Donde tú no llegas
Hola,
buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Con
la llegada del frío, era el momento de sacar las tortugas del terrario para
resguardarlas durante el invierno.
Fuimos
hace unos días y, cuando llegamos al terrario, buscamos a cada una de las
tortugas a la vez que lo desmontábamos hasta la primavera.
Una,
dos, tres, cuatro, cinco, seis... Oh, oh... Faltaba una: no aparecía la más
pequeña. Buscamos, removimos la tierra, pero nada. Teníamos que irnos al
locutorio y paramos la búsqueda hasta el día siguiente. Por la noche, pensaba
en la pequeña tortuga, en que la zona ya no estaba cubierta... ¿Y si llovía? ¿Y
si...?
A
la mañana siguiente, Lety e Israel fueron a buscarla y... ¡la trajeron de
vuelta! Se había enterrado tanto, que el día anterior no la habíamos
encontrado. Ya me quedé tranquila... ¡siete! Estaban todas en casa.
Todos
tenemos en el corazón a una “tortuga que no encontramos”, una persona que nos
preocupa de alguna manera: el hijo que ha tomado un camino difícil, la persona
que se ha alejado del Señor... Buscamos, intentamos hablar, decir... pero no
llegamos. Nos preocupa verles sufrir: ¿y si...?
Cuando
algo está fuera de nuestro control, cuando no conseguimos llegar, siempre hay
Alguien que llega, Alguien que protege, Alguien que cuida desde tu oración.
Orar es poner a esa persona que te preocupa bajo una especie de paraguas que le
protege aunque esté a la intemperie y llueva. Es encomendar sus cuidados al
Señor, pedirle que Él le cuide por ti, que llegue donde no llegas, y quizá le
ponga en su camino a esas personas que le traerán de vuelta.
Hoy
el reto del Amor es que pongas en manos del Señor a esa persona a la que no
puedes llegar y tanto te preocupa. Sigue cuidándole con tu oración, sabiendo
que Cristo se ocupa y llega donde tú no llegas.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma