La hermana Baliga pudo
seguir cumpliendo su sueño de correr maratones pese a ser monja
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Hna. Stephanie Baliga |
El récord del
mundo de maratón femenino lo pulverizó el pasado mes de octubre la keniana
Brigid Kosge con un tiempo de 2:14:04 dando su hazaña la vuelta al mundo. Y
aunque sin acercarse por asomo a estos números destaca el papel que en estos
más de 42 kilómetros logra
desenvolverse una monja de las Franciscanas de la Eucaristía que es capaz de
correr el maratón sin apenas entrenar en 2 horas y 53 minutos.
Se trata de sor Stephanie Baliga, una religiosa que precisamente se encontró
profundamente con Dios en el atletismo, y más concretamente tras una lesión muy
importante que provocó en ella tener que replantearse su vida. Decidió
dejar esta carrera por una vida religiosa, no exenta de dificultades, y ahora
puede compaginar la evangelización con su gran pasión del atletismo y los
maratones. Porque Dios da el ciento por uno.
La lesión que le acercó a Dios
Esta joven era una exitosa atleta universitaria en
la Universidad de Illinois, pero sufrió una lesión que trastocó todos sus
planes de vida. “El
metatarsiano de mi pie se fracturó espontáneamente, así que pasé de estar en
muy buena forma a estar completamente fuera de forma... porque era una
fractura completa así que estuve con escayola y muletas mucho tiempo”.
En una entrevista con Catholic News Agency,
esta joven franciscana confiesa que este suceso “me obligó a revaluar las prioridades de mi vida y darme cuenta
de qué prácticamente había puesto las carreras es este pedestal”. Era
a través de entregarse al deporte cómo definía quién era y se mostraba a los
demás.
Pero la lesión y el tiempo libre que provocó el
parón hicieron que Baliga se percatara de que la vida tal y como se la había
planteado “no era sostenible” y no tenía sentido. “Debía revaluar por completo lo que estaba pasando en mi vida”,
insiste.
Aquella Adoración Eucarística
Precisamente, fue durante este tiempo cuando empezó
a juntarse con algunos estudiantes del Centro Newman de su campus y a profundizar en la fe
católica. Y entonces la invitaron a participar en un retiro, algo a lo
que accedió.
“Estaba bastante abierta a esto, y era muy claro que Jesús me estaba
preparando para que estuviera lista para ese momento”, señala la ahora
monja franciscana.
Aquel retiro transformó su existencia y durante la
Adoración Eucarística asegura haber descubierto la presencia real de Jesús de
una manera nueva. “Hubo
una comprensión cada vez más intensa de su presencia y el conocimiento de que
Jesús estaba realmente allí en la Eucaristía y esto es real. Y vi que
necesitaba cambiar por completo la forma en que vivía”, relata.
"Soy una persona de
extremos"
No paso mucho tiempo desde aquella experiencia en
el retiro hasta que Stephanie Baliga se dio cuenta que Dios la estaba llamando
a una vocación a la vida religiosa. “Soy
una persona de extremos”, bromea ella. Fueron únicamente cinco meses.
En ese tiempo ella quiso seguir profundizando en la
oración y en su comunidad de fe. Además, Baliga se sintió atraída por una orden
franciscana desde que empezó este discernimiento vocacional. Esta orden de las
franciscanas de la Eucaristía le atraía especialmente por “su amor a la Eucaristía y
su enfoque, así como por el amor y trabajo con los pobres y el hecho de vivir
una pobreza real”.
Otra cosa le rondaba por la cabeza a esta joven a
la hora de convertirse en monja. ¿Debería dejar de correr para siempre?
Ella consideraba que sería prácticamente imposible compaginar su vida religiosa
con el seguir corriendo. Por ello, en oración le dijo a Jesús que aceptaba
dejar de correr si era lo que Él quería.
Aceptar la voluntad de Dios...
“Le dije a Jesús que si realmente prefería que no volviera a correr
nunca más es lo que haría, si era lo que yo necesitaba”, confiesa.
Llegar a este punto fue “una especie de experiencia de libertad”.
Poco después, el Señor le dio un inesperado regalo
al conocer a las hermanas a cuya orden se uniría: las franciscanas de la Eucaristía de Chicago. Era una
comunidad religiosa prácticamente nueva.
Además, una de las características de esta orden, y
aquí está un punto fundamental en esta historia, es que se alienta a las hermanas a hacer ejercicio en función de
su horario. Y así Baliga ha podido seguir corriendo. “Me pongo un
pañuelo y una camiseta, y luego una falda con medios”, cuenta ella.
Varias maratones como monja
Su primera maratón como monja lo corrió en 2011. Desde
entonces participa en el de Chicago y lo utiliza como una oportunidad para
atraer a personas a formar parte de un equipo que recauda fondos para la misión
de su orden entre los pobres.
Esta religiosa indica que “mi comunidad dirige un lugar llamado Misión de Nuestra Señora
de los Ángeles, y trabajamos con los pobres en la zona oeste de Chicago. Somos
una presencia de Jesús en este lugar, una de las peores áreas en Estados Unidos
y lidera Chicago en asesinatos este año”.
“Brindamos una presencia de paz y amor, una
presencia de Jesús en medio de la violencia y la pobreza. Alimentamos a aproximadamente 1.000 familias al mes y
proporcionamos ropa y artículos para el hogar, mientras trabajamos también con
personas mayores y familias”.
J. Lozano
Fuente: ReL