¡El
pollo que salta del plato!
Hola,
buenos días, hoy Matilde nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Estábamos
comiendo en el refectorio y, sin yo advertirlo, me saltaron las lentejas fuera
del plato. Pensé: “¡Vaya tontería! …” Y seguí comiendo.
Pero
no pasaron unos minutos… Y, ¡ahora era un trozo de pollo que se escapó del
tenedor y fue a parar a la mesa!… “¡Hala, pues sí que estamos buenas, vaya
torpe que estás hoy! …” Y seguí comiendo… ¡Pero ahora era la salsa del pollo
que salpicó fuera del plato y manchó toda la mesa!… “¡Bueno, ¿qué pasa aquí?! …”
La
cosa me pareció seria y me paré en mi interior diciéndome: “Matildita, ¿qué te
sucede hoy?” Pues comenzaba a impacientarme… “Ya, ya sé… estás cansada, y por
eso no controlas la cuchara, el tenedor y el cuchillo. Pero estate tranquila…
Has estado toda la mañana vendiendo en la tienda y no te ha bastado el reposo
del rezo del Rosario, en el coro, para serenarte y descansar…”
Y,
rápidamente, Jesús entró en escena:
“¿No
es con paciencia y amor como yo te recojo todas tus torpezas y faltas de
delicadeza para conmigo y con los hermanos?... ¿Es que no te vas a amar en tu
pobreza y a tomarte con cariño, una y otra vez, como una madre toma en su
regazo a su pequeño, cuando cae al suelo… ¡no una, sino dos, y tres, y más
veces en el día!? …”
¡Jesús
me trata con comprensión y amor en lo que no me gusta de mí y de los que están
a mi lado: ellos como yo, necesitan mi paciencia y ternura! Nada de crispación
y perfeccionismo… Ese no es el “sabor del Cielo” ni “la perfección” que Dios
quiere de mí, sino misericordia y acogida, como Jesús, a lo que el hombre
rechaza instintivamente, pero que a Dios le arranca una sonrisa de cercanía y
un abrazo incondicional de Padre que se divierte con su hijo pequeño…
Hoy
el reto del amor es ver, con los ojos de Dios, las torpezas de los que están a
tu lado y las tuyas propias, porque Dios nos ama en ellas, más que si fuéramos
intachables e irreprensibles… ¡Qué pases un feliz día!
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma