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del equipo
Hola,
buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
El
otro día escribí a un amigo mío, sacerdote en Madrid. Su parroquia no está
pasando un buen momento. Respondió poniéndome un poco al tanto de la situación.
El mensaje terminaba con una frase que me impactó mucho:
“Cuidaos
y cuidadnos”.
Qué
bella forma de pedir que sigamos orando por ellos...
Y
es que muchas veces me dejo llevar por la actividad, por el hacer... Siento
que, si no hago algo en esta situación, no estoy colaborando. ¡Qué difícil es
no poder “hacer” nada!
Pero,
¿acaso eso es verdad? ¿No podemos hacer nada? ¡Claro que sí! Podemos orar. Y te
aseguro que estoy sintiendo de forma nueva el reto que eso supone. Parece más
fácil intentar arreglar las cosas por nuestra cuenta, o desesperarse incluso...
que detenerse y orar por ellas.
Orar
significa reconocer que no podemos hacerlo nosotros. Significa dejar el
problema en manos del Señor y confiar en Su poder. Implica priorizar la actividad
de Cristo por encima de la actividad del hombre. Eso es lo difícil: no poder
actuar, tener que confiar. Y, sin embargo, para muchos de nosotros, esa es
nuestra misión en este momento.
Tenemos
miles de profesionales sanitarios arriesgándose a diario cara a cara con la
enfermedad. Pero también hay agentes de seguridad, transportistas,
trabajadores, voluntarios, sacerdotes... Hay muchas personas que cada día se
arriesgan para mantenernos en esta situación. Ellos nos cuidan. Nuestra misión
es cuidarles a ellos.
La
oración no tiene límites. No depende del lugar ni del tiempo. Basta un corazón
dispuesto a presentarse ante el Señor para interceder por nuestros hermanos.
Mientras
Josué y su ejército luchaban contra Amalec, en lo alto del monte Moisés
mantenía los brazos en alto, orando a Dios. Porque la victoria no depende solo
del campo de batalla. Y cada uno tenemos nuestra misión en este momento.
¿Vienes a ocupar tu puesto?
Hoy
el reto del amor es ser la defensa de una persona. Piensa en alguien conocido
que esté fuera de casa en estos momentos, trabajando, ayudando o enfermo. Ora
por él o ella, con su nombre. Y, si no tienes a nadie cercano, ora “por quien
más lo necesite”. Que nuestra oración sea hoy el escudo y la fuerza de nuestros
hermanos. Cumplamos la misión que Cristo nos ha encomendado: amarnos y cuidaros
unos a otros. No hay distancia que pueda impedir eso.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma