“La primera misión que tenemos como Consagradas en la
Amazonía es hacer presencia de una Iglesia con rostro femenino, es hacer
presencia de ese Dios ternura, de ese Dios Amor”
Entrevista a la Hermana Inés Zambrano
Jara, Superiora General de las Misioneras de María Inmaculada y de Santa
Caterina de Siena, Colombia.
“El
Sínodo es un espacio que permite a la Vida Consagrada reafirmar y fortalecer
nuestro compromiso con los pueblos amazónicos. Nuestros fundadores fueron muy
visionarios y sensibles a la realidad de los pueblos indígenas y por eso desde
nuestros inicios estamos en este acompañamiento a los pueblos indígenas
amazónicos.
Hemos venido a compartir en este Sínodo
‘una vida entregada’ de tantos misioneros y misioneras en la Amazonía”, lo dijo
la Hermana Inés Zambrano Jara, Superiora General de las Misioneras de
María Inmaculada y de Santa Caterina de Siena, conocidas también como las
“Hermanas Lauritas o Misioneras Lauritas” en honor a su fundadora Laura Montoya,
la primera Santa colombiana, participante en el Sínodo Especial para la Región
Panamazónica.
Oportunidad
para descubrir la presencia encarnada de Dios
La Superiora General explicando su
experiencia y vivencia en el Sínodo Especial Panamazónico dijo que, es una
gracia poder participar en esta Asamblea como mujer y como religiosa. “Doy
gracias a Dios por este Sínodo de la Amazonía que se convierte en un signo de
esperanza para el pueblo amazónico, para los pueblos indígenas, para toda la
humanidad y para cada uno de nosotros. Para la Vida Consagrada – señaló la Hna.
Inés – es una gran oportunidad para descubrir la presencia encarnada y activa
de Dios y reafirmar el compromiso asumido por nuestros fundadores y ahora por
nosotros”.
Presencia
y compromiso con la Amazonia
La Hermana Inés Zambrano explicó que, el
rol y el papel de la Vida Consagrada en la Amazonía es el de una presencia y
compromiso constante con los pueblos indígenas. “Efectivamente la Vida
Consagrada vive en inserción, conociendo, valorando la espiritualidad, su
cosmovisión y los mitos, participando de los ritos, y celebraciones propias de
los pueblos originarios. Es parte de la vida eclesial, que construye la vida
social junto al pueblo y está comprometida con las periferias geográficas y
existenciales”.
Ungidas
desde el Espíritu para defender la Amazonía
Asimismo, la Religiosa precisó que, la
Vida Consagrada “busca ser consecuente con las luchas y esperanzas de los
pueblos, descubriendo con ellos su fuerza vital que los impulsa para continuar
buscando la libertad, la justicia y la paz tan esperada”. Comentando el
Evangelio de San Lucas (4,18) cuando Jesús proclama el libro del profeta
Isaías: “El espíritu del Señor está sobre mi porque me ha ungido, para anunciar
a los pobres la Buena Nueva”, dijo que “esta convicción de haber sido ungidas
desde el Espíritu del Señor nos motiva a defender la Amazonía, porque es
defender la vida, a aportar en la educación indígena, a construir los planes de
vida de los pueblos, a defender la cultura y el derecho que tienen de ser
diferentes”.
Sin
protagonismo, ser fermento de una nueva eclesialidad
Por ello, acogiendo la invitación
constante del Papa Francisco quien nos anima y compromete a valorar y vivenciar
la cultura del cuidado, a acompañar al pueblo sin protagonismo y ser fermento
de una nueva eclesialidad, la Superiora General dijo que, “la Amazonía para la
Vida Consagrada es un lugar de crecimiento humano y fortalecimiento en la fe,
ahí comprendemos el mandato de Jesús... vayan a anunciar la Buena Noticia... no
lleven nada... Por eso sentirse enviadas por Jesús es el impulso para aceptar
otra forma de vida totalmente diferente a la nuestra, toca desaprender para
aprender desde ellos”.
Reconocimiento
sincero y verdadero de los pueblos
Por eso, la Misionera Laurita expresó
que, “la Vida Consagrada igual que toda la Iglesia, si quiere continuar su
presencia afectiva y efectiva, debe seguir, serena y evangélicamente el proceso
de descolonización, en el reconocimiento sincero y verdadero de los pueblos.
Con una conciencia histórica que ayude a hacer memoria con mucha madurez
también del daño causado a las distintas culturas y en algunos momentos y tener
una responsabilidad de mucha altura para perdonarse lo hecho y pedir el perdón
que lleve a una verdadera reconciliación histórica y ejemplar”.
Presencia
misionera, profética y entregada en la Amazonía
Sin embargo y en medio de esta realidad,
la Religiosas y la Vida Consagrada ratifica su compromiso de: “priorizar la
presencia misionera, significativa, profética y entregada en la Amazonía, por
eso es importante que a pesar de nuestra fragilidad y del número reducido de
consagrados, podamos tomar decisiones de dejar sitios de los ‘centros’ para
salir a las ‘periferias’, que en lugar de mantener pastorales tradicionales
podamos abrirnos a la pastoral ecológica, construyendo relaciones
interpersonales e interculturales nuevas; compartir la vida con los laicos,
de una forma decidida, ocupando los espacios con igualdad y equidad,
apoyándonos para responder juntos a la llamada de Jesucristo, que grita en los
pobres, la tierra, los pueblos y culturas; valorar, creer y acompañar las
Vocaciones indígenas a la vida consagrada, respetando su identidad y
enriqueciéndonos mutuamente desde la espiritualidad”.
Renato Martinez – Ciudad del Vaticano
Fuente: Vatican News