"Un día te ofreceré
todo mi ser...estaré listo para ti"
Es gracioso escribir esta carta, sin saber siquiera si
algún día la leerás…
Porque ¿a dónde la mando? No tengo tu dirección.
Ningún número de teléfono donde contactarte. Facebook y Whatsapp no sirven y
Skype e Instagram no me enseñarán tu cara… El Uber no me puede llevar a tu
puerta, y no se hacia qué destino comprar el boleto de tren para
entregártela en persona.
Y, sin embargo, aunque podamos no habernos
encontrado, quiero que sepas que estoy aquí. Que tengo un número de teléfono y
un perfil en Facebook. Tengo un mundo –amigos, familia, pasatiempos e
intereses– y no veo la hora de que llegue el momento en que nuestros mundos se
encuentren, el momento en que lograremos abrir nuestros mundos el uno al
otro, y crecer juntos en el amor.
Quiero que sepas que estoy esperando, y que ya te
he escogido. Te he escogido más allá de todas las falsas imágenes de vida y
amor que han bombardeado nuestra cultura. Porque ninguna de estas falsas
imágenes –la promiscuidad, el egocentrismo– es capaz de inflamar mi corazón ni
siquiera un poco de lo que lo inflama pensar en ti, a tal punto que un día te
ofreceré todo mi ser en un amor incondicional.
Pero hay algo que debes saber. No soy perfecto.
Sólo soy un chico normal que está intentando escoger vivir el amor auténtico
cada día, junto a muchos otros chicos normales que están haciendo lo mismo.
Estamos aquí. Y a veces es realmente difícil. Debes saber que no te salvaré,
conozco muy bien mis debilidades y no soy un salvador.
Pero hay una Persona que es nuestro Salvador, y espero
que tú lo hayas encontrado. Aunque no conozco tu nombre, Él lo conoce. Y espero
que donde quiera que estés, sepas que te ama de manera infinitamente más
perfecta que yo.
Quiero que sepas que le hablo a Dios de ti.
Pido ser capaz yo también de amarte cara a cara como Él lo hace ahora. Dios me
está enseñando cada día de pequeñas maneras qué se necesita para amar, y a dar
mi vida por ti. En Él veo cómo amar auténticamente, y elijo amarte.
Y así continuaré teniendo una mirada atenta sobre mi
alma, para que un día tú tengas confianza en mí y me permita custodiar y
proteger también la tuya. Con la gracia de Dios te conduciré al cielo.
Pero no ha llegado el momento aún, y no quiero que te
preocupes por cuánto tiempo pasará antes de encontrarnos. Ahora necesito que tú
corras hacia Dios, que corras con Él.
Un día correré contigo, pero por favor no esperes
encontrarme antes de partir, porque nuestros caminos se cruzarán sólo cuando
ambos estemos corriendo hacia Dios, con nuestra mirada fija en Él.
Yo estoy corriendo hacia Él; que sepas que a menudo
para mí es más una carrera de obstáculos de 3000 metros que un sprint de
100 metros, y que aunque puedo salir un poco magullado, en Él seré fuerte y
estaré listo para ti.
Querida futura esposa, donde quiera que tú estés, que
sepas que el amor es una elección, y que aunque no sé aún quién eres, no sé qué
te hace sonreír y qué te hace reír, o las cosas que son difíciles o dolorosas
para ti, he decidido amarte. Y que te encontraré cuando corramos codo a
codo entre los brazos de Nuestro Padre Celestial.
Espero que tú estés segura. Espero que sepas que eres
amada, y que eres inmensamente valiosa para mi corazón, y para el de Dios. Que
tu ángel de la guarda vele por ti.
Por favor, reza por mí.
Tu futuro marido
Por Benedicto Hince
Fuente: Aleteia