Un experto propone el modo de mandar a los hijos para que tengan
un desarrollo equilibrado
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En la familia, el padre y la madre
llevan las riendas de la crianza y la educación de los hijos en
la infancia y la adolescencia.
Pero
más de uno se preguntará quién de los dos debe
ejercer la autoridad familiar: ¿el padre o la madre? ¿Qué aconsejan los
expertos?
Por un desarrollo armónico de la personalidad
La respuesta es unánime: padre
y madre -ambos- han de mandar. La razón es muy clara: para que
los hijos experimenten un desarrollo equilibrado y armónico de
su personalidad, necesitan la influencia positiva tanto del padre como de
la madre. Los dos son necesarios.
El
padre no puede considerar que la tarea educativa no le corresponde. Educar
a los niños no es un “asunto de mujeres”. Él es esencial para
que tanto hijos como hijas crezcan en plenitud, con el referente
paterno y materno muy claros porque los ven en casa.
Unidos en lo fundamental
Padre y madre tienen cada uno su
propia manera de aplicar la autoridad: uno puede ser más
práctico y otro más reflexivo, por ejemplo, y suele haber ámbitos en los que
cada progenitor tiene mayor contacto con los hijos. Uno hace más seguimiento
directo de los médicos, de la escuela o de las horas que pasan los niños en
casa al llegar del colegio, por ejemplo.
Sin
embargo, en las cuestiones importantes de la vida y
en los criterios generales de educación, padre y madre “han de
mandar a la vez y en sintonía“, dice el doctor Fernando
Sarráis, autor del libro “Familia en armonía”.
¿Qué hacer si
padre y madre discrepan?
“Cuando uno de los padres manda
algo en su campo de influencia, el otro ha de respetarle y apoyarle;
aunque si le parece oportuno, puede interceder por su hijo ante el cónyuge.
Pero si este mantiene su postura, deberá aceptarla, para no dar a los hijos la
impresión de estar divididos o de que el cónyuge que ha mandado se ha
equivocado o es malo”, aconseja este experto.
“Es
mucho más importante -explica Sarráis- salvaguardar el prestigio y el respeto a
la autoridad del padre que manda y la imagen de unidad entre los padres que
desautorizar la cosa mandada o anular el castigo aplicado por la
desobediencia”.
En la práctica, ¿qué es lo mejor?
En la vida real, debido a la
organización de nuestra sociedad y a la legislación, lo más frecuente es que la
madre sea quien está más tiempo con los hijos. Sarráis recomienda, por este
motivo, dar mayor papel a la madre. “Será mejor -dice-
que mande más la madre: ella está más tiempo con los hijos,
sobre todo cuando son más pequeños, y es por naturaleza más
cariñosa y más paciente y, por lo tanto, hace menos daño”.
Los hijos obedecerán más por
cariño
Además, prosigue este doctor,
“es más probable que los hijos obedezcan por cariño en correspondencia al
cariño materno, y el cariño es la mejor razón para hacer las
cosas, pues el amor mueve el mundo.
Entonces, el papel del padre es apoyar a la madre y hacer que los hijos cumplan
los castigos impuestos por ella”.
Dos ejemplos muy frecuentes
Si una madre prohíbe a su hijo
salir de casa porque ya se acerca la hora de la cena y, al llegar el padre, el
niño va a pedirle permiso para salir (tratando de eludir lo que ha dicho mamá),
papá debe preguntar primero: “¿Qué te ha dicho mamá?”.
El
niño capta de esta forma que mamá y papá van unidos en
sus decisiones. Esto se reafirma cuando el papá le responde: “Pues haz lo que
dice mamá y no salgas de casa”.
Lo mismo ocurre cuando los
hijos son adolescentes y no soportan que su padre o
su madre les niegue lo que quieren.
Cuando
tantean las salidas nocturnas, es muy habitual que vayan a
uno de los padres. Si éste no les da permiso, acudirán al otro progenitor para obtener
un sí. En esto hay que ser más astuto que los hijos:
para evitar el engaño hay que adelantarse y preguntar siempre si
antes han hablado del asunto con papá o mamá y qué les ha dicho. Así irán en la
misma dirección.
Dolors Massot
Fuente: Aleteia