería si el coronavirus
entrase indiscriminadamente en las favelas de Río y Sao Paolo, o en las
prisiones, por ejemplo, donde la gente vive literalmente amontonada y sin
ninguna medida de salud
Favelas Brasil |
“Por aquí, en nuestra región, la situación está relativamente tranquila,
aunque la última semana empeoró. Por el momento el problema se empieza a
sentir, a pesar de las medidas drásticas, en las grandes ciudades como Sao
Paulo, Río de Janeiro, Brasilia… Al ser Bahía uno de los estados del nordeste,
la región más pobre de Brasil, donde la movilidad es poca, se siente menos que
en otros más desarrollados.
En las 23 ciudades de nuestra diócesis, solo ha habido una muerte,
pensamos, por coronavirus. El gobernador de nuestro estado se preocupó desde el
principio controlando las carreteras que vienen del sur y reduciendo la
movilidad de las personas. Este es uno de los motivos por los que estamos con
pocos contaminados.
La misma actitud tuvo el alcalde de nuestra ciudad, Ruy Barbosa, donde
vivo; controlar los accesos a la ciudad, informar constantemente con un coche
de megafonía móvil para no salir de casa y todas las medidas de prevención,
está dando resultado. En una ciudad próxima de la nuestra hay un contaminado
que llegó de Río de Janeiro hace unos días. Aquí estamos muy lejos de la
realidad que estáis viviendo vosotros, aunque, por las últimas noticias que nos
llegan, la situación parece que empieza a ser controlada.
¿Cómo lo estamos viviendo? Angustiados y en paz, dependiendo del momento.
Aunque cerca de nuestra ciudad solo hay un caso declarado, sabemos que hay
mucha gente sufriendo y muriendo y esto te deja profundamente entristecido.
Muchos nordestinos viven en el sur, donde el problema empieza a ser
preocupante. Huyendo intentan llegar a sus ciudades de origen, donde nosotros
vivimos, saltándose los controles de las carreteras. Notamos que aquí la
población está aumentando. Nuestro sistema de salud es precario.
No quiero ni pensar lo que sería si el coronavirus entrase indiscriminadamente
en las favelas de Río y Sao Paolo, o en las prisiones, por ejemplo, donde la
gente vive literalmente amontonada y sin ninguna medida de salud. Las
autoridades civiles, gobernadores y alcaldes, de manera general, están
empeñados en controlar la pandemia. Para el presidente, Bolsonaro, un loco que
merecería estar encerrado, el problema que enfrenta toda la humanidad no pasa
de ser una pequeña gripe.
Desde que empezó la pandemia las Iglesias están cerradas, sin
celebraciones, sin catequesis, ni encuentros, ni grupos, nada de nada. Nunca
imaginé que pudiese celebrar una semana santa sin gente en la iglesia, una
iglesia de bancos vacíos. Nuestra comunidad, mucha gente, participó de las
celebraciones a través de la radio comunitaria y del Facebook. Todos los días
celebramos la misa con la iglesia vacía y es retransmitida por las redes
sociales.
Esta es la realidad que vivimos desde hace casi un mes; en nuestra
parroquia todo está parado y el cura y el obispo, respetando las orientaciones,
prácticamente de cuarentena. Salimos a la calle lo imprescindible. Como siempre
en medio de esta realidad pesada hay aspectos positivos, muy bonitos: ¡cuántos
gestos de solidaridad, a todos los niveles! Vivir para trabajar y ganar dinero,
cuanto más mejor, parece que es un esquema que se resquebraja. La sociedad
está, por primera vez, más empeñada en salvar vidas que en ganar dinero; la
vida en primer lugar.
Para terminar, una buena noticia, por lo menos para mi obispo, que desde
hace tiempo está esperando un sustituto; fue nombrado obispo de Ruy Barbosa Dom
Estevam, hasta ahora obispo auxiliar de Salvador, capital del Estado de Bahía.
Hace tiempo que tengo en mi mesa el billete para España, 27 de junio, pero
con todo este lío nadie está seguro de nada. Esperemos que después de estos
tiempos tumultuosos surja una bonita primavera que nos invite a vivir la vida
intensamente. Cuidaros. Un abrazo fuerte y grande como el mundo. Rezo por
vosotros”.
Fuente: OMPRESS-BRASIL