Los primeros villancicos que se conocen fueron compuestos por los evangelizadores en el siglo V con la finalidad de llevar la Buena Nueva a los aldeanos y campesinos que no sabían leer
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Constantemente la liturgia subraya
que el hecho del nacimiento de Jesucristo está ordenado a la Redención, a la
Pascua, a la Parusía. Según la terminología de los antiguos, la Navidad es una memoria (misterio), cuyo
centro es la muerte y resurrección de Jesucristo, siempre presente y operante,
como alma de toda celebración litúrgica.
Alrededor
de la liturgia de Navidad se ha formado, en el decurso de los siglos, una serie
de costumbres folklóricas que han contribuido a crear un ambiente festivo en la
intimidad de las familias y en las calles de aldeas y ciudades. Ya en el Siglo
V se compusieron cantos populares sobre el misterio de la Encarnación,
inspirados en la teología y la liturgia de Navidad.
Cuando, en el siglo
XIII, San Francisco de Asís y
sus discípulos propagan la devota práctica de construir "belenes" en
las iglesias y en las casas, se extienden los villancicos de Navidad,
caracterizados por el tono sensible e ingenuo de sus letras y de sus melodías
que se refieren preferentemente a los sentimientos de la Virgen y de los
pastores ante la pobreza que Dios ha escogido al tomar un cuerpo humano.
Como
para expresar visiblemente el significado de la "iluminación"
obtenida por el nacimiento de Jesucristo, desde antiguo se introdujo el hábito
de encender fuegos durante la noche de Navidad, reemplazando tradiciones
precristianas. El alumbrado extraordinario de los lugares públicos durante el
tiempo de Navidad se ha inspirado en esos usos.
Desde
el siglo XVI, en los países nórdicos, se empiezan a reunir en torno a un árbol
-el árbol de Navidad-, signo de la gracia alcanzada por la Encarnación y por la
muerte en el árbol de la cruz de Jesucristo, en contraposición del pecado que
se originó en el árbol del paraíso.
También,
se destinó para el día de Navidad la práctica de cambiarse regalos y
felicitaciones; práctica sugerida por la que existía en Roma el día primero del
año, llamada estrenas. Al principio, se simbolizaba que era el niño Jesús quien
ofrecía los regalos; y más adelante, serían los Reyes Magos quienes distribuyen
los dones, y no tanto por Navidad cómo por la Epifanía, en que se conmemora el
hecho de la entrega de sus obsequios a Jesucristo.
Tradiciones
y Costumbres
Las
tradiciones y costumbres son una manera de hacer presente lo que ocurrió o lo
que se acostumbraba hacer en tiempos pasados. Son los hechos u obras que se
transmiten de una generación a otra de forma oral o escrita. La palabra
tradición viene del latín "traditio" que viene del verbo
"tradere" que significa entregar. Se podría decir que tradición es lo
que nuestros antepasados nos han entregado.
En
el caso de la Navidad, lo más importante de las tradiciones y costumbres no es
sólo el aspecto exterior sino su significado interior. Se debe conocer por qué
y para qué se llevan a cabo las tradiciones y costumbres para así poder
vivirlas intensamente. Este es un modo de evangelizar.
Existen
muchas tradiciones y costumbres tanto del Adviento como de la Navidad, las
cuales nos ayudan a vivir el espíritu navideño; sin embargo, debemos recordar
que este espíritu se encuentra en la meditación del misterio que se celebra.
El
calendario
Al
fijarse esta fecha, quedaron también fijadas la de la Circuncisión y de la
Presentación; la de la Expectación y, quizás, la de la Anunciación de la
Santísima Virgen María; también la del Nacimiento y Concepción del Bautista.
Hasta el siglo décimo la Navidad era considerada, en los documentos
pontificios, el inicio del año eclesiástico, como se sigue haciendo en las
Bulas; Bonifacio VIII (1294-1303) restauró temporalmente esta costumbre, la
cual Alemania sostuvo durante algún tiempo más.
Las
tres Misas
Las
tres misas que señalan para esta fecha el Misal de Gelasio y el Gregoriano, y
éstas con un martirologio especial y sublime, y con la dispensa, si fuera
necesaria, de la abstinencia, todavía hoy son guardadas. Si bien Roma señala
sólo tres Misas para la Navidad, Ildefonso, un Obispo español en el 845, alude
a una triple Misa en Navidad: Pascua, Pentecostés, y la Transfiguración. Estas
Misas, de medianoche, al alba, e in
die, están místicamente relacionadas con la distribución judía y
cristiana, o al triple "nacimiento" de Cristo: en la Eternidad, en el
Tiempo, y en el Alma. Los colores litúrgicos variaban: negro, blanco, rojo; y
el Gloria era sólo entonado al principio de la primera Misa de ese día.
