La
Misa en streaming funciona
Hola,
buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Ayer
llegamos toda la Comunidad tarde a Misa... Bueno, no fue exactamente así, sino
que, cuando solo quedaba un minuto para comenzar, el ordenador de pronto se
puso “de no”, y no había manera de hacerlo entrar en razones. Me sorprendió
sentir que ninguna me miraba inquieta ni nos dijeron nada metiendo prisa o
enfadadas, pero yo estaba tan bloqueada... No me podía creer lo que estaba
pasando y era incapaz de buscar otra solución. Menos mal que Lety estuvo rápida
y se fue a por su ordenador y, gracias a eso, pudimos incorporarnos cinco
minutos más tarde a la Eucaristía.
Qué
rabia e impotencia me invadió por todo mi ser. De pronto interiormente
necesitaba buscar un culpable, un chivo expiatorio sobre el que volcar toda mi
frustración, pero sabía que lo que me estaba pasando no tenía nada más que un
nombre: “yo”, que me fastidiaba haber hecho a todas esperar.
Sin
embargo, desde esa verdad, fui escuchado la Palabra y, cuando llegamos a la
Consagración, sentía cómo mi corazón se iba soltando hasta poder entregárselo
todo al Señor en la Eucaristía. Lo que pude experimentar es que la Misa en
streaming es poderosa. Hasta hace unos días me planteaba si realmente lo sería,
pero ahora mi experiencia me dice que es válida, que, cuando de corazón quieres
acoger al Señor y la vives mirándole a Él y queriendo descubrirle, Él no cesa
de actuar.
No
me lo esperaba, y el Señor me demostró que su Gracia traspasa también los
medios informáticos. Él, ante estas circunstancias, no se detiene, no cesa de
actuar en nosotros; solo necesitamos quererlo acoger en nuestra nueva
situación, en nuestras familias, en nuestras frustraciones y alegrías, en nuestros
trabajos y en el descanso, en los ratos de oración y en la entrega desde el
Amor... ¡Él siempre está!
Hoy
el reto del Amor es unirse a una oración en streaming. Le agradezco tanto al
Señor que, en medio de esta pandemia que nos tiene a todos aislados, nos regale
estos medios hasta para poder recibirle a Él. Misas, adoraciones, rosarios,
liturgia de las Horas... son infinitas las posibilidades. En ese momento de
enfado, de necesidad, o incluso dentro de tu horario, da paso a Cristo y deja
en Él tus cosas, dale tu mano y búscale, ¡Él siempre sale a tu encuentro!
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma