LA HISTORIA DE LA IGLESIA QUE LOS CATÓLICOS CUIDAN COMO UN TESORO EN JAPÓN

“Si bien puede ser simple, es agradable de contemplar, y su icónico campanario, coronado con un gran crucifijo, le da un toque de personalidad"

Iglesia Sakutsi (Japón) / Crédito: Timothy Nerozz
El escritor Timothy Nerozzi relató la historia de la Iglesia Sakutsi, tras visitar este importante templo que los católicos custodian como un tesoro en Japón, especialmente ahora que ha sido certificado como un lugar oficial de la UNESCO, la organización de las Naciones Unidas dedicada a la ciencia y la cultura.

En un artículo publicado el 15 de agosto en CNA –agencia en inglés del Grupo ACI– Nerozzi, informó que esta iglesia se encuentra Amakusa, un pequeño pueblo de pescadores en las montañas costeras de la prefectura de Kumamoto, en la isla de Kyushu. 

Asimismo, que la certificación concedida por la UNESCO también fue otorgada a una docena de lugares emblemáticos para la historia de la persecución cristiana en Nagasaki, Japón.

“La Iglesia Sakitsu es el único sitio de los 12 que no está en Nagasaki, la capital del catolicismo en Japón. Sakitsu se encuentra en la prefectura de Kumamoto, y su inclusión fue una grata sorpresa para los residentes del pequeño pueblo pesquero que lo rodea”, dijo Nerozzi.

La parroquia fue establecida en 1569 por un misionero portugués jesuita, el P. Luis de Almeida. 

Nerozzi explica que la población local tomó la fe “con entusiasmo” y por ello “establecieron un importante centro de cristianismo en el área que duró más de un siglo”.

“Sin embargo, después de la división de Japón en el siglo XVII y la restricción de las religiones extranjeras, la Iglesia Sakitsu y su congregación fueron destrozadas. Los católicos amakusa fueron asesinados, se escondieron o apostataron frente a funcionarios del gobierno. Todos los misioneros europeos restantes fueron asesinados o deportados”, narra.

El escritor cuenta que la Iglesia Sakitsu fue reconstruida en 1937 por un misionero francés asignado a la ciudad llamada Padre Halbout. El sacerdote francés decidió que la nueva casa de culto se construiría sobre la antigua residencia del jefe del pueblo, el oficial responsable de la apostasía forzada de los cristianos japoneses.

Luego de conversar con varios pobladores de la zona, que lo ayudaron a llegar hasta el lugar, Nerozzi cuenta que al ver el templo por primera vez se dio cuenta que era “una iglesia pequeña en comparación con las que uno puede encontrar en los países modernos de mayoría cristiana”. 

“Está construido en un estilo gótico simple y renuncia a un estilo o decoración innecesarios. La fachada de la iglesia está hecha de piedra con la parte trasera cubierta de un revestimiento blanco liso. Sus ventanas son vidrieras, pero no tienen iconos de Jesús o santos en su diseño. Consisten principalmente en cuadrados simples en una variedad de colores pastel”, comenta.

“Si bien puede ser simple, es agradable de contemplar, y su icónico campanario, coronado con un gran crucifijo, le da un toque de personalidad. La arquitectura occidental se destaca en medio del antiguo pueblo pesquero japonés, pero el interior de la iglesia es claramente japonés”, añadió.

Nerozzi relata que todos los fieles que deseen ingresar al templo, deben quitarse los zapatos y caminar sobre el suelo de tatami tradicional que cubre el área destinada a la adoración. 

“Es una decisión excéntrica: el tatami nunca se usa en las iglesias modernas, pero en Sakitsu, contribuye al espíritu de Oriente y Occidente para una casa de culto tan importante culturalmente”, comentó.

El escritor señala que fuera de la iglesia, escondida en el área lateral del porche, hay un pequeño sello y una almohadilla de tinta. 

“Los sellos se pueden ver en otros lugares emblemáticos de la UNESCO, pero nunca antes se les había visto para ser ofrecidos en una iglesia como recuerdo. Estos artículos tradicionalmente son dejados afuera por los viajeros que llegan a santuarios y templos japoneses, para que los turistas marquen sus diarios o sellen libros y sigan los puntos de referencia que han visitado”, agregó.

Nerozzi cree que la Iglesia Sakitsu debe haber “heredado” la práctica del sello “de sus vecinos religiosos de otras religiones”.

Luego, el escritor apuntó otra “característica distintiva” de la Iglesia Sakitsu: Que existen otras dos casas de culto a poca distancia. 

“En la colina que domina la iglesia de Sakitsu, un santuario sintoísta está escondido entre los árboles. No muy lejos hay un templo budista. Los residentes locales de las tres religiones ven esta convivencia como un testimonio del progreso del pueblo japonés en la tolerancia religiosa. Hace menos de 200 años, tal tolerancia era impensable, y donde se encuentra ahora la iglesia, los católicos japoneses se vieron obligados a apostatar ante la amenaza de tortura o muerte”, explica Nerozzi.

En ese contexto, se refirió a los denominados “fumies”, unas imágenes de Jesucristo o de la Virgen María que se les presentaba a los supuestos católicos; si estos pisaban la imagen se consideraba un acto de apostasía, sino lo hacían, eran condenados.

“Los rumores dicen que el altar de la Iglesia Sakitsu fue construido directamente sobre el lugar donde se realizaba la ceremonia de los fumies”, dijo.

Al final de su recorrido, Nerozzi comentó que el hecho de “construir la iglesia y su altar en ese lugar exacto fue un acto de triunfo tardío para una comunidad cristiana que había conocido mucho más miedo que felicidad en los siglos anteriores, pero fue una comunidad que sobrevivió mucho más allá de sus perseguidores”.

“Y aunque hoy nadie recuerda los nombres del jefe de la aldea o los jueces encargados de los fumies, Amakusa aprecia cada pieza de la Iglesia Sakitsu, y la ciudad finalmente recibió el reconocimiento que merece de una comunidad global que está ansiosa por visitarla”, concluyó.

Traducido y adaptado por Diego López Marina. Publicado originalmente en CNA.

Fuente: ACI