Una señal
fascinante más en esta imagen-mensaje que impacta a los estudiosos y deja a los
católicos maravillados desde hace 500 años
A.J. Clishem trabaja a alrededor de 10 kilómetros de un santuario dedicado a
Nuestra Señora de Guadalupe en Des Plaines, en el estado norteamericano de
Illinois. Él nos cuenta la siguiente y sorprendente constatación que hizo al
visitar el santuario en un gélido día de invierno el año pasado:
(…) Llegué a
las 12:45. La temperatura era de -3°C y el cielo estaba azulísimo (…) El templo
estaba iluminado por el sol y el aire se calentaba. Los peregrinos llevaban
ramos de flores coloridas para depositar frente a la réplica de la tilma,
el tipo de manto indígena sobre el cual había quedado estampada la imagen de
Nuestra Señora en su aparición en México.
En el santuario
reinaba un gran silencio. De repente, me acordé del porqué de mi visita. Miré
hacia arriba, en dirección a la réplica de la tilma, y abrí mi corazón a la
Virgen María (…) Después miré a mi alrededor. Miles de peregrinos hacían
lo mismo, abrían el corazón a la misma y única Madre del Cielo. Éramos todos
hijos reunidos para estar con ella.
Miré de nuevo
la tilma. El revestimiento de cristal reflejaba el sol justo encima
de la cabeza de María. En lugar de ver su rostro suavemente inclinado hacia un
lado, yo solo veía el brillo intenso del reflejo. Noté que el brillo de la luz
que irradiaba de lo alto del sol reflejado tenía la misma inclinación que la
cabeza de la Virgen. Saqué una foto y recordé un elemento básico de la
astrofísica: el eje de la tierra tiene una inclinación de 23.5 ° del sol.
Al volver al
estacionamiento, miré hacia el sol y vi el mismo brillo vertical inclinado en
dirección a la Tierra. Hice otra foto, preguntándome cuántos grados se
inclinaría la cabeza de la Virgen en la tilma guadalupana.
Al día
siguiente, decidí verificarlo. Al usar una imagen digital de Nuestra Señora de
Guadalupe tal como está en la tilma original, tracé una linea
recta vertical que parte de la parte superior de la cabeza y otra que pasa por
el ángulo de inclinación de la cabeza. Puse un transformador en el punto en
donde las dos líneas se cruzaban, ¡23,5°!
Mi dibujo era
rudimentario y mis conocimientos de astronomía son básicos, pero luego descubrí
que otra persona, el Dr. Juan Hernández Illescas, ya había hecho ese
descubrimiento en 1981. Y me pregunté qué significaría eso.
He oído muchos
comentarios sobre la inclinación de la cabeza de María como símbolo de su
humildad, algo perfectamente coherente, pero ahora tengo una nueva idea sobre
la cuestión: de su posición en el cielo y vestida de sol, Nuestra Señora de
Guadalupe orienta su mirada de 23,5° a toda la humanidad “inclinada” lejos de
Dios. Con todos sus hijos a vista, ella llama a cada uno y nos invita a abrirle
el corazón.
Si Nuestra
Señora de Guadalupe tiene un mensaje central, es el de que el mundo entero
tiene una madre y que el Hijo que ella dio a luz viene a nosotros en esta época
como el Salvador del mundo entero. ¡La Encarnación! Dios que se hace hombre.
¿Qué puede ser más esperanzador que eso?
De ahora en
adelante, siempre me voy a acordar de Nuestra Señora de Guadalupe como
mis ¡23,5 grados de esperanza!
A. J. Clishem
Fuente: Aleteia