En
la séptima meditación de los Ejercicios Espirituales de Cuaresma en Ariccia,
que Francisco sigue desde el Vaticano, el predicador Padre Bovati se detuvo en
el tema "Lucha y Oración”, dice L'Osservatore Romano
Casa Divin Maestro, ejercicios espirituales de la Curia Romana (Vatican Media) |
Su mirada se dirigió
a "una sociedad enferma, herida, abandonada", con fuerzas que buscan
destruir lo que Cristo fundó, pero, añadió el sacerdote, "la roca sobre la
que se construye la Iglesia resistirá al mal" a través de "nuestra
participación activa en la fe y la oración".
"Lucha
y Oración" suena casi como un título de película. Y las apremiantes
historias bíblicas que el Padre Pietro Bovati bosquejó en la mañana del jueves
5 de marzo, en la séptima meditación de los ejercicios espirituales para la
Curia Romana en Ariccia, tienen un sabor verdaderamente cinematográfico. Con
una clave de lectura: la Iglesia está siendo atacada violentamente,
abiertamente y sutilmente, pero la respuesta está precisamente en la
combinación entre el testimonio en el campo y la oración auténtica. Sin
cansarse, sin resignarse y nunca solos, y con un arma secreta: la de la fe que,
en efecto, mueve montañas.
El don de la gracia
"El
día de hoy está dedicado a meditar sobre el compromiso personal que el Señor
exige a cada uno de nosotros, según la vocación recibida, del don de la gracia,
con los deberes relacionados con esta gracia", señaló el predicador,
recordando que "toda forma de negligencia, de pereza, equivale a maldad y
desprecio hacia Dios".
El servicio del sacerdote
Es,
por lo tanto, a aquellos “que el Señor ha consagrado por la unción sacerdotal”
a quien se dirige la pregunta de hoy: ¿cuál es el primer y fundamental servicio
que el ministro de Dios está llamado a realizar? Sin duda, "hoy en día, en
una sociedad enferma, herida, abandonada, enfrentada a necesidades urgentes y
dolorosas, el sacerdote es instado a realizar múltiples servicios. Sin embargo,
esto no debe hacernos perder de vista lo esencial", afirmó el jesuita.
Acogida y gratitud por la
gracia
El
Padre Bovati indicó en primer lugar la "oración" que, "además de
ser la condición de la escucha de Dios que hace posible la predicación como
testimonio auténtico, es en sí misma un ministerio apostólico en su naturaleza
de acogida, de gratitud por la gracia". Y "la Escritura nos ofrece un
modelo de este ministerio permanente de intercesión en el Libro del Éxodo -
explicó - precisamente con la figura de Moisés, mediador no sólo de la Palabra
de Dios, sino también de la gracia para un pueblo en constante peligro de
perderse". Moisés "reza continuamente y su oración es efectiva y
salvadora".
Quien socava la vida del
pueblo de Dios
Actualizando
"el ministerio orante de Moisés", tal como se presenta "en el
relato del capítulo 17 del Éxodo, en un contexto de peligro", el Padre
Bovati sugirió la expresión "lucha y oración" como línea de
meditación. Nos enfrentamos a "un episodio inusual para el Éxodo: la
aparición de una lucha que debe repeler a un pueblo enemigo, Amalek". El
texto, advirtió, debe ser leído "en su valor parabólico, para extraer de
él una enseñanza sobre cómo quien en la comunidad es sacerdote y guía debe
actuar frente al enemigo, aquel que socava la vida del pueblo de Dios".
Moisés tiene que enfrentarse a "un adversario astuto que ataca a los más
débiles de la caravana, los que se quedan atrás porque están cansados, un
enemigo que se aprovecha de un pueblo cansado".
Los ataques a la Iglesia
Pero
nosotros "¿cómo vivimos la relación con Amalek hoy y quién es Amalek
hoy?" es la pregunta concreta propuesta por el Padre Bovati. "La Iglesia
Cristiana, desde sus primeros momentos, ha sufrido ataques, persecuciones,
ostracismos y violencias mortales". En la historia "el enemigo de la
Iglesia ha tomado varias formas, a veces las del poder político y judicial, a
veces las de los falsos profetas que han sembrado el odio y la burla contra las
convicciones y el modo de vida de los cristianos. Y esto continúa también en
nuestros días, en "formas persecutorias" más o menos evidentes. Una
persecución, denuncia, que tiene notas de "virulencia inaudita también en
nuestro mundo, en la intención de demoler toda la Iglesia, atacando a los más
débiles en la fe, mal equipados desde el punto de vista espiritual para aceptar
la confrontación, el desprecio, la marginación".
Fe y oración
He
aquí que, afirmó el p. Bovati, "nuestro Amalek tiene formas atractivas
para muchos y ataca astutamente a los que no están preparados. Enormes fuerzas
ideológicas y financieras, unidas para favorecer los intereses partidistas, se
han convertido en una amenaza, y utilizan todos los medios, desde la
información distorsionada hasta las represalias económicas, para destruir lo
que Cristo fundó". Ciertamente, "la roca sobre la que se construye la
Iglesia resistirá al mal, pero no sin nuestra participación activa en la fe y
la oración".
Una prioridad apostólica
"Pensando
en lo que se necesita hoy en día para librar la buena batalla del Reino de
Dios" - afirma el predicador, presentando la figura de Josué que baja a la
batalla - "debemos preguntarnos qué instrumentos usamos para enfrentar a
aquellos que, a través del engaño y la violencia, obstruyen el bien". Tal
vez algunas armas son obsoletas, inadecuadas, insuficientes. "La
preparación cultural en las ciencias humanas y en las ciencias religiosas debe
ser objeto de un discernimiento adecuado si no queremos ser ingenuos e
irresponsables ante una oleada agresiva de doctrinas y prácticas contrarias al
Evangelio, en presencia de falsos profetas". Además, "las
instituciones tradicionales consideradas útiles tal vez requieran cambios
valientes". Por esta razón, reconoce el sacerdote, "la formación
humana y espiritual de los clérigos y los laicos parece ser hoy una prioridad
apostólica".
Comunión
Con
eficacia el padre Bovati traza el perfil de Moisés en la oración, con "su
mirada hacia Dios, no porque no tenga interés en la batalla, sino porque quiere
dirigirla hacia la más completa victoria". Moisés en la montaña representa
la fuerza secreta que lleva al ejército al triunfo: la inmersión en Dios es la
condición indispensable para el éxito de la batalla en la tierra". Sí,
"la victoria se obtiene con los brazos levantados, con el gesto
tradicional del hombre que reza: el resultado de la guerra no está en las manos
del guerrero, Josué, sino en las de Moisés que invoca a Dios". Con una
anotación sobre el "aspecto de la fatiga de los que están de pie con las
manos levantadas, un cansancio diferente al de los luchadores y sin embargo
real". Es con "humildad" que Moisés es ayudado a llevar a cabo
su misión por los sacerdotes, Aarón y Cur, que "sostienen los brazos del
hombre de Dios".
En
resumen, "cada uno es indispensable, pero es en la comunión, expresión
orante de la alianza entre hermanos y con Dios, donde la oración es eficaz,
también porque expresa el amor, la solidaridad, la unidad, en un servicio
idéntico para todo el pueblo de Dios". La sugerencia, por lo tanto, es no
pensar en la "separación de la oración y la contemplación por un lado y el
combate y la acción por el otro".
Los recursos para adherir
al bien
El
pasaje del Evangelio de Mateo (17, 14-21) "habla de la lucha contra
satanás" continuó el Padre Bovati, señalando la figura del "muchacho
que está guiado por impulsos que no puede controlar y es el símbolo de la
persona que sufre y está indefensa, en grave peligro porque carece de esos
recursos que le permitirían adherirse al bien". A su lado "está el
padre, testigo del sufrimiento del hijo": para salvarlo se dirige a los
discípulos "a los que el Señor había dotado de potencial para expulsar
demonios y curar de todas las formas de maldad". Sin embargo, en este
episodio, el predicador indica que "los discípulos del Señor no logran
nada, su actividad es ineficaz, su intervención carece de la fuerza espiritual
para luchar contra el espíritu del mal”. Y este es "el enigma de la
historia”: “¿por qué falta eficacia? ¿Por qué el poder, incluso dado, no tiene
resultado? Jesús habla de la falta de fe, de la 'generación incrédula y
perversa'".
Apelación al poder divino
El
Padre Bovati explicó que lo que falta "no es sólo la oración". La
cuestión, de hecho, es si los discípulos "tienen al menos una migaja de
fe". Además, concluyó invitando a la lectura del Salmo 121, "la
oración no es simple recitación, no consiste en la formalidad de los labios: si
el corazón no se adhiere al misterio de Dios, la oración es vana". Pero
incluso una oración débil, sincera y humilde, si es una apelación a esa fuerza
divina que sólo puede estar en el Señor, es el arma poderosa que se nos da para
colaborar en la venida del Reino".
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