Los
pesebres, Belenes o Nacimientos
En
el año 1223 San Francisco de Asís dio
origen a los pesebres o nacimientos que actualmente conocemos,
popularizando entre los laicos una costumbre que hasta ese momento era del
clero, haciéndola extra-litúrgica y popular. La presencia del buey y del burro
se debe a una errónea interpretación de Isaías 1, 3 y de Habacuc 3, 2 (versión
"Itala"), aunque aparecen en el magnífico "Pesebre" del
siglo cuarto, descubierto en las catacumbas de San Sebastián en el año 1877.
Los
himnos y villancicos
Los
primeros villancicos que se
conocen fueron compuestos por los evangelizadores en el siglo V con la
finalidad de llevar la Buena Nueva a los aldeanos y campesinos que no sabían
leer. Sus letras hablaban en lenguaje popular sobre el misterio de la
encarnación y estaban inspirados en la liturgia de la Navidad. Se llamaban
"villanus" al aldeano y con el tiempo el nombre cambió a
"villancicos". Éstos hablan en un tono sensible e ingenioso de los
sentimientos de la Virgen María y de los pastores ante el Nacimiento de Cristo.
En el siglo XIII se extienden por todo el mundo junto con los nacimientos de
San Francisco de Asís.
El
famoso "Stabat Mater Speciosa" es atribuido a Jacopone Todi
(1230-1306); "Adeste Fideles" data del siglo decimoséptimo. Pero,
éstos aires populares, e incluso palabras, deben de haber existido desde mucho
tiempo antes de que fueran puesto por escrito.
Los
villancicos favorecen la participación en la liturgia de Adviento y de Navidad.
Cantar villancicos es un modo de demostrar nuestra alegría y gratitud a Jesús y
escucharlos durante el Adviento ayuda a la preparación del corazón para el
acontecimiento de la Navidad.
Las
tarjetas navideñas
La
costumbre de enviar
mensajes navideños se originó en las escuelas
inglesas, donde se pedía a los estudiantes que escribieran algo que tuviera que
ver con la temporada navideña antes de salir de vacaciones de invierno y lo
enviaran por correo a su casa, con la finalidad de que enviaran a sus padres un
mensaje de Navidad.
En
1843, W.E. Dobson y Sir Henry Cole hicieron las primeras tarjetas de Navidad
impresas, con la única intención de poner al alcance del pueblo inglés las
obras de arte que representaban al Nacimiento de Jesús.
En
1860, Thomas Nast, creador de la imagen de Santa Claus, organizó la primera
venta masiva de tarjetas de Navidad en las que aparecía impresa la frase
"Feliz Navidad".
El
Árbol De Navidad
Alrededor
del año 723 San Bonifacio viajó con un pequeño
grupo de personas en la región de la Baja Sajonia. El conocía a una comunidad
de paganos cerca de Geismar que, en medio del invierno, iban a realizar un
sacrificio humano (donde usualmente la víctima era un niño) a Thor, el dios del
trueno, en la base de un roble al que consideraban sagrado y que era conocido
como “El Roble del Trueno”.
Bonifacio,
quiso destruirlo no sólo para salvar a la víctima sino para mostrar a los
paganos que él no sería derribado por un rayo lanzado por Thor.
Llegaron
a la aldea en la víspera de Navidad justo a tiempo para interrumpir el
sacrificio. Con su báculo en la mano, Bonifacio se acercó a los paganos y les
dijo: “aquí está el Roble del Trueno, y aquí la cruz de Cristo que romperá el
martillo del dios falso, Thor".
El
verdugo levantó un martillo para ejecutar al pequeño niño, el Obispo extendió
su báculo para bloquear el golpe y milagrosamente rompió el gran martillo de
piedra y salvó la vida del niño.
Después,
se dice que Bonifacio habló así al pueblo:“¡escuchen hijos del bosque! La
sangre no fluirá esta noche, salvo la que la piedad ha dibujado del pecho de
una madre. Porque esta es la noche en que nació Cristo, el hijo del Altísimo,
el Salvador de la humanidad. Él es más justo que Baldur el Hermoso, más grande
que Odín el Sabio, más gentil que Freya el Bueno. Desde su venida el sacrificio
ha terminado. La oscuridad, Thor, a quien han llamado en vano, es la muerte. En
lo profundo de las sombras de Niffelheim él se ha perdido para siempre. Así es
que ahora en esta noche ustedes empezarán a vivir. Este árbol sangriento ya
nunca más oscurecerá su tierra. En el nombre de Dios, voy a destruirlo”.
