Buenos
días, hermanos sed bienvenidos.
Hoy
celebramos el tercer domingo de Adviento; domingo de la alegría. En esta
celebración nos aproximamos un poco más a las fiestas de la Navidad y de la
Epifanía. Los signos de la venida del Señor se van haciendo más evidentes y si
los llegamos a reconocer nuestro corazón se llenará de alegría.
Hermanos,
dispongamos nuestro corazón para que la gracia de Dios nos mueva a discernir de
qué modo y por qué caminos viene el Señor a nosotros.
Ahora
al inicio de la celebración, encendemos la tercera vela de la Corona de Adviento,
que su temblorosa luz nos llene de expectación ante el Dios que quiere tomar
nuestra carne.
Signo:
una cesta con instrumentos musicales, signo la alegría a la que la liturgia de
hoy nos invita.
MONICIÓN A LAS LECTURAS
Las
lecturas de hoy nos invitan a la alegría. Y, sin embargo, esta invitación
parece no tener ninguna novedad. Si salimos por las calles de Madrid, todo
parece incitarnos a estar alegres, a vivir en pura fiesta…
Esta
alegría ¿es la misma que la que nos propone la Palabra de Dios? Seguro que no.
Escuchemos
con atención las lecturas que hoy se nos proclaman, ellas nos anuncian los
motivos de la verdadera alegría.
ORACIÓN DE LOS FIELES
A
cada suplica respondemos: ¡Maranatha, Ven Señor, Jesús!
-
Por la Iglesia extendida por todo el mundo, para que en medio de los pueblos en
los que peregrina realice signos que manifiesten la cercanía del Señor. OREMOS.
-
Por los poderosos de la tierra, para que se pongan al servicio de los más
pobres y desheredados, para que su modo de gobernar sea un signo del Reino de
Dios. OREMOS.
-
Por los pobres, por los enfermos, por los ancianos…, por los que tienen algún
tipo de necesidad, para que en los gestos solidarios que reciban reconozcan la
cercanía de Dios. OREMOS.
-
Por los que no tiene fe y buscan con sincero corazón, para que se encuentren
con testigos que les anuncien el Evangelio de un modo creíble. OREMOS
-
Por todos los que celebramos esta Eucaristía, para que nuestra alegría por la próxima
venida del Señor se convierta en testimonio del Evangelio entre los que
convivimos. OREMOS.
ORACIÓN FINAL
Gracias,
Señor Jesús,
porque
ya estás muy cerca de nosotros,
y
una vez más tu Palabra
nos
invita a buscar los signos de tu venida.
Señor,
hemos de confesarte
que
no terminamos de comprenderte.
Nosotros
te esperamos en lo grande
y
Tú vienes en lo pequeño;
te
buscamos en lo fuerte
y
Tú vienes en lo débil;
tememos
que vengas cabalgando sobre la justicia
y
Tú vienes con el ungüento sagrado de la misericordia.
Señor,
eres del todo sorprendente;
los
signos de tu salvación nos llenan de alegría.
Te
pedimos de corazón
que
nos libres de la rutina
en
la que estamos inmersos,
y
que el don de tu Espíritu nos ayude
a
prepararnos a celebrar tú nacimiento
en
la humildad de nuestra carne.
Gracias,
Señor.