“No las cambiaría por nada del mundo
pero cambiaría el mundo para ellas”
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Ante las
reiteradas propuestas de separarse, eligió quedarse con ellas para amarlas
Rachael
Prescott y su esposo Cody son padres de dos gemelas con síndrome de Down. Ya
eran padres de Easton y Hudson cuando se enteraron que la familia crecería
rápidamente con la llegada de gemelos; una noticia que al principio no fue
fácil de asimilar.
“Estábamos
pensando en aumentar los ahorros, en nuestro avance profesional y en una casa
nueva. Todo esto voló por la ventana. Las necesidades eran ahora más urgentes y
menos alcanzables. Mi línea de tiempo se alteró. Me robaron el control. Mi
seguridad se sacudió. Me sentí aterrada. El egocentrismo me cegó
haciendo imposible ver más allá de mi miedo”.
Sin embargo, en
su blog Doubling Down Mom cuenta que pronto
aprendió algo valioso y encontró fortaleza: “Realmente hay vida y paz en
una mente gobernada por el espíritu. Cada área de mi vida se convirtió en un
signo de interrogación, pero me sentí fuerte. La lección de ceder el
control a Dios había puesto mis pies en terreno firme y mi mente tranquila”.
Pero esto era
solo el comienzo. Un ecocardiograma reveló defectos cardíacos y la probabilidad
del síndrome de Down que se confirmaría en el momento del nacimiento de sus dos
gemelas.
“A simple vista
mi mundo no se estaba desmoronando, estaba cayendo, pero el amor surgió a
nuestro alrededor. Familiares, amigos y extraños nos sostuvieron con
apoyo y oración”. Sin embargo, hasta el día que nacieron las bebés los
médicos plantearon su preocupación por el síndrome y le sugirieron varias veces
a Rachael que interrumpiera su embarazo.
Pese a esas
recomendaciones, el amor de Rachael y Cody fue más fuerte que cualquier miedo
y se mantuvieron firmes defendiendo la vida de sus hijas Charlotte
y Annette (Lottie y Nettie, tal como las llaman cariñosamente). Continuaron fuertes
cuando cuando una de las niñas tuvo que someterse a una compleja cirugía a
corazón abierto de la que finalmente salió bien.
“Después del
nacimiento de las chicas, nos sumergimos con entusiasmo en todo lo relacionado
con el síndrome de Down. Ser testigo de este vínculo, entre todos mis hijos a
medida que aprenden y crecen, es mi parte favorita de ser su madre, pero en
estos primeros dos años, nos hemos dado cuenta del estigma negativo hacia el
síndrome de Down”.
“Me di cuenta
de que incluso dentro de nuestra sociedad desarrollada, los derechos
humanos para las personas con síndrome de Down son primitivos y existen
muchísimos prejuicios sociales de los profesionales sanitario con respecto al
síndrome de Down, por lo que se presenta como un hecho negativo para
los padres”.
“Esperamos (con
nuestro testimonio) alejar a los futuros padres de falsas ideas
preconcebidas, y mostrarles lo que nos llena de tanta alegría:
el amor loco que tenemos por nuestras niñas supera cualquier tensión emocional
resultante de sus necesidades. Sin duda, elegiría a mis hijas tal como
son”.
Rachael ahora
está siendo muy activa en las redes sociales para alentar a los padres y
médicos a mirar más allá de la condición de sus hijos y abrazarlos por lo que
son: “Hay que avanzar en el área de criar a un niño con síndrome de Down.
Mientras más artículos y memorias leo, más inclinada estoy a hablar en nombre
de mis hijos”.
“No las
cambiaría por nada del mundo, pero cambiaría el mundo para ellas. Son
mis amores perfectos, mis bebés, y lo serán durante todo el tiempo que respire.
Estoy orgullosa de quiénes son. Si el mundo les dice algo diferente, es por
miedo. Las personas se sienten intimidadas por lo que les es extraño”.
“Como su madre, mi papel no ha cambiado. Las
amaré y ofreceré a Cristo con todos mis esfuerzos. Con respecto a su cromosoma
extra, mi estrategia de crianza permanece inalterada: abrazamos y celebrar cada
hito”.
“Para los
padres o futuros padres de cualquier niño con necesidades especiales: no tengan
miedo a los prejuicios ni a la compasión. Libérense de miedos e inseguridades.”
“Nuestros hijos
no son un medio para ganar estatus o aceptación y no deben ser mal etiquetados
por la ignorancia o las emociones de otra persona. Quédate tranquilo y deja que
el tiempo demuestre que nosotros, los padres, somos en verdad los afortunados”.
Cecilia Zinicola
Fuente: Aleteia