Calor
de hogar
Hola,
buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Ayer
fue el primer día que encendimos la gloria en plan “bien”. Ya el otoño comienza
a hacerse notar, las temperaturas están bajando. Y en esta época del año, como
el cuerpo no está acostumbrado, el contraste se nota más.
Así
que recogí unos palitos y un pequeño tronco, y prendimos la gloria (que es como
suelo radiante, pero encendido con fuego).
Al
cabo de un rato, dentro de la sala se estaba genial, de tal manera, que
llegabas con un buen forro polar y, dentro, hasta te lo podías quitar.
Y
es que la gloria da un calor como envolvente, es como un calor de hogar, y
realmente hace comprender su título, porque... ¡se estaba “en la gloria”!
Cuántas
veces sentimos algo de pena o incluso melancolía al ver caer las hojas de los
árboles, o al sentir que el atardecer cada día llega un poco antes... Pena
porque nos hace sentir que es real, que el buen tiempo quedó atrás... Y, sin
embargo, este tiempo llama a otro calor, llama a otra intimidad. Nos llama a
encender ese fuego de hogar, a cuidar a los nuestros, a cuidar nuestra relación
con el Señor...
Y
es que con Cristo, aunque fuera haga frío, siempre tendremos dentro un calor
especial que genera a nuestro alrededor un clima diferente. Él es quien puede
encender nuestro corazón, es Su Amor el que está deseando prender en nuestra
leña, para que así nos convirtamos en calor para los demás.
Hoy
el reto del amor es aclimatar tu hogar. Ya no es tiempo de aprovechar el calor
de fuera, ahora necesitamos generarlo dentro: en casa, en el trabajo, entre
hermanos... Hoy sorprende con un detalle que genere calor de hogar: una buena
peli en familia, un chocolate con churros, ese abrazo que hace mucho que no
das...
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma