¿Hormigón
o barro?
Hola,
buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Cuando
era pequeña, en una obra se dejaron la hormigonera con el montón de arena al
lado durante todo el fin de semana. Aproveché esta gran oportunidad para “hacer
hormigón” como hacían ellos: la llené de mucha arena, después eché agua y, con
la rueda, di vueltas y más vueltas. ¿El resultado? Un auténtico barrizal que no
conseguí sacar y que encontraron los obreros al volver el lunes al trabajo.
Al
ver la hormigonera que tenemos ahora en la huerta con un montón de arena al
lado... ese fue el recuerdo que me vino a la cabeza. ¡Hasta me entraron ganas
de hacerlo de nuevo! Porque, con ello, podría hacer un camino, construir
algo... Ahora sé que arena y agua no tienen consistencia, faltan el cemento, la
grava... aquello que aglutina y endurece para poder construir con solidez.
Pero,
a pesar de saberlo, hay veces que intento hacer hormigón de arena y agua. Esto
ocurre cuando me despisto y me dejo el cemento y la grava sin echar: cuando
dejo al Señor fuera de lo que tengo entre manos. Es cuando actúo así cuando me
desanimo a la mínima crítica, cuando me cuesta hacer un trabajo escondido,
cuando me cuesta ser perseverante, cuando no veo a los demás, cuando me caigo a
la mínima... Sin Cristo sale un barrizal sin consistencia.
Cuando
mezclamos a Cristo con todo aquello que tenemos entre manos, cuando dejamos que
Su Amor impregne lo que estamos haciendo, todo adquiere consistencia y, pase lo
que pase, nos sentimos fuertes en Él, “nuestra casa está construida sobre roca”
y nos sostiene. Construir con Cristo supone dejar paso al Amor y cambia nuestra
mirada, nuestra forma de actuar.
Hoy
el reto del Amor es que eches bien los ingredientes en la hormigonera. En clase
o en el trabajo, ponte algo que te recuerde cuál es el ingrediente principal de
la mezcla: una cruz hecha con clips, con lapiceros, una imagen de fondo de
pantalla... Mantén tu mirada en Cristo y pídele hacer hormigón desde el Amor,
que te sostenga a ti y a los que te rodean.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma