3 consejos para entenderlo y sobrellevarlo
Todos hemos
sufrido, en más de una ocasión. En esos momentos de dolor, de sufrimiento, de desesperación por lo
que está sucediendo, volteamos a lo alto, con el corazón desgarrado, y le
preguntamos a Dios: ¿Por qué me está sucediendo esto? La
situación y la angustia se agrandan, cuando he llevado una vida más o menos
recta, entonces, nos preguntamos ¿Por qué me sucede esto a mí, que soy bueno y no hago el mal?
Hoy,
maravillosamente, se nos presenta la historia del justo Job, un hombre santo,
bueno, entregado y generoso, a quien le suceden todo tipo de tragedias, siendo
para todos nosotros, una
clara respuesta al problema del porqué la existencia del dolor y el sufrimiento
de quienes se esfuerzan por obrar con rectitud. En la
primera lectura, tomada de Job 1, 6-22, escuchamos un diálogo entre Dios y Satanás.
Un día fueron
los ángeles a presentarse ante el Señor y entre ellos llegó también Satanás. El
Señor le preguntó: “¿De dónde vienes?”. Él respondió: “De dar una vuelta por la
tierra”. El Señor le dijo: “¿Te fijaste en mi siervo Job? No hay nadie como él
en la tierra; es un hombre íntegro y recto, que teme a Dios y se aparta del
mal”. Satanás le respondió: “¿Y crees tú que su temor a Dios es desinteresado?
¿Acaso no has construido tú mismo una cerca protectora alrededor de él, de su
familia y de todos sus bienes? Has bendecido el trabajo de sus manos y sus
rebaños se han multiplicado por todo el país. Pero hazle sentir un poco el peso
de tu mano, daña sus posesiones y verás cómo te maldice en tu propia cara”. El
Señor le dijo: “Haz lo que quieras con sus cosas, pero a él no lo toques”.
Lo que sigue
en el texto lo voy a resumir, citando cuáles fueron las 4 desgracias que
experimentó Job: le robaron todo
su ganado y apuñalaron a sus criados; un rayo quemó a todas sus ovejas y a sus
pastores; luego, le robaron todos sus camellos y apuñalaron a sus criados;
finalmente, un fuerte viento mató a sus hijos e hijas.
Como podemos
ver, al pobre Job, humanamente hablando, le fue como en feria, ya que la
desgracia le arrancó sus bienes, sus posesiones y hasta sus seres queridos.
Pero, aun así, las
terribles pruebas y desgracias que sufre este buen hombre, en lugar de alejarlo
de Dios, lo unen aún más a Él. Job, a pesar de no entender sus designios, no
sólo no reniega del Señor, sino que, con una fe madura y una gran confianza en
Dios, llega a bendecirlo en medio del dolor. El texto de
hoy termina diciendo que Job, postrándose en tierra oró, diciendo:
Desnudo salí del
vientre de mi madre y desnudo volveré allá. El Señor me lo dio, el Señor me lo
quitó; esa fue su voluntad: ¡Bendito sea el nombre del Señor!.
Hermanos, esto
nos enseña que el dolor y el sufrimiento es parte de nuestra vida. Cuando el dolor se hace presente,
no quiere decir que Dios nos está castigando o que, incluso, sea un Dios que
nos quiera ver sufrir. Me parece muy retador para nosotros
el planteamiento del demonio, porque dice que, si los hombres aman a Dios, es
por los beneficios que nos concede. ¿Será acaso cierto en cada uno de nosotros? Cuántas veces nos hemos alejado de
Dios, de los sacramentos o de la oración, cuando algo no sale como queremos,
cuando el dolor o la prueba han llegado a nuestras vidas.
No podemos
estar pensando ¿Qué he hecho
para que Dios me trate de este modo? El sufrimiento y el dolor es parte de
nuestra humanidad. Pudiéramos estar cayendo en la trampa
del enemigo, quien no cree que el hombre sea capaz de amar y servir a Dios
desinteresadamente. El
demonio cree que buscamos a Dios egoístamente, le damos para que Él nos dé. En
realidad, ¿Cómo y por qué amo a Dios? ¿Amo, sirvo, doy generosa y
desinteresadamente?
Debemos
trabajar en nuestro interior, para que, el dolor y el sufrimiento, sean un
verdadero camino de crecimiento y maduración personal, una forma de llegar a
ser mejores personas y mejores cristianos. El hombre, al ser alguien que aspira a la felicidad, el sentido
del dolor le parece absurdo y es algo que no se quiere ni se desea, pero es
inevitable.
Te comparto 3
acciones concretas para que puedas sacar provecho del dolor y el sufrimiento
que lleguen a tu vida:
Acéptalo y no lo rechaces, puesto que ya está ahí.
El dolor y el
sufrimiento existen por el simple hecho de que somos seres finitos, con
voluntad y libertad. Al pasarnos la vida rechazándolo, vivimos frustrados; y,
por el contrario, al asumirlo, el dolor se vuelve una tarea o una misión, la
cual nos lleva a lo siguiente.
Mejora tu actitud frente a esa experiencia de dolor.
Deberíamos
preguntarnos qué actitud tengo ante él, ésta puede ser negativa o positiva. Al
ser negativa, viviré una vida marcada por el egoísmo y la amargura, pues el
dolor me encerrará en mi experiencia y no me permitirá abrirme a los demás.
Pero, al ser positiva, hago que el dolor sea una experiencia enriquecedora, ya
que la madurez del ser humano se adquiere cuando se hace dueño de sí mismo,
cuando es verdaderamente libre, cuando no permite que nada lo esclavice, ni el
dolor mismo.
El sufrimiento, para tener sentido, no puede ser un fin en sí mismo, eso sería masoquismo.
El sentido del
dolor, lo da el motivo por el cual aceptamos padecerlo. Siempre hay un amor
detrás del sufrimiento, ya que, si no hay un amor que motive, que dé razón y
sentido, el sufrimiento se vuelve absurdo, así como Cristo asumió la cruz, por
amor a nosotros.
Por: P. José Luis González Santoscoy
Fuente:
PadreJoseLuisGS.com