CONOZCAMOS A LAS ASOCIACIONES Y MOVIMIENTOS ECLESIALES DE APOSTOLADO SEGLAR

Movimiento Cursillos de Cristiandad (MCC)

El carisma del MCC se describe como un don especial del Espíritu, que conforma una mentalidad e impulsa un movimiento eclesial, que, mediante un método kerygmático propio, posibilita la vivencia y la convivencia de lo fundamental cristiano, ayuda a descubrir y realizar la propia vocación personal y promueve grupos de cristianos que fermenten de Evangelio los ambientes.

Es por tanto un carisma evangelizador, de primer anuncio, para hacer llegar el amor de Dios a toda persona, especialmente a los alejados. Busca y promueve la conversión de las personas, su integración en grupos de Iglesia para vivir la fe de forma comunitaria y la transformación de los ambientes en donde esas personas y esos grupos están insertos.

Promueve procesos de acompañamiento, desde la amistad y desde el testimonio de la propia vida, con una propuesta particular de experiencia de encuentro con uno mismo, con Dios y con los demás (el Cursillo) y con una proyección hacia la comunidad cristiana y hacia la responsabilidad evangélica en los ambientes.

¿Cómo surge? ¿Cuál es su historia? ¿Quién o quienes lo fundaron?

El MCC nació en España, concretamente en la isla de Mallorca, en la década de 1940. Surge a partir de las actividades del Consejo Diocesano de los Jóvenes de Acción Católica de Mallorca, que estaban preparando activamente una peregrinación nacional a Santiago de Compostela a celebrar en 1948. Confluyeron un grupo de personas con actitudes y criterios comunes, con una notable inquietud apostólica y una clara insatisfacción con los planteamientos pastorales vigentes. En ese grupo cabe destacar a un laico, Eduardo Bonnín; a un sacerdote, Mons. Sebastián Gayá y al propio Obispo de Mallorca, Mons. Juan Hervás. Ellos acogieron y compartieron la inspiración carismática original y desarrollaron lo que hoy podríamos llamar una nueva forma de evangelizar, especialmente a los alejados de Dios y de la Iglesia, que posteriormente recibió el nombre de «Cursillos de Cristiandad”.

En el año 1949 se celebró el considerado primer Cursillo de la historia, en el Monasterio de San Honorato de Randa (Mallorca). A partir de ahí, se produjo una rápida consolidación y expansión: se fueron creando las estructuras básicas (Escuela de Dirigentes y Secretariado Diocesano), se siguieron realizando Cursillos y se fueron estableciendo los cauces de seguimiento con las llamadas Reuniones de Grupo y Ultreyas, espacios comunitarios propios del Movimiento.

De Mallorca pasa a la península rápidamente, a Valencia en primer lugar, en 1953 y de ahí a toda España, implantándose en pocos años en gran cantidad de diócesis. Igualmente, de forma muy inmediata se produce también la difusión por América Latina (1953), comenzando por Colombia y llegando a multitud de países y posteriormente por países de América del Norte (1957), de Europa (1960), de Asia y Oceanía (1963).

Hoy el MCC está presente en unos 50 países de todo el mundo. La implantación básica se hace a nivel diocesano, con la creación de un Secretariado Diocesano. Estos se coordinan en un Secretariado Nacional y los distintos Secretariados Nacionales se agrupan en Grupos Internacionales, que confluyen en el Organismo Mundial de Cursillo de Cristiandad. Este (OMCC) fue reconocido formalmente por el Pontifico Consejo para los Laicos de la Santa Sede, en 2004, como la estructura de coordinación, promoción y difusión de la experiencia de Cursillos de Cristiandad en todo el mundo.

¿Qué aporta MCC a la acción misionera de la Iglesia?

Una actuación consolidada y fructífera en el ámbito específico del kerygma, del primer anuncio, que posibilita, eficazmente, el encuentro personal con Dios a hombres y mujeres de muy diversas circunstancias y situaciones, propiciando un inicio de conversión y el comienzo de un nuevo camino de vida cristiana.

Es un instrumento de renovación de la vida de personas y grupos, que tanto más eficaz resulta cuanto más y mejor integrado esté en la pastoral diocesana evangelizadora. Constituye un cauce eficaz para que personas de muy distintos entornos pastorales puedan iniciar el proceso que los lleve a la fe, al comienzo de itinerarios de formación y a la integración en una comunidad eclesial (la más apropiada a la vocación personal de cada uno).

Su entorno de acción prioritario son los alejados, las personas para las cuales Dios, la Iglesia, la propuesta cristiana no tiene ninguna relevancia vital. A ellos, desde la libertad y el acompañamiento, propone y posibilita realmente la primera experiencia de fe, el descubrimiento personal y existencial del amor y la amistad de Dios. Por ello, su ámbito primario es el kerygma, el primer anuncio, lo fundamental cristiano. Pero por ser precisamente lo fundamental, su propuesta también resulta relevante para cualquier persona que quiera o necesite renovar su fe, profundizar su experiencia creyente y revitalizar su compromiso eclesial.

El MCC está en disposición, por tanto, de colaborar, coordinarse y complementarse con otras realidades eclesiales es ese campo del primer anuncio: con las parroquias en sus propuestas de misión, con otros movimientos y asociaciones, con las iniciativas diocesanas de evangelización…

Fuente: Pueblo de Dios en Salida