Es ahora, en este tiempo donde el coronavirus oprime a los pueblos del mundo entero, hace falta volvernos hacia Dios con más intensidad, confianza y verdad para confiar en su ternura de Padre, y hacia la Santísima Virgen María
«Es ahora, en este tiempo donde el
coronavirus oprime a los pueblos del mundo entero, hace falta volvernos hacia
Dios con más intensidad, confianza y verdad para confiar en su ternura de
Padre, y hacia la Santísima Virgen María para que ella nos cubra y nos proteja
con su manto maternal»
El Cardenal
Sarah ha compartido en su cuenta de Twitter palabras para animar a volver la
mirada al Señor.
Queridos
amigos,
Me da gusto
encontrarlos de nuevo por estas líneas para animaros a rezar más y no dejarlos.
Rezad sobre todo con un corazón desbordante de amor y de caridad, un corazón
reconciliado con Dios y con nuestros hermanos y hermanas.
Si las
circunstancias o las disposiciones civiles o eclesiásticas provocadas por el
coronavirus os impiden ir a la iglesia simplemente para encontrar al Señor, o
para tomar parte en la Eucaristía, sepan sin embargo que nadie, absolutamente
nadie, puede impediros de volverse hacia Dios e implorar su ayuda en este
momento de gran prueba.
Recordad las
palabras que Jesús nos dirige hoy, en este tercer domingo de Cuaresma: «Mujer,
créeme a Mí, porque viene la hora, en que ni sobre este monte ni en Jerusalén
adoraréis al Padre… Pero la hora viene, y ya ha llegado, en que los adoradores
verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre
desea que los que adoran sean tales. Dios es espíritu, y los que lo adoran,
deben adorarlo en espíritu y en verdad» (Jn. 4, 21-24).
Es ahora, en este tiempo donde el coronavirus oprime a los pueblos del mundo entero, hace falta volvernos hacia Dios con más intensidad, confianza y verdad para confiar
en su ternura de Padre, y hacia la Santísima Virgen María para que ella nos
cubra y nos proteja con su manto maternal. San Pablo nos lo recomienda cuando
escribe a los cristianos de Éfeso, y a nosotros también: «Vivid orando siempre
en el Espíritu con toda suerte de oración y plegaria, y velando para ello con
toda perseverancia y súplica por todos los santos» (Ef. 6, 18).
Juntos, en un
solo corazón y una sola alma, y unidos en la misma fe, levantemos las manos
hacia Dios y supliquémosle. Confiémosle el mundo y Su Iglesia. Su corazón se
ensanchará y nos salvará.
Traducción
de Dominus Est.
Fuente: InfoCatolica