NI PENSAR LO QUE SERÍA SI EL CORONAVIRUS ENTRASE EN LAS FAVELAS

No quiero ni pensar lo que sería si el coronavirus entrase indiscriminadamente en las favelas de Río y Sao Paolo, o en las prisiones, por ejemplo, donde la gente vive literalmente amontonada y sin ninguna medida de salud

Favelas Brasil
El misionero Antonio Pintado Marqués es un sacerdote madrileño que ejerce su labor en Ruy Barbosa, una diócesis brasileña en el Estado de Bahía. Constata que, también en Brasil, “la sociedad está, por primera vez, más empeñada en salvar vidas que en ganar dinero” y son muchos los gestos de solidaridad.

“Por aquí, en nuestra región, la situación está relativamente tranquila, aunque la última semana empeoró. Por el momento el problema se empieza a sentir, a pesar de las medidas drásticas, en las grandes ciudades como Sao Paulo, Río de Janeiro, Brasilia… Al ser Bahía uno de los estados del nordeste, la región más pobre de Brasil, donde la movilidad es poca, se siente menos que en otros más desarrollados.

En las 23 ciudades de nuestra diócesis, solo ha habido una muerte, pensamos, por coronavirus. El gobernador de nuestro estado se preocupó desde el principio controlando las carreteras que vienen del sur y reduciendo la movilidad de las personas. Este es uno de los motivos por los que estamos con pocos contaminados.

La misma actitud tuvo el alcalde de nuestra ciudad, Ruy Barbosa, donde vivo; controlar los accesos a la ciudad, informar constantemente con un coche de megafonía móvil para no salir de casa y todas las medidas de prevención, está dando resultado. En una ciudad próxima de la nuestra hay un contaminado que llegó de Río de Janeiro hace unos días. Aquí estamos muy lejos de la realidad que estáis viviendo vosotros, aunque, por las últimas noticias que nos llegan, la situación parece que empieza a ser controlada.

¿Cómo lo estamos viviendo? Angustiados y en paz, dependiendo del momento. Aunque cerca de nuestra ciudad solo hay un caso declarado, sabemos que hay mucha gente sufriendo y muriendo y esto te deja profundamente entristecido. Muchos nordestinos viven en el sur, donde el problema empieza a ser preocupante. Huyendo intentan llegar a sus ciudades de origen, donde nosotros vivimos, saltándose los controles de las carreteras. Notamos que aquí la población está aumentando. Nuestro sistema de salud es precario.

No quiero ni pensar lo que sería si el coronavirus entrase indiscriminadamente en las favelas de Río y Sao Paolo, o en las prisiones, por ejemplo, donde la gente vive literalmente amontonada y sin ninguna medida de salud. Las autoridades civiles, gobernadores y alcaldes, de manera general, están empeñados en controlar la pandemia. Para el presidente, Bolsonaro, un loco que merecería estar encerrado, el problema que enfrenta toda la humanidad no pasa de ser una pequeña gripe.

Desde que empezó la pandemia las Iglesias están cerradas, sin celebraciones, sin catequesis, ni encuentros, ni grupos, nada de nada. Nunca imaginé que pudiese celebrar una semana santa sin gente en la iglesia, una iglesia de bancos vacíos. Nuestra comunidad, mucha gente, participó de las celebraciones a través de la radio comunitaria y del Facebook. Todos los días celebramos la misa con la iglesia vacía y es retransmitida por las redes sociales.

Esta es la realidad que vivimos desde hace casi un mes; en nuestra parroquia todo está parado y el cura y el obispo, respetando las orientaciones, prácticamente de cuarentena. Salimos a la calle lo imprescindible. Como siempre en medio de esta realidad pesada hay aspectos positivos, muy bonitos: ¡cuántos gestos de solidaridad, a todos los niveles! Vivir para trabajar y ganar dinero, cuanto más mejor, parece que es un esquema que se resquebraja. La sociedad está, por primera vez, más empeñada en salvar vidas que en ganar dinero; la vida en primer lugar.

Para terminar, una buena noticia, por lo menos para mi obispo, que desde hace tiempo está esperando un sustituto; fue nombrado obispo de Ruy Barbosa Dom Estevam, hasta ahora obispo auxiliar de Salvador, capital del Estado de Bahía.

Hace tiempo que tengo en mi mesa el billete para España, 27 de junio, pero con todo este lío nadie está seguro de nada. Esperemos que después de estos tiempos tumultuosos surja una bonita primavera que nos invite a vivir la vida intensamente. Cuidaros. Un abrazo fuerte y grande como el mundo. Rezo por vosotros”.

Fuente: OMPRESS-BRASIL