Entonces,
Bonifacio cogió un hacha que estaba cerca de ahí, y según la tradición, cuando
la blandió poderosamente hacia el roble una gran ráfaga de viento voló el
bosque y derribó el árbol con raíces y todo. El árbol cayó al suelo y se rompió
en cuatro pedazos.
El
“Apóstol de Alemania” siguió predicando al pueblo germánico que estaba
asombrado y no podía creer que el asesino del Roble de Thor no haya sido
golpeado por su dios. Bonifacio miró más allá donde yacía el roble y señaló a
un pequeño abeto y dijo: “Este pequeño árbol, este pequeño hijo del bosque,
será su árbol santo esta noche. Esta es la madera de la paz… Es el signo de una
vida sin fin, porque sus hojas son siempre verdes. Miren como las puntas están
dirigidas hacia el cielo. Hay que llamarlo el árbol del Niño Jesús; reúnanse en
torno a él, no en el bosque salvaje, sino en sus hogares; allí habrá refugio y
no habrán actos sangrientos, sino regalos amorosos y ritos de bondad”.
Así,
los alemanes empezaron una nueva tradición esa noche, que se ha extendido hasta
nuestros días. Al traer un abeto a sus hogares, decorándolo con velas y
ornamentos y al celebrar el nacimiento del Salvador, el Apóstol de Alemania y
su rebaño nos dieron lo que hoy conocemos como el árbol de Navidad.
Poco
a poco, la tradición fue evolucionando: se colocaron las esferas y los focos
que representan la alegría y la luz que Jesucristo trajo al mundo.
Las
esferas actualmente simbolizan las oraciones que hacemos durante el periodo de
Adviento. Las esferas azules son oraciones de arrepentimiento, las plateadas de
agradecimiento, las doradas de alabanza y las rojas de petición.
Se
acostumbra poner una estrella en la punta del pino que representa la fe que
debe guiar nuestras vidas.
También
se suelen poner adornos de diversas figuras en el árbol de Navidad. Éstos
representan las buenas acciones y sacrificios, los "regalos" que le
daremos a Jesús en la Navidad.
Para
aprovechar la tradición: Adornar el árbol de Navidad a lo largo de todo el
adviento, explicando a los niños el simbolismo. Los niños elaborarán sus
propias esferas (24 a 28 dependiendo de los días que tenga el Adviento) con una
oración o un propósito en cada una, y conforme pasen los días las irán colgando
en el árbol de Navidad hasta el día del nacimiento de Jesús.
Santa
Claus o Nicolás
La
imagen de Santa Claus, viejecito regordete y sonriente que trae regalos a los
niños buenos el día de Navidad tuvo su origen en la historia de San
Nicolás.
Existen
varias leyendas que hablan acerca de la vida de este santo:
En
cierta ocasión, el jefe de la guardia romana de aquella época, llamado Marco,
quería vender como esclavo a un niño muy pequeño llamado Adrián y Nicolás se lo
impidió. En otra ocasión, Marco quería apoderarse de unas jovencitas si su
padre no le pagaba una deuda. Nicolás se enteró del problema y decidió
ayudarlas. Tomó tres sacos llenos de oro y en la Noche de Navidad, en plena
oscuridad, llegó hasta la casa y arrojó los sacos por la chimenea, salvando así
a las muchachas.
Marco,
quien quería acabar con la fe cristiana, mandó quemar todas las iglesias y
encarcelar a todos los cristianos que no quisieran renegar de su fe. Así fue
como Nicolás fue capturado y encarcelado. Cuando el emperador Constantino se
convirtió y mando liberar a todos los cristianos, Nicolás había envejecido.
Cuando salió de la cárcel, tenía la barba crecida y blanca y llevaba sus
ropajes rojos que lo distinguían como obispo; sin embargo, los largos años de
cárcel no lograron quitarle su bondad y su buen humor.
Los
cristianos de Alemania tomaron la historia de los tres sacos de oro echados por
la chimenea el día de Navidad y la imagen de Nicolás al salir de la cárcel,
para entretejer la historia de Santa Claus, viejecito sonriente vestido de
rojo, que entra por la chimenea el día de Navidad para dejar regalos a los
niños buenos.
El
Nombre de Santa Claus viene de la evolución paulatina del nombre de San
Nicolás: St. Nicklauss, St, Nick, St. Klauss, Santa Claus, Santa Clos.
No
obstante, el ejemplo de San Nicolás nos enseña a ser generosos, a dar a los que
no tienen y a hacerlo con discreción, con un profundo amor al prójimo. Nos
enseña además, a estar pendiente de las necesidades de los demás, a salir de
nuestro egoísmo, a ser generosos no sólo con nuestras cosas sino también con
nuestra persona y nuestro tiempo.
En
este sentido, la Navidad es un tiempo propicio para imitar a San Nicolás en sus
virtudes.
Fuente: ACI