Jesús no es una criatura,
sino una Persona divina
Lo
dijo el Papa a la hora del Ángelus del primer domingo del año en que explicó lo
que nos dice la liturgia del día al contemplar el signo admirable del Pesebre,
a saber, "que es la plena revelación del designio de Dios sobre el hombre
y sobre el mundo”. Y agregó que estamos predestinados a ser hijos de Dios por
obra de Jesucristo
“El Hijo eterno se hizo carne para
introducirnos en su relación filial con el Padre”. Antes
de rezar el Ángelus del primer domingo del año nuevo, el Santo Padre destacó
que en la segunda semana del tiempo de Navidad las lecturas bíblicas ayudan a
ampliar nuestra mirada, para tener plena conciencia del significado del
nacimiento de Jesús. Y explicó que el Prólogo de San Juan, muestra que el
Verbo, la Palabra eterna y creadora, es el Hijo unigénito de Dios.
Jesús no es una criatura,
sino una Persona divina
El
Papa Francisco añadió que “Él no es una criatura, sino una Persona divina”.
Ahora, en cambio – prosiguió – “la novedad sorprendente es que
precisamente este Verbo eterno se hizo carne". Es decir que “no sólo
vino a morar entre el pueblo, sino que se convirtió en uno del pueblo”. Y
agregó que tras este acontecimiento, “para orientar nuestra vida, no tenemos
más sólo una ley, una institución, sino a una Persona divina, Jesús nos orienta
la vida, nos hace recorrer el camino porque Él lo ha hecho primero”.
Relación filial con el
Padre
El
Papa destacó que en este designio cada uno de nosotros encuentra su propia
vocación, a saber, que “estamos predestinados a ser hijos de Dios por obra de
Jesucristo”. Por esta razón – afirmó – “el Hijo de Dios se hizo hombre para
hacernos, hombres, hijos de Dios. Por esto el Hijo eterno se hizo carne: para
introducirnos en su relación filial con el Padre”.
¿Qué proyecto concreto ha
puesto el Señor en mí?
De
ahí que – como dijo Francisco – mientras seguimos contemplando el signo
admirable del Pesebre, la liturgia de hoy nos dice que el Evangelio de Cristo
“no es una fábula, un mito, un relato edificante, no, es la plena revelación del
designio de Dios sobre el hombre y sobre el mundo. Es un mensaje, al mismo
tiempo sencillo y grandioso, que nos impulsa a preguntarnos: ¿qué proyecto
concreto ha puesto el Señor en mí, actualizando aún su nacimiento entre
nosotros?”.
Pablo nos sugiere la
respuesta
Tras
referirse al apóstol Pablo que nos sugiere la respuesta al afirmar que Dios nos
ha elegido para que seamos santos e inmaculados ante él en la caridad, el Papa
Bergoglio dijo que “la santidad es pertenencia a Dios, es comunión con Él,
transparencia de su bondad infinita. La santidad es custodiar el don que Dios
nos ha dado. Solamente esto: custodiar la gratuidad. Esto es ser santo”. Por
esta razón el que recibe la santidad como un don de gracia, “no puede dejar de
traducirla en acción concreta en lo cotidiano, en el encuentro con los demás”.
Y concluyó invocando a la Virgen María para que “nos ayude a acoger con alegría
y gratitud el designio divino de amor realizado en Jesucristo”.
Ciudad
del Vaticano
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