En su homilía el Santo Padre nos invitó a orar con fe,
perseverancia y valentía, especialmente en este momento
Este 23 de marzo, en la Misa en Santa Marta, el Santo
Padre oró por las familias que empiezan a experimentar necesidades económicas a
causa de la pandemia y que no pueden trabajar debido a las medidas de seguridad
que se han adoptado en diferentes lugares del mundo. En su homilía, el Papa
invitó a intensificar nuestra oración durante este tiempo, y a rezar con fe,
perseverancia y valentía.
En la Misa matutina celebrada – y transmitida en vivo
– en la Capilla de la Casa Santa Marta, el Papa Francisco después de recitar la
Antífona de entrada que dice: “Yo confío en el Señor. Que tu
misericordia sea mi gozo y mi alegría porque te has fijado en mi aflicción”
(Cfr. Sal 30, 7-8), oró por aquellos que están sufriendo por la crisis
económica causada por la epidemia del coronavirus que ha bloqueado muchas
actividades de trabajo:
“Oremos hoy por las personas que empiezan a tener
problemas económicos a causa de la pandemia, porque no pueden trabajar y todo
esto recae en la familia. Oremos por la gente que tiene este problema”.
En su homilía, comentando el Evangelio de San Juan (4,
43-54) sobre la curación del hijo del funcionario del rey, el Santo Padre nos
invitó a orar con fe, perseverancia y valentía, especialmente en este momento.
A continuación el texto de la homilía según nuestra
transcripción y al mismo tiempo te invitamos a seguir la Santa Misa (video
integral) desde nuestro canal de Youtube:
Este padre pide salud para su hijo. El Señor reprocha
un poco a todos, pero también a él: “Si no ven signos y prodigios, ustedes no
creen”. El funcionario, en lugar de callar y estar en silencio, se adelanta y
le dice: "Señor, baja, antes de que mi hijo muera". Y Jesús le
respondió: "Ve, tu hijo vive".
Existen tres cosas que se necesitan para hacer una
verdadera oración. La primera es la fe: si no tienen fe... Y muchas veces, la
oración es sólo oral, de la boca... pero no viene de la fe del corazón, o de
una fe débil... Pensemos en otro padre, el del hijo demonizado, cuando Jesús
respondió: "Todo es posible para el que cree"; el padre, como dice
claramente: "Yo creo, pero aumenta mi fe". La fe en la oración. Rezar
con fe, tanto cuando rezamos fuera, como cuando venimos aquí y el Señor está
allí: pero ¿tengo fe o es un hábito? Tengamos cuidado en la oración: no
caigamos en el hábito sin la conciencia de que el Señor está ahí, que estoy
hablando con el Señor y que Él es capaz de resolver el problema. La primera
condición para la verdadera oración es la fe.
La segunda condición que el mismo Jesús nos enseña es
la perseverancia. Algunos piden pero la gracia no llega: no tienen esta
perseverancia, porque en el fondo no la necesitan, o no tienen fe. Y el mismo
Jesús nos enseña la parábola de ese señor que va donde el vecino a pedir pan a
medianoche: la perseverancia para llamar a la puerta... O la viuda, con el juez
injusto: e insiste e insiste e insiste: es la perseverancia. La fe y la
perseverancia van juntas, porque si tienes fe estás seguro de que el Señor te
dará lo que pidas. Y si el Señor te hace esperar, golpea, golpea, al final el
Señor da la gracia. Pero no lo hace, el Señor, para hacerse al interesante o
para decir "mejor que espere": no. Lo hace por nuestro propio bien,
para que tomemos las cosas en serio. Tomar en serio la oración, no como los
papagayos: bla, bla, bla, bla, bla y nada más... El mismo Jesús nos reprocha:
"No sean como los gentiles que creen en la eficacia de la oración y en las
palabras, muchas palabras". No. Es la perseverancia allí. Es la fe.
Y la tercera cosa que Dios quiere en la oración es la
valentía. ¿Alguien puede pensar: se necesita valor para rezar y estar ante el
Señor? Se necesita. El coraje de estar ahí pidiendo y yendo adelante, casi –
casi, no quiero decir herejía – pero casi como amenazando al Señor. El coraje
de Moisés ante Dios cuando Dios quiso destruir al pueblo y hacerlo jefe de otro
pueblo. Dice: "No. Yo con el pueblo". Coraje. El coraje de Abraham,
cuando negocia la salvación de Sodoma: "¿Y si fueran 30, y si fueran 25, y
si fueran 20?": ahí, valentía. Esta virtud de la valentía, requiere mucho.
No sólo por las acciones apostólicas, sino también por la oración.
Fe, perseverancia y valentía. En estos días en que es
necesario rezar, rezar más, pensemos si rezamos de esta manera: con fe en que
el Señor puede intervenir, con perseverancia y con coraje. El Señor no
decepciona: No decepciona. Nos hace esperar, se toma su tiempo, pero no nos
decepciona. Fe, perseverancia y coraje.
Finalmente, el Papa terminó la celebración con la
adoración y la bendición eucarística, invitándonos a hacer la comunión
espiritual.
A continuación la oración recitada por el Papa:
“A tus pies me Postro, ¡oh Jesús mío!, y te ofrezco el
arrepentimiento de mi corazón contrito, que se hunde en la nada, ante Tu santa
Presencia. Te adoro en el Sacramento de Tu amor, la inefable Eucaristía, y
deseo recibirte en la pobre morada que te ofrece mi alma. Esperando la dicha de
la Comunión sacramental, quiero poseerte en espíritu. Ven a mí, puesto que yo
vengo a Ti, ¡oh mi Jesús!, y que Tu amor inflame todo mi ser en la vida y en la
muerte. Creo en Ti, espero en Ti, Te amo. Así sea”.
Vatican News