Domingo Cristo Rey
(Ciclo C)
MONICIÓN DE ENTRADA
Hermanos,
sed bienvenidos a la celebración de esta Eucaristía.
Un
domingo más nos hemos reunido todos en el nombre del Señor. Sobre nosotros hemos
hecho la señal de la cruz, al tiempo que hemos pronunciado el nombre del Dios
Trinidad. Con este pequeño signo hemos reconocido el señorío que Jesús, el Hijo
de Dios, tiene sobre nosotros.
Hoy
celebramos el misterio de Jesucristo, Rey del Universo. Con esta solemnidad concluimos
Año litúrgico y festejamos que Él es el Señor de cielo y tierra y que el destino
salvador de la humanidad está en sus manos.
Dispongamos
a celebrar con gozo los Misterios salvadores del Señor.
MONICIÓN A LAS LECTURAS
En
nuestro mundo hay muchos poderosos: Jefes de Estado y de Gobierno, grandes
empresarios, gentes influyentes en los medios de comunicación…
Sin
embargo, nosotros confesamos que Cristo es el Señor de señores y el Rey del
Universo.
Pero,
¿cómo reina Cristo?, ¿su modo de gobernar es semejante a los de este mundo?, ¿no
nos sentimos a veces decepcionados por el modo de ejercer su poder?...
Escuchemos
con atención las lecturas que hoy se nos proclaman; ellas nos ayudarán a reconocer
que Cristo ejerce su señorío de un modo muy singular: desde el trono de la
Cruz.
ORACIÓN DE LOS FIELES
Respondemos
a cada oración diciendo: Jesús, que tu reinado nos llene de esperanza.
Por
todos los que formamos parte de la Iglesia, para que no reconozcamos otro
señorío más que el de Jesucristo. OREMOS.
Por
los gobernantes de las naciones, para que a semejanza de Cristo conciban el
poder como un servicio. OREMOS.
Por
los que de cualquier forma están sometidos al dominio del mal, para que encuentren
en Jesús crucificado la esperanza de su salvación. OREMOS.
Por
los que hacen de la fuerza su dominio, por los que explotan y se aprovechan de
los pobres, para que el Señor les toque el corazón y se conviertan al poder del
amor. OREMOS.
Por
todos nosotros, para que extendamos el Reino de Cristo haciéndonos servidores
de los pobres, de los que sufren, de los que se sientes olvidados o viven en la
desesperación. OREMOS.
ORACIÓN FINAL
Gracias,
Padre bueno,
porque
nos has dado a tu Hijo, Jesús, como Señor.
Él
reina en nuestras vidas
desde
el trono de la Cruz.
Él
nos atrae hacia sí
desde
su entrega de amor.
Él
nos constituye en ciudadanos de su Reino
por
la gracia y el poder de su Espíritu…
Padre,
ninguno de nosotros nos comprendemos
sin
estar bajo el señorío de tu Hijo, Jesús;
y
sin embargo, nos dejamos dominar por otros señores.
Te
pedimos que tu Espíritu nos ayude
a
dejarle reinar en nuestras vida;
y
que, como discípulos suyos,
extendamos
su reino de amor
sirviendo
a nuestros prójimos,
en
especial a los más pobres y abandonados.
Padre
de bondad,
derrama
sobre nosotros tu gracia
para
que no reconozcamos a otro Señor
que
a tu Hijo, Jesucristo.
Amén.