“¡No tengo miedo! Estas son el tipo de cosas que llevaron a Jesús a morir en la cruz
El
1 de agosto, el mismo día en el que fue asesinado Paul Offu,
párroco de Santiago el Mayor en Ugbawka, otro sacerdote nigeriano se libró por
muy poco de correr la misma suerte y a manos de los mismos asesinos, los fulani
musulmanes.
Según
recoge Aciprensa, los
hechos sucedieron en la localidad de Kasuwan Magani, en el estado de Kaduna,
escenario de enfrentamientos entre los fulani y la etnia Adara, en su mayoría
cristianos. Allí, un centenar de vecinos impidieron que una veintena de
terroristas asaltaran la parroquia de San Lucas, que atiende a unos 2500
fieles.
Los
criminales se desplazaron hasta allí en autobús para matar al sacerdote Joseph Kato Kwasau, conocido como Big
Joe, de 59 años.
"Estaba
en la rectoría", explica él mismo: "Eran alrededor de las 12:20.
Escuché ladrar a los perros y me levanté. Luego oí algunos disparos esporádicos
y el hombre de la seguridad, que normalmente tiene algunas armas para
defendernos en caso de cualquier ataque injusto, gritaba ‘Ladrones, ladrones.
Que
venga la gente a ayudar’. Pensé en ese momento que era mi turno. Yo
estaba aún dentro de la casa y en realidad no sabía qué estaba pasando afuera.
Solo seguía escuchando a los perros que estaban en la entrada principal. Los
terroristas no pudieron entrar por ahí y trataron de romper las ventanas para
ingresar a la rectoría. Como no pudieron entrar, los vecinos vinieron
en gran número y los terroristas se fueron”. Pero no sin antes asesinar
al guarda de seguridad, Samuel Jerome, de 38 años.
Actualmente
el padre Joseph Kato se encuentra refugiado en un lugar seguro, dado que los
terroristas prometieron que volverían. "Son gente que va contra las normas
de nuestra sociedad, gente que secuestra, que asesina”, explica Big Joe:
"Lo que mis parroquianos me dijeron fue que ellos se distribuyeron
alrededor de todo el complejo para repeler cualquier contraataque. Así que
pensé que fue gracias a Dios que los terroristas no pudieron pasar por
mi puerta. Intentaron entrar una y otra vez pero no pudieron hacerlo”.
"Me querían
matar para silenciarme porque, según ellos, soy el líder [político] de todos
los jóvenes en este lugar, pero en realidad no lo soy”, añade. Y aunque haya
tenido que esconderse, continuará su apostolado: “¡No tengo miedo! Estas
son el tipo de cosas que llevaron a Jesús a morir en la cruz. Todo lo
que puedo decir es que nuestro Dios está en su trono viendo todo lo que está
pasando aquí. ¡Soy un testimonio viviente del Señor! Podrán matarme, pero no
podrán comer mi cuerpo”.
Nigeria
es actualmente una de las zonas del mundo donde el ejercicio del ministerio
sacerdotal resulta más peligroso a consecuencia del islamismo de Boko
Haram y los fulani. Así lo explican diversos sacerdotes que lo viven a
diario: