Chaparrón
inesperado
Hola,
buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Tras
un intenso día de cocina, nos disponíamos a cerrar todo para irnos a
Completas... ¡y a la cama!
Mientras
daba la última pasada a la mesa, vi el cuenco de agua de Jubi. Con estos
calores, se lo habíamos rellenado varias veces, pero, la última, ya no volvió a
por más agua, y ahí estaba el cuenco de nuestra beagle, lleno de agua hasta los
bordes.
“Bueno,
vamos a dejar bien recogido todo”, pensé.
La
cocina está en el primer piso. A un par de metros, debajo de la ventana, crece
un seto bastante frondoso. Así pues, tiré el agua cual “riego de lluvia...” ¡¡y
el seto comenzó a moverse!!
Se
sacudió todo entero y, de pronto... ¡salió la pobre Jubi, agitándose de las
orejas hasta el rabito! ¡Menuda ducha le había caído encima!
Al
día siguiente, una hermana me comentó:
-¡Qué
curioso! He ido a tirar el agua del cuenco por la ventana y, como siempre,
antes he dicho aquello de “¡Cuidado, que va agua!”; Jubi, que paseaba por
allí... ¡¡ha salido corriendo a galope tendido!!
Desde
luego, ¡cuánto puede hacer escuchar un aviso a tiempo!
Avisar
es la mejor manera de evitar “salpicones” inesperados. Un “por favor” o un
“gracias”, pueden hacer que el mismo acto provoque reacciones distintas. Son
esas palabras de aviso las que hacen que el otro se sienta respetado, querido,
valorado.
Cuidar
las formas no es solo una manera de ser educado, ¡es también una forma de amar!
Y
así vemos cómo la Palabra está llena de avisos, de recomendaciones que buscan
nuestro bien, que quieren protegernos. Si a Jesús le llamamos Maestro, ¡eso
significa que nosotros seremos siempre discípulos, aprendices! Y, para
aprender, hay que estar dispuesto a escuchar...
¿Y
cuál es el aviso que más repite la Biblia? Que el Señor te ama, y que nunca se
dará por vencido a la hora de hacerte feliz. Por muchas meteduras de pata del
Pueblo elegido, ahí vemos a Dios, renovando su alianza una y otra vez... Por no
hablar de las parábolas del Buen Pastor, del hijo pródigo... ¡o de la promesa
de gloria que, en “los minutos de descuento”, robó a Cristo el buen ladrón! Con
Jesucristo, nunca es tarde para volver.
Hoy
el reto del amor es avisar. A lo largo del día, procura decir “por favor” y
“gracias” al menos tres veces. Y, si en algún momento “duchas” a alguien, pide
perdón, vuelve a Cristo y, ¡a seguir caminando! ¡Feliz día!
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma