En pruebas tan difíciles como estas el amor nos da la vida
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Todo empezó con
un malestar, el día del cumpleaños de una de sus hijas. Guillermo se despertó
con una fiebre bastante alta. Tenía síntomas de gripe, congestión y una tos que
pensaban sería pasajera. Sin embargo, con el pasar de las horas el cuadro se
fue complicando.
No había
dificultades respiratorias, pero estaba sufriendo mareos y fue necesario que
una doctora de familia viniera a su casa para auscultarlo. Llamaron a una
ambulancia y fue ingresado al Hospital General Universitario Gregorio Marañón
de Madrid.
Al principio
estuvo en observación. No sospechaban en absoluto que fuera coronavirus. En ese
momento tampoco contaban con el material necesario para hacerle la prueba del
COVID-19. De todos modos, esa misma noche lo aislaron en una sala como medida
preventiva.
Al día
siguiente lo subieron a la UCI donde le hicieron la prueba. Los médicos
indicaron a su esposa que ya no podía quedarse con él, que tenía que irse a
casa. Poco tiempo después la llamaron para que regresara al hospital a
despedirse de su marido porque su estado era muy delicado.
Pilar llegó al
hospital con un sacerdote para que pueda recibir el sacramento de la unción de
los enfermos y se despidió de él. Esa misma tarde se enteraron que la prueba de
coronavirus era positiva y desde entonces, se quedó con sus hijos haciendo ya
la cuarentena en casa mientras Guillermo pasaba sus últimas horas en el
hospital.
Pilar cuenta
que durante todo ese tiempo lo más duro ha sido no poder ir a verle, estar con
él y hablarle. Estaba aislado y no dejaban entrar a nadie. Todo el hospital, y
sobre todo la UCI, tenía enfermos con coronavirus y nadie podía entrar.
Mientras, en
casa, Pilar ha vivido ese dolor con un corazón enorme. “Es muy duro pero a
mí me está sosteniendo Cristo. Sentir que Él está conmigo en
la cruz y yo con Él y que nos acompañamos, y saber que Guillermo está en sus
manos es lo que me da fuerzas”, confiesa a Aleteia.
Pilar y sus
hijos se volcaron en la oración y encontraron consuelo: “Rezamos
cada día el rosario y estamos haciendo una novena a San
José que hemos terminado y recomenzado. También pedimos por
todos los que están en situaciones similares”.
Con una fe
admirable Pilar comparte que “hay días que he estado muy mal, pero ahora lo
estoy viendo con más paz, con aceptación. El vivirlo con aceptación te
ayuda a vivir todo con menos desesperación, con el sufrimiento
de no verle pero con la paz de que al final es la voluntad de Dios pase
lo que pase”.
Unos días antes
del fallecimiento de Guillermo, Pilar sentía que quería compartir con
los demás cómo lo estaban viviendo en familia. Quería compartirlo
con personas que están pasando por lo mismo que ellos o que tendrán
que pasarlo en un futuro y quiere que se sientan apoyados.
Su testimonio
nos enseña que aunque no estemos preparados para pruebas difíciles como estas,
tener a Dios nos da la vida y nos ayuda a vivir este sufrimiento “con menos
desesperación”, como indica Pilar, una mujer que sabe que el amor no conoce
límites y que es importante agarrarse a la cruz especialmente en momentos como
estos.
Dos días antes
de la muerte de Guillermo enviaba este mensaje:
“Agradezco
tantos mensajes de apoyo y oración. Esto a mí me da la vida. El saber que hay
mucha gente rezando por él. Que al final si no se cura, es porque hay un bien
mayor. Es algo muy duro, muy fuerte, pero también a la vez Dios te concede ver
el amor de los demás, de cómo nos quiere. Y eso, es algo muy grande”.
Entre los
mensajes de apoyo está el de la presidenta de la Comunidad de Madrid,
Isabel Díaz Ayuso, prima de Pilar que ayer comunicaba a través de Twitter la
muerte de Guillermo, que también consideraba su primo.
El amor
materializado en la unión de la familia, en los mensajes de apoyo de la gente,
en los amigos que rezan los unos por los otros, en la entrega de los médicos
que acompañan a nuestros enfermos, es lo que nos permite mirar la realidad con
otros ojos. Nos transforma en testigos de algo superior y más grande que
nosotros mismos para encontramos con los demás.
Pilar y su
familia han recibido la noticia de que Guillermo ha fallecido y están más
unidos que nunca. Continúan respirando de ese amor con la confianza de que no
están solos. Solo con las palabras de un corazón que ama profundamente Pilar
dice: “Ha pasado al cielo, con Jesús. Me fío de Dios, quien me da
fuerza y paz”.
Cecilia Zinicola
Fuente: Aleteia