La
historia de la Congregación de las Hermanas Armenias de la Inmaculada
Concepción está marcada por las persecuciones, pero también por una cierta
proximidad con los sucesores de Pedro
![]() |
Antoine Mekary | ALETEIA | I.Media |
“Renacéis
por el amor práctico para los niños y los pobres”, pronuncia el cardenal
Sandri, prefecto de la Congregación para las Iglesias orientales. Así termina
su homilía de clausura del 170.º aniversario de esta congregación femenina. Una
celebración tanto más intensa cuanto que esta comunidad ha pasado por momentos
trágicos de sufrimiento. En 1847, en la periferia de lo que fuera
Constantinopla, la capital del Imperio otomano, la congregación se lanza a la
educación de jóvenes mujeres armenias en situación de pobreza. Solamente tres
años después de su creación, empujada por su éxito, la comunidad abre varias
escuelas en el casco antiguo.
Una congregación en el
corazón de un pueblo perseguido
Por
desgracia, aparecen las persecuciones contra los armenios. En la década de
1890, este pueblo exige al sultán aplicar las reformas liberales prometidas. La
respuesta no se hace esperar, y es brutal, bárbara: entre 1894 y 1896, unos
200.000 armenios son exterminados, 100.000 convertidos a la fuerza al islam y
un número similar de mujeres secuestradas para formar parte de harenes. Sumergidas
en este caos, las religiosas de la Inmaculada Concepción se entregan en cuerpo
y alma al socorro de niños, prioritariamente, y a ofrecer dentro de lo posible
un apoyo espiritual.
Veinte
años después, la pesadilla asume unas proporciones aún más pavorosas. El
genocidio armenio llega a todo su esplendor: dos tercios de la población
armenia en Turquía son exterminados. Las hermanas no se libran, unas son
asesinadas, otras deportadas y las supervivientes son exiliadas. Estas últimas,
refugiadas en Alepo, fundan una comunidad dedicada al cuidado de los
supervivientes armenios.
Desde Siria hasta el Papa
En
Roma, el sufrimiento de las religiosas llega a oídos de Pío XI. Él les pide
atravesar el Mediterráneo para instalarse en Castel Gandolfo, la residencia
estival de los soberanos pontífices. Así es como doce religiosas y nada menos
que 429 niños acogidos, supervivientes del genocidio, son alojados allí antes
de ser trasladados a Turín a una ubicación más amplia. Sin embargo, el vínculo
con Roma será indeleble desde entonces: su Casa General y su noviciado quedará
establecido en la Ciudad eterna hasta nuestros días.
En
la actualidad, las hermanas ofrecen su ayuda y su consuelo a la diáspora armenia
en Francia, Siria, Egipto, Jordania e Irak, pero también en Irán antes de la
Revolución islámica de 1979. Durante la Guerra Fría, encerrado bajo el yugo
comunista de la URSS, se les prohíbe el acceso a territorio armenio.
En
1991, se derrumba el bloque del Este y Armenia se convierte en Estado
independiente. Entonces, las hermanas de la Inmaculada Concepción pueden volver
a sus tierras y abrir allí conventos y escuelas. En 2016, pueden por fin
responder a la hospitalidad de Pío XI al recibir a su sucesor, el papa
Francisco, de visita en Armenia. Y para el descanso del sucesor de Pedro,
afirman las hermanas, ¡por supuesto se le reservó la mejor habitación que
tenían!
Amaury Coutansais-Pervinquière
Fuente:
Aleteia